Nada. Fue imposible...
Parece ser que nadie tuvo la decencia de guardar una copia de mis entregas originales de la Enciclopedia Chupiguay de la Vida Marina, y debido a ello la fabulosa primera entrega dedicada al peligrosísimo "Plumbeus Photoshopibus" se perdió (like tears in rain, que diría un Nexus 6...)
No estoy enfadado por ello, en absoluto. Yo entiendo que aquellos de vosotros que aún no habéis alcanzado la iluminación Chupiguay consideráis mis obras como pequeños divertimentos sin valor real (hasta que os hago pagar por ello, como siempre. Los chupibuceadores sois así, hasta que no os cobran por las tonterías que os dicen que os van a enseñar en un "curso homologado por una prestigiosa organización", no os creéis que aquello tiene algún valor). Por eso veo normal que los chupibuceadores no lamenten la pérdida de tan maravillosa obra, ni tuvieran el más mínimo interés por conservarla, total, "ya que era gratis y estaba en internet"...
Por otro lado también entiendo que aquellos discípulos que seguís fielmente mis enseñanzas y empezáis a propagar la verdadera religión del buceo no necesitáis leer y releer lo que vuestro maestro os dijo en su día, sino que preferís la transferencia de mi sabiduría por medio oral (sobre todo, recuerdo a algunas discípulas que... pero bueno, no voy a distraerme con temas que no vienen al caso)... Todo esto, desde luego, satisface enormemente mi ego mesiánico (y otras partes), aunque por otro lado me preocupa porque al final váis a acabar haciendo lo mismo que han hecho todos los discípulos de todas las falsas religiones (por supuesto, la verdadera es la mía), que en cuanto sus maestros desaparecen, y por aquello de que "no han dejado nada escrito", hala, se ponen a reinventar toda la doctrina.
Para evitar que se produzca esa situación (lo de que alguien reinvente mi obra, me refiero, ya que respecto a lo de "desaparecer" ya habréis descubierto que yo soy inmortal en tanto en cuanto siga existiendo la estupidez humana y su representación submarina en forma de chupibuceadores, chupicentros, chupicursos y demás caterva)... pues como decía, para evitar que ocurra todo eso, he tenido a bien recuperar del fondo de mi cerebro (detrás de algunas cajas de cerveza y unas botellas vacías de Jack Daniels) las notas de campo relativas a aquella especie, y reescribir de nuevo el artículo dedicado al temible, aborrecible, ignominioso.... "Plumbeus Photoshopibus"
Que ustedes lo disfruten.
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Parte 1. El descubrimiento ("P'abernos matao")
Todo comenzó aquel día gris y oscuro de invierno en el que me hallaba yo tranquilamente en el fondo de una cala de la reserva marina que tengo aquí al lado, enfundado en un semiseco, con mis fusiles y mi botella de 18 litros -para poder aguantar más tiempo, ya sabéis-, dedicado a cazar a destajo cuantos juveniles de abade y mero se toparan mis ojos.
Sí, lo sé, sé que algunos pensáis que esto es intolerable, inaceptable e inadmisible, y que debería ir a la cárcel por semejante delito, pero, ¿qué queréis que le haga? ¡No encontraba el shorty que suelo usar por ninguna parte, así que tuve que pedir prestado un semi, aunque un auténtico buceador chupiguay nunca tenga frío, como bien sabéis...!
Antes de que alguien pregunte, os aclaro que el motivo de cazar juveniles no es porque me perjudique la espalda cargar con bichos adultos de un centenar de kilos (que también), sino porque tengo convencidos a los restaurantes de la zona donde vendo mi pesca que los adultos son menos tiernos, y principalmente que "no están de moda", y claro, como todos estos chupi-chefs de hoy en día se autotitulan sin excepción "discípulos de Ferrán Adriá" y estan dispuestos a preparar una "espuma de mejillón", una "espuma de pulpo", y hasta una "espuma de espuma de mar", pues se lo tragan todo (como mi amiga Stormy Daniels), y no hacen muchas preguntas acerca de dónde y cómo obtengo estas piezas, siempre y cuando estén "a la moda".
Pues bien, me hallaba yo enfrascado en "animar" a salir de un agujero en las rocas a un estupendo mero moteado, cuando tuve la desagradable sensación de que había algún tipo de ser a mi espalda. Me giré y, de repente, *wwhhhOOOOOOSH*, un fogonazo de luz me dejó más ciego que cuando salgo a tomar unas cuantas copillas con los amigotes las noches antes de hacer un par de inmersiones profundas.
Aún a ciegas adopté la pose de "grulla con hemorroides" que tan bien le funcionaba al Karate Kid ese, dispuesto a vender cara mi vida (ya sabéis, yo en esto de sacar dinero a quien sea y como sea, lo mantengo hasta el final...), pero no hizo falta que aquel atacante probara el filo de mis aletas... Cuando me recuperé de aquel fogonazo, me di cuenta que aquel extraño ser seguía fijo en la misma posición en la que me lo había topado, enfilando hacia el pobre mero que aún se hallaba en la grieta, y que arrinconado mostraba un aspecto más asustado que una anciana cruzando un paso de peatones en el barrio de Farruquito.
A pesar de la repulsión que provocaba en mí la visión de aquel abominable ser (el mero no, leche, el otro...), tuve la certeza que me hallaba ante una especie merecedora de un artículo de mi Enciclopedia, así que saqué mi cuadernillo de notas de campo, y me dispuse a seguirla para estudiar su naturaleza y sus hábitos
Parte 2. La morfología ("joer, qué bissssho más raro")
Tras unos minutos observándola, y tras comprobar que la especie parecía más bien estúpida (aunque peligrosísima, como luego os explicaré), me decidí a seguirla, y pude anotar unas cuantas características muy interesantes.
Estos bichejos tienen un aspecto relativamente antropomorfo en la parte inferior de su cuerpo, aunque con ligeras variantes debidas a su aparato motor y su forma de desplazarse. Por lo general este ser se impulsa recorriendo cortas distancias en busca de presas, y permanecen quietos durante la mayor parte de su vida haciendo la captura de esas piezas y digiriendolas (imagino que tienen un metabolismo bastante lento) por lo que tampoco han desarrollado mucho las extremidades inferiores.
De hecho, he podido comprobar que la gran mayoría de ellos, por no decir absolutamente todos, emplean las extremidades inferiores para golpear con energía los fondos (arenosos o rocosos) mientras se sitúan en posición de ataque, lo cual imagino que tiene una finalidad eminentemente territorial, o quizá intentan aturdir con sus golpes a alguna de las pequeñas criaturas que puedan caer bajo el perímetro de sus aletas, para posteriormente atraparlas.
Relacionado con este batimiento habitual del fondo marino por parte de esta especie, he constatado que son bastante "exquisitos" a la hora de alimentarse, ya que siempre que se levanta algo de sedimento, suelen esperar a que éste se asiente antes de atacar (cosa que entiendo perfectamente: a mí tampoco me gusta notar la tierra en los berberechos cuando me los como...)
Pero sigamos con la descripción morfológica... En la parte superior de la criatura la siempre sorprendente evolución ha hecho que los individuos de esta extraña especie desarrollen una segunda cabeza, de mayor tamaño a veces que la cabeza original, y que es con la que parecen ejercer realmente todas las funciones intelectuales (lo cual no me extraña, ya que la otra parece bastante atrofiada) y gran parte de las fisiológicas.
Esta cabeza principal está soldada al tronco de la criatura por lo que en otros animales serían las extremidades superiores, que en este caso se separan generalmente del tronco con un ángulo de apertura que para nosotros los humanos sería imposible de mantener durante mucho tiempo. Estas extremidades superiores permanecen sólidamente fijadas a la cabeza principal, aunque la criatura se vea sometida a cualquier peligro, accidente o ataque, lo cual me confirma que dichos "brazos" actúan realmente como una doble columna vertebral que une dicha cabeza principal con el tronco de este ser.
La cabeza secundaria sólo se mantiene para algunas funciones fisiológicas como respirar, aunque en la mayoría de los ejemplares que he analizado tampoco parecen requerir mucho de dicha función respiratoria. Tras un estudio detallado, he logrado detectar en esta cabeza secundaria algo parecido a nuestros ojos, de un tamaño muy, muy pequeño, pero curiosamente uno de ellos permanece siempre cerrado, y creo poder asegurar que el otro no tiene una función muy definida, ya que realmente no ven a través de él, sino del ojo principal que tienen en la cabeza primaria. Quizá sea una reminiscencia de algún pasado evolutivo de la especie, cuando sus cabezas eran más "analógicas", por llamarlo de algún modo.
La cabeza principal, que como indicábamos está soldada al tronco por una especie de extremidades, también permite evaluar el grado de madurez del individuo. Cuando son juveniles, dicha cabeza todavía no se encuentra muy desarrollada. Según va pasando el tiempo, les suele crecer una especie de palpo o antena luminosa a un lado de la cabeza (que también suele aumentar de tamaño adecuadamente), y en estado de madurez completa (desde un punto de vista general, ya que la madurez sexual no parecen alcanzarla nunca), la cabeza alcanza un tamaño espectacular, con un ojo principal similar a una cúpula traslúcida, y con dos antenas móviles de enorme tamaño que giran alocadamente a ambos lados de la cabeza principal, intentando detectar posibles piezas con sus haces luminosos.
Parte 3. La dieta alimenticia ("A dios pongo por testigo de que nunca volveré a pasar hambre")
Tras golpear a uno de estos seres en la cabeza principal y hacerle una autopsia rápida (esto obviamente afectó sobremanera a la criatura, que debido al dolor -supongo- empezó a agitar su atrofiada cabeza secundaria y las extremidades hasta que le apunté con el fusil), he podido obtener unos resultados estremecedores, y es que estos desagradables seres también usan esta cabeza principal para todo lo relacionado con el ciclo digestivo.
El aparato digestivo de estas abominaciones es tremendamente simple, pero efectivo. Una vez que los palpos o antenas detectan la posible presencia de una presa, se alinean y apuntan los haces luminosos que salen de los extremos en su dirección. A continuación emiten un destello mortal que captura a la criatura, y la hacen pasar a una especie de estómago, que he denominado "tarjeta de 1Gb". Algunas criaturas tienen estómagos mayores, según su capacidad digestiva y su insaciable apetito, aunque también creo que tiene algo que ver con aspectos sexuales, por aquello de que los machos que aspiran a dominar mayor territorio suelen hacer alarde del tamaño de su estómago tarjetero, donde caben millares de piezas en proceso de descomposición.
Una vez capturadas y depositadas en el estómago las piezas es cuando tiene lugar el proceso de la digestión propiamente dicho. La criatura emplea unos intestinos que he denominado "photoshop" donde actúan un tipo de enzimas llamadas "filtros" o "plugins", que trituran y digieren la presa capturada hasta dejarla completamente irreconocible. Una vez terminado todo el proceso, los residuos o detritos son expulsados por una terminación que he denominado "salida USB".
Parte 4. La vida social ("Gracias por compartir")
Preparaos para lo peor, amigos y discípulos Chupiguay... porque tras todas estas características, aún faltaba una, la más repugnante, la más temible, la más aborrecible e inhumana que se conoce sobre la faz de la tierra, bajo ella, o en las procelosas y tenebrosas aguas del más negro océano (joer, parezco Lovecraft).
Contemplando cómo unos pocos seres de esta especie completaban la digestión de una gran cantidad de piezas, me encontré con el descubrimiento más sorprendente. Siempre que uno de ellos ha completado la digestión y expulsado los desechos por el extremo USB al que hacía referencia, el resto de miembros de su especie se acercan inmediatamente y comienzan a emitir sonidos y gestos aprobatorios ante la expulsión de aquellos residuos, agitándose espasmódicamente con extraños rituales de aceptación que me hacen pensar que este proceso de coprofagia debe formar parte de algún tipo de rito social.
De todos modos, son bastante poco constantes. Tan pronto como otro de los miembros de la especie defeca su tanda de desechos tratados por el photoshop, todos abandonan al anterior y se desplazan rápidamente alrededor de ese individuo para iniciar de nuevo su danza y emisión de sonidos aprobatorios ante la cantidad y calidad de los desperdicios emitidos. A mayor cantidad, y más tratados por las enzimas del photoshop, más calidad otorgan estos seres a los restos y ubican al individuo en un rango superior de su primitiva estructura social.
Epílogo. La amenaza ("Ya están aquíiiiiii...")
Tras todos estos estudios de campo decidí finalmente bautizar a esta especie como "Plumbeus Photoshopibus" (lo primero por lo pesados que son, y lo segundo en honor al órgano interno que descubrí en su interior) y procedí a hacer un análisis del impacto de dicha especie en nuestro entorno, para mi gran desolación.
Tened cuidado, queridos discípulos Chupiguay. Esta especie es peligrosa, muy peligrosa. No sólo de manera aislada (tal y como os narraba al inicio en el ataque al que fui sometido), sino porque he ido detectando en los últimos meses desde que hice tan fatal descubrimiento, que el ritmo de reproducción de la especie es alarmantemente alto. Aún no sé si se reproducen por esporas, por bipartición, o algún otro mecanismo asexuado, pero el caso es que lo que inicialmente era una presencia ligeramente molesta, está tomando el cariz de una epidemia en toda regla.
No os desaniméis ni seáis pusilánimes ante estos seres. Recordad la regla que daba el sargento Esterhaus en "Hill Street Blues": Vayan a por ellos, antes de que ellos vayan a por ustedes... Si en algún momento a lo largo de una inmersión notáis que alguna de estas horribles criaturas se acerca en vuestra dirección y sus antenas detectoras de presas comienzan a girar hacia vosotros, no lo dudéis ni un instante y atacadles directamente a la cabeza. Está en juego vuestra vida, y el que acabéis en su aparato digestivo de 1Gb, siendo triturados por el photoshop para acabar convertidos en un simple desecho que otra criatura de su especie alabará con un "Gracias por compartir...".
Aún no se ha descubierto la vacuna definitiva ni el arma de destrucción masiva que acabe con ellas. Tengo constancia de que aunque les arrancas la cabeza, en muy poco tiempo les vuelve a nacer otra, cual hidra mitológica, sin más daño en su integridad que en una parte de su cuerpo que denominaremos "bolsillo"... es terrible, amigos, es terrible... ¿cómo podremos acabar con semejante plaga?
Yo, por mi parte, sigo utilizando las técnicas que tan buen resultado me dan (levantar el fusil y apuntarles al ojo de su cabeza principal), pero si no tenéis mi valor y sangre fría, os recomiendo que utilicéis una técnica muy sencilla: levantad MUCHA arena del fondo. Con ese sencillo movimiento, veréis que la criatura se espanta enormemente y se aleja rauda y veloz en busca de parajes con mayor transparencia donde proseguir su caza, lo que os permitirá sobrevivir un día más al peligro.
Aaaay, y aún queda más... Lo que os he narrado no es lo peor... lo peor es la asociación simbiótica del "Plumbeus Photoshopibus" con otra espeluznante criatura tan terrible y peligrosa como él, pero de eso ya os hablaré en otra entrega...
Hala, a seguir bien,
Chupiguay