Un equipo técnico desplazado al archipiélago de Cabo Verde se encargó de recoger de las playas de Boa Vista 12 nidos recién puestos -nos encontramos en la época de puesta en esta región-, seleccionados por sus escasas posibilidades de supervivencia debido a que se encontraban en un entorno con muchos depredadores.
Ocho de estos nidos, con alrededor de medio millar de huevos, fueron trasladados también ayer mismo en helicóptero desde Gran Canaria hasta el Campamento Tortuga de Fuerteventura, donde fueron enterrados emulando el procedimiento de las propias tortugas: a medio metro de profundidad y en un hoyo cavado en la arena más ancho por la base.
Natalia Évora, consejera de Medio Ambiente del Cabildo de Fuerteventura, se había desplazado en avión desde el domingo a la Isla de Boa Vista para presenciar personalmente la operación. Mario Cabrera, presidente del Cabildo de Fuerteventura, y Domingo Berriel, consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno de Canarias, presenciaron también el proceso de enterramiento en Fuerteventura, acompañados de otras autoridades insulares y locales.
Otros seis nidos fueron trasladados al centro en Taliarte del Instituto de Investigación de Ciencias Marinas, en Gran Canaria, y a la Estación Biológica de Doñana, en Andalucía, para estudiar el proceso de gestación paralelamente en incubadoras. Ana Liria, coordinadora del ICCM en la Isla recordó que, al igual que en la experiencia del año pasado, los nidos que se trajeron a Canarias "se seleccionaron previamente en Cabo Verde porque su supervivencia en su propio medio natural de seria muy difícil. Ocurre con frecuencia que una tortuga hace su puesta en una zona con demasiada vegetación o demasiado cerca o lejos del mar, condiciones poco adecuadas de temperatura y humedad que normalmente llevan a la pérdida total del nido, así que lo que único que hemos hecho es repetir el procedimiento que hacemos habitualmente en las playas de Boa Vista de reubicar estos nidos, con la diferencia de que en esta ocasión han sido traídos a otro archipiélago a miles de kilómetros".
Novedades
La principal novedad con respecto al año pasado es que dos de los ocho nidos llevados a Fuerteventura fueron enterrados en distintos puntos de la Playa de Cofete, fuera del criadero acotado junto al Campamento Tortuga. Se trata de una experiencia que pretende analizar el desarrollo de los huevos en condiciones completamente naturales, para luego contrastar los resultados con la eclosión de los otros seis nidos que descansan controlados junto al campamento base. Cofete es una playa de 13 kilómetros de largo, por lo que la ubicación de los 'nidos satélite' ha sido marcada por GPS y sin ninguna indicación física, para evitar que puedan ser localizados por personas ajenas al proyecto.
Cabe recordar que el porcentaje de eclosión de los huevos en la experiencia anterior fue del 85%, lo cual es excepcional teniendo en cuenta que la eclosión en la naturaleza apenas ronda el 50%. El Cabildo de Fuerteventura ha dispuesto un campamento que incluye notables mejoras con respecto al del año pasado, como una caravana para que duerman técnicos y voluntarios y un habitáculo prefabricado para almacenar el material, que durante los dos próximos meses permanecerá atendido las 24 horas del día para supervisar el estado de los huevos y esperar su eclosión.
"Es un proyecto que combina su importancia científica, con la acreditación de la calidad de nuestras playas y aguas, que han sido seleccionadas por su tranquilidad y limpieza. Es un trabajo largo y costoso, pero en el que estamos implicados desde el principio para que pueda ser una realidad dentro de una década", explicó el presidente del Cabildo, Mario Cabrera. Una vez nacidos los ejemplares se trasladarán a un vivero ubicado en el muelle de Morro Jable, donde crecerán en piscinas individuales durante un año hasta su puesta en libertad.
El vivero de Morro Jable tiene actualmente varios cientos de tortugas de un año de edad, nacidas el invierno pasado en Cofete y que serán devueltas al mar este mismo mes. El proyecto científico, en el que colaboran la ULPGC, el Cabildo de Fuerteventura, el Gobierno de Canarias, el Ayuntamiento de Pájara y el Ministerio de Medio Ambiente, comenzó desde hace 5 años, con la formación en Cabo Verde de un grupo de científicos y voluntarios que siguieron el nacimiento de tortugas 'in situ', y que serán los que ahora lo hagan en Fuerteventura.
A partir de entonces, y bajo la supervisión del profesor de la ULPGC Luis Felipe López Jurado, se estudiaron posibles playas donde realizar el experimento de reintroducción de tortugas, seleccionando las de Cofete de entre todas las de Canarias e incluso las de España por la calidad de sus aguas y su arena, así como por no haber prácticamente presencia humana que pudiera alterarles el ecosistema.
La puesta de los huevos se tiene que hacer de igual manera durante al menos 10 años, ya que las tortugas vuelven a poner huevos al lugar de su nacimiento cuando cumplen esta edad. Esa será la forma de comprobar que el experimento ha tenido éxito. El que fuera consejero de Medio Ambiente del Cabildo, Lázaro Cabrera, y Luis Felipe López Jurado, impulsaron este proyecto hace años al comprobar cómo una tortuga laud anidaba en las playas de Fuerteventura. Entonces se comenzó a trabajar en el proyecto de reintroducción de una especie, la Caretta caretta, cuyas referencias históricas de presencia en Canarias se remontan a la época de la conquista. Es una especie considerada 'en peligro' y 'de especial interés' para la comunidad científica.
Las primeras tortugas boba nacieron a mediados del mes de noviembre de 2006 en una exitosa eclosión en la que los tres nidos reubicados en Cofete, después de haber sido trasladados en helicóptero desde Cabo Verde, tuvieron un porcentaje de supervivencia del 85%. Ahora, nueve meses después, de las 138 tortugas que quedaron en la guardería otros dos grupos de control de alrededor de 20 ejemplares fueron enviados a los centros de Taliarte, en Gran Canaria, y a la Estación Biológica de Doñana- tan sólo seis ejemplares han perecido por causas naturales en Morro Jable, lo que significa un porcentaje de supervivencia del 95%