Hay un pueblito de pescadores en Brasil, cercano a Buzios, que es la nueva meca de los buceadores del mundo. Arraial do Cabo fascinó al navegante florentino Américo Vespucio, a quien este continente le debe su nombre.

Los viajes que el navegante y cartógrafo italiano Américo Vespucio relató en seis cartas no convencieron a sus revisionistas, quienes dudaron de que hubiera llegado al Río de la Plata y a la Patagonia, porque nada cuenta de estepas, soledades y tierras áridas.
En una de esas cartas, escrita en 1503, afirma que desembarcó en una playa a la que llamo Cabo da Rama --actual Praia dos Anjos--, que en aquel tiempo estaba habitada por los indios Tamoios y a la que luego llegaron los conquistadores portugueses.
Tiempo atrás, la abundante madera de los bosques había despertado la codicia de los corsarios franceses, quienes se aliaron con los nativos, para dedicarse al rentable comercio del contrabando, amparados por las abrigadas y ocultas calas costeras.
El saqueo duró hasta 1615, cuando se fundó Cabo Frío y los extranjeros fueron expulsados.
Ese lugar, una lengua de tierra que se adentra en el Océano Atlántico, fue uno de los primeros asentamientos poblacionales de Brasil.
Actualmente tiene 11 playas, dos de ellas céntricas, algunas de aguas cálidas y otras de aguas heladas, un cielo de un color azul profundo y sosegadas noches de luna llena.
Hasta hace pocos años era un enclave humilde, con muy pocos albergues, donde el negocio turístico se instalaba sin apuro.
La cercanía con la famosa Buzios y con Cabo Frío le fue acercando visitantes, quienes muy pronto descubrieron que bajo sus aguas, que constantemente tornan del verde al azul, el fondo marino era visible desde una distancia que oscila entre los 12 y los 18 metros.
Una condición, en definitiva, que fascinó a los buceadores, que encontraron por allí vestigios de numerosos naufragios y una claridad que encendía su curiosidad.
Había mucho que descubrir en este fondo marino.
Más allá del despegue turístico, hay que reconocer que las raíces pescadoras de su gente están muy aferradas a la bellísima Costa del Sol de Brasil.
Los hombres que cada día se lanzan al mar en sus barcazas, llevando enormes redes y aparejos, suelen subir hasta las altas dunas, para saber, antes de partir, dónde están, esa mañana, los bancos de peces.
Una ceremonia imposible de realizar si el agua no fuera tan pura y transparente.
Y cuando regresan, con el sol ya atrapado por el horizonte lejano, traen el pescado fresco que le hurtaron al mar.
Los nativos "cabistas" conforman un pueblo simple, pero a la vez creativo, de muy buen humor y siempre hospitalario.
Las mujeres son hábiles en el manejo de las tradicionales "rendas de bilro", que son tejidos de encajes hechos con bolillos de madera, un trabajo artesanal que heredaron de las lusitanas, damas que llegaron acompañando a los conquistadores.
De esos bolillos, que en Brasil se llaman "bilros", surgen prendas de colores intensos y también de un blanco purísimo, este último el que usan las mozas del pueblo.
Esta labor fue de gran ayuda en la economía familiar y un buen complemento para la actividad pesquera de los hombres, cuyas técnicas y secretos están muy bien guardados en el imaginario popular.
De esa forma, van pasando de una generación a otra.
La gente cuenta que en esas costas se produce un fenómeno oceanográfico muy raro y poco frecuente en el planeta tierra.
Se llama "ressurgéncia" y consiste en el ascenso de aguas profundas, ricas en nutrientes, que proporcionan alimento a los peces y favorece la pesca.
Por esa razón, no es extraño que Arraial do Cabo fuera uno de los dos primeros municipios del país en crear, en 1997, una Reserva Extractiva Marina.
Luego fue avalada por una Ley Federal que protege la pesca artesanal, aunque es la comunidad la que está atenta y controla todas las actividades marinas.
Los tiempos pasados también dejaron su huella, como el Viejo Farol, el más grande de los monumentos históricos, cuya construcción, en 1836, fue ordenada por el Emperador Don Pedro II.
Claro que el vigía fue desactivado en 1866, porque siempre estaba cubierto por la niebla.
Arraial do Cabo es uno de los destinos brasileños que surgen con la perfecta combinación de paredes rocosas, exuberante vegetación tropical y aguas cristalinas y profundas.
La Playa del Farol, en la isla homónima, es una de las más perfectas de Brasil, donde las puestas de sol son sencillamente memorables.


CORINA CANALE






LEYENDA DE NUESTRA SEÑORA


La Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios está en una pequeña colina de la Praia dos Anjos, donde en 1506 se celebró la primera misa católica en tierras de Brasil.
Una leyenda relata que durante una tempestad un rayo cayó sobre una gran roca y abrió en ella una enorme rajadura.
Poco después, pasó por allí un pescador, miró hacia el interior de la cavidad y encontró en la piedra la imagen de la santa.
Después de orar y cuando la tormenta amainó, el hombre contó su aventura y, actualmente, ir en barco hasta la histórica roca es una de las propuestas turísticas de Arraial do Cabo.


TIPS


Dónde está
Arraial do Cabo está en la Región de los Lagos, a 180 kilómetros de Río de Janeiro, 37 de Buzios y 14 kilómetros de Cabo Frío.




Un imán
Es el tercer mejor destino de buceo de Brasil, después del Parque Marinos del archipiélago de Fernando de Noronha, en Pernambuco, y del Parque Marino Abrolhos, el mayor de Brasil, un archipiélago que está en el litoral sur del estado de Bahía.



Fiestas populares
En junio se celebra Corpus Christi, con las calles adornadas por multicolores alfombras de sal, y la Fiesta de San Pedro, el Patrono de los Pescadores.



Para contratar
Actúa como operador receptivo SunTime, cuya web es: www.suntimebrasil.com y posee el e-mail info@suntimebrasil.com



Dónde informarse
Más información se puede encontrar a través del e-mail: turismo@arraial.rj.gov.br


(numeros grandes)
180 kilómetros separan a Arraial do Cabo de la ciudad de Río de Janeiro.
Los hombres que cada día se lanzan al mar en sus barcazas, llevando enormes redes y aparejos, suelen subir hasta las altas dunas para saber, antes de partir, dónde están, esa mañana, los bancos de peces. Todo sería imposible si el agua no fuera tan pura y transparente.