Un tesoro de más de 400 millones de euros expoliado ante la indiferencia política. La lucha de un hombre, Lorenzo ´Pipe´ Sarmiento por recuperarlo. Mallorca, ´fábrica´ de documentos para la batalla legal. Una historia de piratas del mar con guión de película hollywoodiense

El juez Mark Pizzo puso coherencia y casi punto y final el pasado miércoles 3 de junio a más de dos años de una intensa batalla legal entre España y la empresa norteamericana Odyssey. Su sentencia obliga a estos últimos a devolver todo el material expoliado de la fragata La Mercedes, hundida en el Atlántico por los británicos en 1804. Un tesoro valorado en más de cuatrocientos millones de euros que a punto estuvo de ser vendido al mejor postor vía internet. Pero el sueño americano se encontró con un obstáculo no esperado. Lorenzo ´Pipe´ Sarmiento. Su lucha, sus enfrentamientos con el poder político y su sabiduría lograron parar lo que hubiera sido el mayor robo de la historia arqueológica marina.

Año 1999. ´Pipe´ Sarmiento (Bilbao, 1952) periodista, abogado y escritor, navega tranquilamente por las aguas de la bahía de Algeciras a bordo de su velero Entre el cielo y las olas. La travesía promete ser plácida. Una mañana para tomar el sol y charlar con los amigos. Vistas despejadas a babor y estribor. De repente, un barco llama la atención del capitán Sarmiento. "Será defecto profesional, pero en cuanto me acerqué y observé los movimientos a bordo me dí cuenta de que algo pasaba. No era un simple buque fondeado en medio del Estrecho de Gibraltar". El Sea Hawk, de bandera norteamericana y arrendado por la empresa cazatesoros Odyssey, parecía estar rastreando el fondo marino. Para ello, utilizaban unos magnetómetros capaces de dibujar a la perfección el mapa subacuático de la zona. "Fui corriendo a denunciarlo a la Guardia Civil porque aquello no era normal ni legal. Eran nuestras aguas y no se puede, así como así, hacer en ellas lo que se quiera". Primera alerta y primer desencuentro. "La Benemérita conocía el trabajo de aquel buque pero no podía impedirlo. Tenía las manos atadas".

La historia se repite un año después. El Sea Hawk regresa al Estrecho y comienza sus labores de rastreo. Esta vez su objetivo es más claro. Hallar los restos del pecio HMS Sussex, un galeón inglés hundido en 1694 con nueve toneladas de oro a bordo. "Aquí está la clave del conflicto. Buscan un barco británico en aguas españolas pero, que según ellos, pertenecen a Gibraltar. Según su teoría, tienen derecho. Según la Convención de 2001 propiciada por la Unesco y firmada por España, si el buque es español, nos pertenece", explica Sarmiento. Arranca entonces la batalla diplomática, cruces de acusaciones y la desidia por parte del Gobierno, primero de José María Aznar y por último de José Luis Rodriguez Zapatero.

La experiencia como abogado marítimo y sus años de dedicación al mar, hizo que Pipe Sarmiento, que reside desde hace más de tres años en Mallorca, aventurara un largo proceso. "Lo que estaba muy claro era la estrecha colaboración que Odyssey mantenía con el gobierno inglés y el del Peñón. Habían llegado a un acuerdo. Se repartirían al 50 por ciento el botín a cambio de que las autoridades militares y políticas gibraltareñas hicieran de protectores", cuenta el periodista bilbaíno. Las reuniones con Manuel Cháves, por aquel entonces presidente de la Junta de Andalucía –que tenía las competencias marítimas traspasadas–, y Josep Piqué –ministro de Exteriores con Aznar– no dieron los frutos deseados. De hecho, el Gobierno llegó a conceder el primer permiso, de los muchos que vendrían después, para que el Sea Hawk siguiera buscando el Sussex.

Pero el acoso de los ecologistas y de la Guardia Civil obligó a un cambio de estrategia. La empresa Odyssey, propiedad de Greg Stemm, un superdotado que fue agente del cómico Bob Hope y cuya única ambición es ganar dinero, de hecho se define a sí mismo como un cazatesoros, decide retirar de las aguas gibraltareñas al Sea Hawk y en su lugar ´investigar´ con el Mini-beix. A bordo, dos españoles, requisito ineludible para poder seguir fondeado en aguas del Mediterráneo. Un miembro de la Armada Española y el arqueólogo Iván Negueruela descubren entonces la trampa. "En una de las extracciones que se hacían supuestamente del Sussex, se localizó restos de un cañón y de cerámica. Cuando Negueruela los analizó comprobó que eran restos españoles". Odyssey ya no podía seguir con el engaño. Lo que había encontrado no era el galeón británico sino un buque español.

La Junta de Andalucía, informada entonces del hallazgo, obliga a la Guardia Civil a expulsar a los americanos. El Gobierno central clama por esa decisión. Pero la Junta no se deja amedrentar. Stemm se retira pero no se rinde. Aún le quedaba un último as en la manga.

Durante los siguientes años, hasta el 2004, las reclamaciones se enredan en largos procesos judiciales y denuncias cruzadas. Pipe Sarmiento asesora e insiste en su teoría. Las aguas del Estrecho son de propiedad española, por tanto, Odyssey no tiene ningún derecho. "Y ellos lo sabían. Eran perfectamente conscientes de que no habían encontrado el Sussex. Pero su único interés era hacerse de oro. Y Zapatero creía que haciendo la vista gorda se resolvería el conflicto con Gibraltar y se recuperaría la colonia para España. La inocencia de nuestra clase política propició, de nuevo, que el plan del cazatesoros Stemm tomara nuevos bríos".

Fue a finales de 2005 cuando Odyssey volvió a la carga. Primero con el Ocean Boomer, que durante varios meses marcó y protegió la zona donde se produciría el expolio, y finalmente con el Odyssey Explorer, un antiguo pesquero que participó en la batalla de las Maldivas y que fue equipado en Inglaterra con la más alta tecnología. No la suficiente, sin embargo, para evitar que desde una pequeña casa en el municipio mallorquín de Costitx ´Pipe´ Sarmiento siguiera todos sus pasos a través del satélite AIS. "Él me permitió controlar la posición real del buque. De día disimulaban y se situaban en otro punto de las aguas de la bahía de Algeciras pero por la noche, resguardados por la oscuridad, volvían a la marca, al lugar exacto donde se encontraba hundido el barco español".
Fotografías satélites, confidencias y un último chivatazo –el que apuntaba a la salida de un vuelo desde el aeropuerto de Gibraltar con dirección a Estados Unidos con más de 15 toneladas métricas de material expoliado a bordo y valorado por Odyssey por solo cuatro millones de dólares en la aduana– que servirían finalmente para ganar un juicio que hace justicia. "Fue un 18 de mayo de 2007. Recibí una llamada, fui al aeropuerto de Son Sant Joan y en horas estaba escondido dentro de un coche de alquiler viendo como cargaban todo lo robado. Sentí indignación y pensé que ya era hora de actuar".

La estrategia se fraguó en Mallorca. Repercusión en la prensa, testimonios e investigación. Miles de páginas webs descargadas que ponían de manifiesto lo que Stemm pretendía: venderlo todo en subasta al mejor postor. Un guión de película por el que ya se ha interesado Antonio Banderas, buen amigo de Sarmiento gracias a su pasión por el mar, y que el escritor revela en Expediente Odyssey, un libro escrito en la isla y que publicará Planeta o la Esfera de los Libros. En él contará algunos secretos "que no dejarán indiferentes a los políticos españoles". Aún no se conoce toda la verdad.