Aunque no lo crean, la merienda forma parte de una nutrición balanceada. Alrededor de tres horas después del desayuno y de nuevo unas tres horas después del almuerzo, puedes tomar un bocadillo ligero y bajo en calorías, como una fruta, un puñado de nueces sin sal, un batido nutritivo o un yogur bajo en grasas. El objetivo no es satisfacer completamente el hambre, sino mantenerte a flote hasta la próxima comida; comer comidas y bocadillos a horas fijas todos los días puede contribuir a una buena digestión. nutricion-herba.es