Debajo de las heladas aguas de la costa de Maine, al noroeste de Estados Unidos, reposan cientos de miles, tal vez millones, de 'trampas fantasma' para langosta. Extraviadas a lo largo de los años debido a tormentas, muchas de estas trampas siguen capturando langostas. Los biólogos marinos señalan que las trampas para langostas, cangrejos y peces que se han extraviado o han sido abandonadas invaden las aguas costeras del planeta, presionando aún más a las poblaciones de peces ya colapsadas. Sólo en aguas de los Estados Unidos cada año se extravían millones de dólares en alimentos de valor comercial.
‘Sería muy interesante si pudiéramos secar el océano y mirar lo que hay allí abajo,’ decía Holly Bamford, jefe del programa de escombros marinos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, NOAA.
El alcance del problema que suponen las trampas fantasma en Maine no se conoce en su totalidad, sin embargo, los pescadores de langostas dicen que algunas veces recuperan trampas que encierran langostas desnutridas o caparazones de langostas que han sucumbido o que han sido devoradas por otras langostas.
La mayoría de pescadores de langosta cree que esta situación empeorará con la nueva regulación federal que requiere a los pescadores el uso de un determinado tipo de cabo para su equipo, propenso a romperse y que agravará el número de trampas extraviadas.
Los pescadores han estado extraviando y desechando equipo durante tanto tiempo que han entretejido los mares del mundo. Sin embargo, el abanico e impacto de esta basura ha aumentado en los últimos 50 años con el incremento de la pesca, especialmente debido al uso de equipo de pesca duradero y no biodegradable.
La habilidad que tienen las trampas de langosta extraviadas para seguir pescando disminuye a medida que el cebo, normalmente arenque u otro pescado azul, desaparece. Sin embargo, los científicos creen que las trampas siguen capturando langostas, atrayendo aquellas criaturas que buscan refugio. Y aunque se requiere que las trampas dispongan de aperturas de escape que se abren con el paso de los días, no todas las aperturas cumplen con este requerimiento.
Los estudios llevados a cabo a lo largo de las costas de Estados Unidos en relación a la pesca fantasma están en curso o se han completado recientemente. Estos estudios incluyen estudios para las trampas de cangrejo de Dungeness en Alaska, Washington, Oregon y California; trampas para el cangrejo azul o lubina frente a la costa de Carolina del Norte; trampas para cangrejo azul en la Bahía de Chesapeake y Golfo de Méjico, trampas para langosta roja en Florida y trampas para peces en las Islas Virginia, en Estados Unidos.
Otros estudios han revelado el impacto que tienen las redes de pesca extraviadas halladas en Puget Sound, en Washington, y frente a la costa de las Islas Hawai, donde se han llegado a recoger más de 600 toneladas de redes.
Los hallazgos serán registrados y valorados con la esperanza de determinar la efectividad que tienen las trampas para seguir pescando tras haber sido extraviadas. En función de su condición, las trampas que se recuperen se devolverán a sus propietarios, reciclarán o desecharán.
En Maine, donde los pescadores de langosta pescan activamente con más de 2 millones de trampas, se estima que entre un 5 y un 10 por ciento, esto es, 100000 a 200000 trampas, se extravían en un determinado momento. En una década puede suponer entre 1 o 2 millones de trampas extraviadas. De ser ese el caso, frente a la costa de Maine podría haber tantas trampas extraviadas como el número de trampas actualmente en uso.
Ben Crocker Jr., un pescador de langostas de Roque Bluffs, al este de Maine, dice que la mayoría de pescadores de langosta cree que las trampas extraviadas no están capturando langostas debido a su deterioro y a la falta de cebo. ‘En gran parte es basura depositada en el fondo marino,’ señala.
Hace dos años, Ian Lussier de Owls Head junto con otro pescador en la Bahía de Penobscot recuperó varios cientos de trampas en profundidades de entre 100 y 400 pies. Algunas aún tenían las etiquetas que revelaban que su propietario había sido un pescador de langostas que no pescaba desde hacía más de una década. Otras trampas estaban hechas de madera, no usadas desde hace 25 años.
La FAO informó este año que a parte de la continuada captura de peces y crustáceos, se sabe que las redes y trampas extraviadas atrapan a ballenas, aves marinas, tortugas y otros animales y que también pueden dañar el medioambiente bentónico, o suelo marino, y crear peligros a la navegación.