El pasado viernes se dio el pistoletazo de salida a la temporada anual de caza de focas en la isla canadiense de Terranova. El gobierno canadiense ha incrementado en 100.000 ejemplares la cuota legal de captura. Este año, la ley permite a los cazadores masacrar 380.000 focas.
La decisión es tremendamente polémica y se cree que responde a criterios puramente políticos, en respuesta a la Unión Europea, que ha prohibido totalmente el comercio de productos derivados de este animal. La resolución entrará en vigor en agosto. Este es el último varapalo a una industria ya de por sí deprimida por el descenso en la demanda y la reducción de precios -hoy se pagan 14 dólares por unas pieles que, hace unos años, valían 100-. Una vez cerrado el comercio europeo, Canadá está dirigiendo su mirada hacia China, y el gigante asiático parece estar respondiendo de forma positiva.
Se estima que hoy viven algo menos de siete millones de focas en Terranova, más del triple de las que vivían en la isla en la década de los 70. Este crecimiento en la población de estos animales es la explicación que el Gobierno brinda al incremento de la cuota de caza.
Sin embargo, el último año no ha hecho sino perjudicar a la especie. Este invierno ha sido el más cálido de los últimos 60 años, y la calidad del hielo en el que habita la foca arpa ha sufrido notablemente. El año pasado se capturaron 74.581 focas arpa, de una cuota legal de 280.000. No deja de ser paradójico que el Gobierno suavice ahora el límite permitido y no lo hiciera en 2008, cuando la tasa de caza fue de 217.857.
De la foca, hoy en día, se aprovecha todo. Tradicionalmente, su piel era un producto de lujo, sobre todo la de los cachorros, pero ahora su carne también se utiliza, sobre todo para elaborar piensos animales, y su grasa se usa como aceite para la fabricación de jabones, en el curtido de pieles de animales y como lubricante. Ultimamente se han desarrollado nuevos derivados y se está investigando el uso de válvulas de corazón de focas de Groenlandia en la cirugía cardiovascular humana.
Las protestas de los grupos ecologistas no se han hecho esperar. El pasado jueves, un centenar de personas se dieron cita a la puerta de la embajada canadiense, en Madrid. Bajo el lema 'Canadá, el mundo te mira', los manifestantes se congratularon de la prohibición de la UE y esgrimieron que el gobierno canadiense "ya no tiene ninguna excusa" para seguir aumentando la cuota. Sólo Noruega sigue permitiendo la caza de focas, después de que Rusia prohibiera la captura de crías de menos de un año en 2009.
La embajada canadiense se defiende y argumenta que en su país "no se cazan crías de focas desde 1987", que los métodos que se emplean "no son crueles" -la legislación obliga a procedimientos "rápidos e incruentos" y exige que se determine "claramente la muerte del animal" antes de quitarle la piel-, que la caza es sostenible y está controlada por el Ministerio de Pesca y Océanos. Además, ha recordado que la caza de estos animales supone una importante fuente de ingresos para miles de familias.