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El pasado mes de Junio, pude realizar junto a 3 amigos una escapada a la vecina Portugal, concretamente a la bonita localidad de Matosinhos y disfrutar allí de la atención, amistad y buen trato de la gente de la zona.

Nuestra idea: ir a sumergirnos en el Submarino Alemán Uboat 1277, del cual podéis ver el reportaje en el nº4 de SENSACIONES.

Bien, como todo lo primero fue organizarnos y como las buenas cosas, cuando surgen son sin organización así que sin más, tenia la idea de ir, y navegando por la web encontré a Ángel, un submarinista que tenia el mismo interés por realizar esta inmersión, así que después de contactar con él, comenzamos a mirar vuelos y alojamiento, etc. La última semana se apuntaron 2 compañeros más, Diego y Eusebio y los 4 a última hora organizamos nuestra partida para sumergirnos en las entrañas de la historia y poder tocar con nuestras manos la chapa del U1277.

Comentar que fuimos con Ryanair saliendo desde el aeropuerto de Girona que nos lleva directamente a Oporto en un viaje de apenas 1,5h. Allí recogimos nuestro coche de alquiler y nos dirigimos al hotel, en la localidad de Matosinhos, apenas a 10’ del aeropuerto.

Deciros que el viaje montado con tiempo sale por apenas 100€ los vuelos ida y vuelta, y el coche otros 160€ que evidentemente dividido entre 4 está súper bien.

Una cosa importante con Ryanair, si vais, facturar equipaje SPORT desde la web, pagareis solo 30€ de mas y podréis llevar el equipaje que queráis, caso contrario deberéis de pagar el plus de peso y os aseguro que son mas de 30€. A la vuelta no nos dijeron nada del exceso de peso.


El hotel Tryp Expo, ciertamente está muy bien, es un 4* y en él al ir de parte de la gente de Mergulhomanía, teníamos oferta en las habitaciones a precios verdaderamente muy buenos.

Lo mejor de esto es que sin haberlo pensado era el fin de semana de San Juan, y resultó ser que era la patrona de Oporto y las localidades vecinas, así que en el mismo hotel había una enorme fiesta para todos los representantes de agencias de viajes organizada por la cadena Tryp, a la cual desde la llegada nos invitaron. De esta forma pudimos degustar platos típicos “por la gorrilla”, además de postres y música de compañía. Conocimos a algunos españoles que trabajan por la zona los cuales nos dieron algo de orientación para movernos por las noches, y el “buceo” nocturno, cosa que nos traía algo inquietos.. Ya sabéis, no todo es bucear. ;)

Ese primer día no dio mucho más de sí (que se pueda contar), y ya a dormir para el día siguiente enfrentarnos a las SENSACIONES de estar junto a esa pequeña porción de la historia.


Fotos de la 1ª noche reconociendo la zona de “buceo”

Después de madrugar y guiados por el amigo Rui de Megulhomania, nos dirigimos al centro. Este se encuentra situado en la propia Marina de Matosinhos, dentro del propio Club Náutico. Disponen de NITROX y todos los servicios necesarios para garantizarnos unas buenas inmersiones, así como personal cualificado en instrucción de buceo y disciplinas como TEK, Rebreather, etc.etc.

Todos estabamos inquietos en parte para ver como sería el submarino, aunque documentados y con toda la información que habia publicado en el nº4 de SENSACIONES, no dejaba de ser algo “diferente”.. Si.. Pues la chapa siempre es chapa, pero aquella era algo más, formaba parte de una historia distinta, no era el tipico pesquero hundido o el remolcador habilitado para el buceo, era un submarino y un submarino de la II Guerra Mundial, ciertamente esas SENSACIONES de las que siempre hablo.

Después de una travesía de unos 15’ en la Zodiac de la gente de Mergulhomania lanzamos el ancla y al agua. Ese descenso fue enigmático como la historia del propio submarino. Recordemos que hablamos del Atlántico Norte, corrientes, visibilidad escasa y mar embravecido en el 90% de las ocasiones.

Ese día el mar aunque no calmo nos dio un buen respiro para tirarnos al agua, aunque los compañeros previamente aligeraron sus estómagos del lastre adquirido la noche anterior.

Una vez eliminado el lastre, el descenso… no recuerdo cuantos minutos fueron, pero eso si, la oscuridad cada vez era mayor, lo cual me deprimió en una primera instancia, pues aunque sabia que la visibilidad no era buena no dejas de tener la ilusión de que ese día tengas suerte. Sin darme cuenta, mis pies tocaron el suelo a -31m, y allí mismo preparé mi equipo de fotos e iluminación.

Giré mi cabeza y no vi nada ni a nadie, por lo que seguí el rastro de la cuerda del ancla que estaba y dejé que mi orientación me guiara, apenas a 5m, encontré un amasijo de hierros y justo levantando la cabeza esos tubos que ya había visto en otras fotos. Eran los tubos lanzatorpedos del U1277.

En ese momento sentí esas SENSACIONES nuevamente, me quede unos segundos mirándolos y a partir de ahí, procedí a disfrutar de el, a realizar mi inmersión y a intentar extraer el máximo número de fotos posibles con las posibilidades que me permitía la visibilidad que disfrutaba.

Hubieron momentos en los cuales perdí a los compañeros ensimismado mirando aquí y allí y en ocasiones pensando en la gente que habría estado ahí dentro y los barcos que habrían sido hundidos por ese ahora montón de chatarra, pues no olvidemos que los submarinos de la clase Uboat, hicieron mucho daño durante la contienda.


Por orden: tubos lanzatorpedos, restos de la torreta y la torreta desde arriba

El tiempo se me hizo muy corto, pasó de inmediato, además mi consumo fue excesivo, supongo que por la tensión del momento, la mala visibilidad y la perdida de los compañeros entre los escasos 2-3 metros de visibilidad que teníamos. A los 31 minutos procedimos al ascenso, y finalización de la inmersión.

Ya en superficie el Atlántico nos esperaba con su embravecida furia, tuvieron que hacer 3 recogidas para recogernos a todos debido a las olas y corrientes, pues de otra forma era imposible el subir a la zodiac.

Al final de vuelta al centro, con un subidón de adrenalina impresionante después de haber tocado ese pequeño trozo de la historia de la humanidad.

A partir de ese momento, mi viaje había merecido la pena, pero no por ello había finalizado. Fuimos al hotel a comer y a prepararnos para la inmersión de la tarde.

En esta segunda inmersión, el amigo Diego y Ángel decidieron reposar y recuperar fuerzas para la noche y próximo día, por lo que fuimos solos Eusebio y yo. Decidimos ir a los restos de otro barco cercano a la costa pero una vez nos habíamos tirado de la zodiac y descendido, pudimos comprobar que la visibilidad de la zona era de apenas 30cm, lo cual hizo cancelar ese “mergulho” y redirigirnos a la zona del puerto, que era el lugar habitual como alternativa cuando había mala visibilidad.

Debido a la falta de costumbre con ese tipo de mar, oleaje, corrientes y cansancio de tener que esperar los diferentes acercamientos de la zodiac para recogernos, nos quedamos en cubierta disfrutando del sol y pensando en el siguiente día de inmersión en el Uboat.

Esa tarde y después de una siesta (lógica pues aunque no estemos en España las tradiciones no deben de dejarse), nos dispusimos a disfrutar de las bondades de matosinhos y alrededores.

Destacar lo bien que se come y se bebe en la zona, platos abundantes a precios increíbles, todos regados por buenos caldos. Gente agradable, simpática atenta como reconozco no pensaba antes de mi viaje. Iba con la idea de que los españoles no éramos bien vistos o había cierta animadversión contra nosotros y pude comprobar que eso eran cosas del pasado y que muy al contrario la gente es súper atenta, amable, simpática y abierta a ayudar en todo lo posible.

La noche la dedicamos nuevamente a disfrutar de Matosinhos y Oporto y de las fiestas en honor a St.Joao que se celebraban. Ciertamente la gente es especialmente agradable.

Destacar que en San Juan, hay una tradición que es la de ir con martillos por la calle de esos de los niños que cuando golpeas pitan e ir dándole a todo el mundo con el martillo y por supuesto aguantar que te den. Y todo eso con total normalidad.. Un ejemplo. Una pareja esta tomando una copa en la terraza de un bar, pues los cientos que pasan por el lado les van dando con el martillo, pero lo mejor es que siguen hablando como si nada. Y eso, mujeres, hombres, niños, ancianos todo el mundo. Nuestro comentario era lógico, esto pasa en España y acabamos a tiros.. jejejej


Y así paso la noche entre fiestas y diversión a raudales, mucha risa, buena comida y mejor bebida.

Ya al día siguiente nos dispusimos a ir al centro para bucear, coincidía con que ese día se celebraba el concurso FOTODIGISUB 2007, el cual aunaba en el a los mejore fotógrafos de Portugal.

Por ello nuestra inmersión tuve que ser a primera hora de la mañana, para poder disponer después de las embarcaciones para el concurso. No se si fue la causa o no, pero eso nos permitió disfrutar de la siguiente inmersión con una visibilidad mucho mejor, que oscilaba entre los 6-10m.

Esto por supuesto hizo que el viaje mereciera todavía más la pena, pues esta vez las sensaciones, el poder ver el submarino de una forma más amplia e incluso de lado a lado, me hizo sentir y estar GENIAL.

De todo el viaje me quedo con el último momento.. finalizada la inmersión, yo con el guía, el se va a buscar en ancla para irnos ya a la superficie, yo a 5m del submarino, volver a bajar ya con la cámara recogida, y tener esa sensación de tocarlo con la mano y llevarme incrustadas en mi propio cuerpo esas SENSACIONES de las que siempre intento hablar.

Esa misma noche estuvimos invitados a la cena y entrega de premios del concurso FOTODIGISUB, compartiendo mesa y compañía con la amable gente de Mergulhomania y Matosinhos, además de todos los FotoSubs y acompañantes participantes.

El resto del viaje se basó en seguir disfrutando de la buena mesa portuguesa y de las bondades de la gente y lugares de la tierra.

ALBUM FOTOGRAFICO

Relato del amigo Ángel:

Hacía algo más de 12 horas que habíamos aterrizado en Oporto cuando desayunando, todas aquellas risas de la noche anterior se tornaron en hipótesis, previsiones y posibilidades.
El submarino duerme bajo el azul, azotado y protegido de los más temerosos por la nula calidad de visión, desafiantes corrientes y temperaturas menos que agradables, quizá motivo este último por el cual el auténtico acero inoxidable alemán resplandecía todavía sobre los restos de periscopio al cercano paso de nuestros equipos de iluminación.

Cuelgan trajes y jackets, debajo plomos y aletas pero los documentos, piezas de repuesto y alguna herramienta desordenan una mesa desde la que Rui Caravelas cesa su descanso con rotulador azul en mano y sobre una pizarra en blanco insinúa la silueta de un submarino alemán hundido al finalizar la II guerra mundial.

Briefing, botellas, presiones, datos, consejos... a la barca.

Gps, sonda, la profesionalidad y experiencia de Rui Alexandre... el Atlántico revuelve nuestras entrañas mientras el ancla recorre los 30 metros que nos separan de 62 años de historia.
A un palmo de mi máscara el cabo se tiñe de marrón metro a metro, hasta que toco fondo. Tras 15 segundos preguntándome donde estoy un destello me tranquiliza, el flash de José Ángel Ribas obliga al submarino a posar para él.

Celebro que una incómoda corriente ha arrastrado parte la suspensión y de repente, ante mi asombro y contenida emoción una enorme sombra me hace contener la respiración, asciendo y vuelvo a respirar, me estabilizo, enciendo los focos, la cámara y ahora buceo.

La cinta está tomando constancia de mi particular pasión cuando el grupo de buceadores se une y sigo las aletas de Eusebio, nadamos entre miles de fanecas, saludamos a centollos, congrios, bogavantes y a una veintena de gambas que disfrutan del silencio de los tubos lanzatorpedos.

Han sido necesarios 30 minutos justos y exactos para recorrer el submarino y sus escotillas, tubos, escalera y periscopio, fotografiar, filmar, palpar, observar, deleitar, imaginar, soñar... sentir.

Ascenso y parada de seguridad, Diego quiere subir el último, los golpes de las olas nos devuelven a la vida real, estamos muy contentos, el Atlántico nos ha tratado bien, lo agradecemos, no nos lo ha puesto fácil, le respetamos, he presentado mis honores al U-1277, lo anoto en mi lista de satisfacciones.

Comemos y cenamos con una gente estupenda, la austeridad del centro es totalmente desproporcional a sus amos, colaboradores y amigos, nos sentimos en familia, reímos, charlamos, intercambio de experiencias, José Ángel está genial, es como una segunda etapa en flujo continuo pero con palabras, Eusebio y Diego se lo pasan muy bien, muy bien, con extrema educación se divierten tanto como pueden, prefiero quedarme en un plano más discreto y absorber cuantas más sensaciones puede resistir.

Ni durante los paseos por la ribeira de Oporto, ni durante las sesiones de “das marteladas do St. Joao“*, ni en los muchos tragos de uno de los mejores productos del lugar hubiéramos creído a quien nos explicara lo que nos iba a deparar la siguiente inmersión al U-1277. Visibilidad de casi 15 metros, corrientes más suaves y temperaturas no tan cálidas como las que nos sorprendió en la jornada anterior, por ello superamos en 3 los minutos de fondo previstos, queríamos más, nadamos más deprisa, más sorpresas, más emoción, mas submarino, más U-1277.
Me despedí del casco del submarino, de sus habitantes y su historia, y durante unas horas el ordenador me recordó que parte de la sangre que corría por mis venas estaba compuesta de las burbujas que el nitrox me había inyectado para formar parte de la historia de cuatro amigos que decidieron viajar a Oporto para saludar al U-1277.


Foto de un plato extraído del U1277
con la esvástica grabada.
Cortesía de: Luis Mota


Foto: Casimiro Sampaio

 

MATOSINHOS, el origen de la Vieira de Santiago de Compostela

Matosinhos es una ciudad portuguesa perteneciente al Distrito de Oporto, Región Norte y subregión del Grande Porto, con cerca de 28.500 habitantes. Es sede de un pequeño municipio con 62,30 km² de área y 167.026 habitantes (2001), subdividido en 10 freguesías. El municipio limita al norte con el municipio de Vila do Conde, al noreste con Maia, al sur con Oporto y al oeste tiene costa en el Océano Atlántico.
El municipio era llamado Bouças hasta 1909. Hasta el liberalismo constituía el Juzgado de Bouças.

Ubicado junto a Oporto, Matosinhos es, a pesar de su puerto industrial y alta densidad demográfica, una región famosa por su gastronomía, a base de mariscos, y también popular por su litoral, con infinidad de playitas pequeñas, rodeadas de rocas abatidas por el mar.

El municipio también se jacta de un valioso patrimonio, visible en monumentos como el Monasterio de Leça do Bailio, el primer cuartel general de los Caballeros Hospitalarios de la Orden de Malta en Portugal, con una iglesia del siglo XIV que conserva sus elegantes arcadas góticas y una bellísima ventana en forma de roseta.

Muy cerca de la ciudad de Matosinhos, la iglesia del Bom Jesus (Buen Jesús) fue reconstruida en el siglo XVIII por el famoso arquitecto Nicolau Nasoni, con un impresionante retablo dorado y una estatua de Cristo, en madera, que es honrada mediante una fiesta popular religiosa cada mes de junio.

En Leça da Palmeira, vale la pena admirar la Quinta da Conceiçao, donde se ha restaurado parte del antiguo Convento de Nuestra Señora de la Concepción, del siglo XVI, integrándola a un espléndido parque municipal en el que se dispone de diversas facilidades y equipos para la práctica de deportes y disfrutar del tiempo libre.

Leça da Palmeira también se vanagloria de una fortaleza del siglo XVII y del faro de la Nova Boa (Buena Noticia), cerca de un restaurante y salón de t� con vista al mar construido por Siza Vieira, uno de los arquitectos modernos más famosos de Portugal.

La gastronomía de Matosinhos merece su reputación y atrae muchos visitantes que vienen a esta zona tradicionalmente pesquera en busca de excelentes pescados y mariscos, donde pueden degustarse especialidades como la caldeirada à pescador (un rico estofado de varios tipos de frutos de mar), los mexilhões à moda de Leça (un delicioso plato de mejillones), la açorda de marisco (mariscos con pan majado sazonado con ajo y aceite de oliva) o el arroz de tamboril (arroz de pejesapo), entre tantos otros.

 

Hoy en día, Matosinhos es conocido por ser la cuna de Álvaro Siza, el arquitecto vivo más importante de Portugal. Corría el año 1933 cuando Siza vio la luz en Matosinhos. Dice su biografía que tras visitar Barcelona y enamorarse del legado de Antonio Gaudí se matriculó en la Facultad de Bellas Artes de Oporto.

Hoy en día, en Matosinhos se puede contemplar el Ayuntamiento, que es una de las obras más representativas de Siza, y las Piscinas del Mar, donde queda claramente expuesta la arquitectura al servicio de la naturaleza, siempre remarcada por colores y formas.

La Casa Ferreira da Costa y el Café Boa Nova, asomado al Atlántico, son otros ejemplos de la creatividad vanguardista de Siza.

Para acabar este mini-reportaje de Matosinhos, solo mencionar lo agradable de sus gentes, su amabilidad y buen trato, así como lo bonito del lugar, pudiendo visitar zonas de gran atracción turística y su enorme playa. Un lugar recomendable para hacer una buena escapada de buceo acompañada de una buena mesa y visita turística.

Por último mi agradecimiento personal al centro Mergulhomania de Matosinhos, el cual estuvo en todo momento a nuestra disposición y nos permitió disfrutar de una estancia y unas inmersiones sin igual.

Mas información sobre la ciudad:
http://cmmatosinhos.wiremaze.com/

Enlace al FOTODIGISUB 2007:
http://cmmatosinhos.wiremaze.com/pagegen.asp?SYS_PAGE_ID=822240&id=586

Ha colaborado:


MERGULHOMANIA
Centro de Mergulho

Matosinhos - Portugal

www.mergulhomania.com
Email: info@mergulhomania.com

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