Gran Bretaña vuelve a dar muestras de la pujanza de su sociedad civil en un caso de resistencia contra los contratos de parte de su Gobierno con los Cazatesoros. En efecto, arqueólogos y descendientes de los tripulantes del HMS Victory, la nave hundida en 1744 en el Canal de la Mancha, han presentado una denuncia ante la administración marítima contra las actividades de los cazatesoros, según informaba hoy el diario “The independent”.
Por ello, ahora la vigilancia marítima de Gran Bretaña investiga a una empresa cazatesoros norteamericana por explorar presuntamente sin licencia los restos del naufragio de un buque de guerra, hundido hace 276 años. La empresa es bien conocida en España por sus polémicas andanzas: Odyssey Marine Exploration, y en 2008 anunció el hallazgo en el Canal de la Mancha de un barco importante, el HMS Victory, predecesor del buque insignia de Nelson. El buque se hundió en 1744 con el almirante Sir John Balchen a bordo, y se cree que el pecio podría aportar hasta 700 millones por las monedas que cargaba, si se decide vender los cañones de bronce y el resto de metales preciosos que portaba.
Pero el descubrimiento del HMS Victory trajo polémica, por las quejas de los arqueólogos británicos y de los descendientes de los mil hombres que se hundieron con el navío. Para ellos, el mero intento de recuperar el oro y otros objetos y explotar el yacimiento económicamente sería indeseable y de muy mal gusto
Ahora, la disputa ha dado un nuevo giro después de que la Oficina de Regulación Marína (MMO por sus siglas inglesas), que regula las actividades marítimas, investiga la denuncia de que Odyssey Marine Exploration estuvo el año pasado explorando el pecio sin tener licencia. Los investigadores están analizando las imágenes de un documental rodado a bordo de uno de los barcos de la empresa cazatesoros, en las que se aprecia el descubrimiento de una calavera en el fango del fondo marino. La MMO ha confirmado que “existe una investigación actualmente relativa a actividades junto a los restos del HMS Victory”.
Como se trata de un buque de Estado, protegido por la inmunidad soberana, no puede ser explorado ni sometido a actividad alguna sin la aprobación del Gobierno. Curiosamente, ha sido el Ministerio de Defensa británico -viejo aliado de Odyssey cuando sus barcos estaban en Gibraltar- quien donó el pecio a una Maritime Heritage Foundation (Fundación para el Patrimonio Marítimo). Fue esta fundación la que negoció el contrato con Odyssey Marine Exploration. Lord Lingfield es quien puso en pie esa fundación. Su contrato prevé que Odyssey reciba el 80 por ciento de las monedas y el 50 por ciento del valor de los cañones.
Sin embargo, parece que, según el acuerdo previo del Gobierno con la fundación, cualquier trabajo exploratorio en el yacimiento solo puede llevarse a cabo tras la aprobación de los ministros, y siempre que haya un proyecto respetuoso con los acuerdos que Gran Bretaña ha firmado para respetar la Convención de la Unesco, el referente mundial que los cazatesoros impugnan una y otra vez.
Un descendiente del almirante Balchen, el marino que se hundió con el Victory, llamado Richard Temple West, ha escrito una carta a David Cameron en la que le recuerda que “consideramos el HMS Victory como un pecio de gran importancia histórica, pero entendemos esto indisolublemente asociado con el hecho de que el yacimiento es también un cementerio y un memorial, lo cual hace totalmente inapropiado que sea sujeto a un contrato comercial para explotar su carga”
Estas palabras cargadas de dignidad y memoria honran tanto a los hombres que naufragaron sirviendo a su país como a los más altos ideales de la ciencia arqueológica, cuyo único fin es compartir el conocimiento y nunca la venta de un patrimonio que debe ser de toda la humanidad.
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