Bancos de escurridizos tiburones martillo "vigilan" la base naval de Malasia en las remotas islas Spratly, un área casi sin explorar que cautiva tanto a los gobiernos que se la disputan por sus recursos naturales como a los aficionados al buceo por su biodiversidad marina.

Durante las primeras horas de la mañana, decenas de submarinistas se zambullen en los arrecifes de coral de origen volcánico para contemplar a los escualos, mientras patrulleros de la Armada se encargan de alejar de la zona a pescadores y piratas.

Malasia ha encontrado así una fórmula para promover el turismo a la vez que afianza su posición militar en un área cuya soberanía también es reclamada por Brunei, Filipinas, Taiwán, Vietnam y la poderosa China.

Layang Layang es una isla artificial levantada hace casi tres décadas en Swallow Reef, un grupo de atolones y arrecifes de coral situado en el extremo sur de las Spratly, 300 kilómetros al norte del estado malasio de Sabah (Borneo).

El mismo diminuto archipiélago, cuyo nombre significa "golondrina" en malayo, es conocido como Danwan Jiao en chino, Celerio en tagalo y Da Hoa Lau en vietnamita.

A finales de la década de 1980, el Gobierno de Malasia decidió establecer allí varias bases navales para controlar el tráfico de buques de los otros países que se disputan la zona.

Cuando los militares malasios comenzaron a explorar los arrecifes, hallaron una inmensa biodiversidad marina, destacando los grandes pelágicos como el tiburón martillo.

Este escualo (sphyrna mokarran) recibe su nombre por su peculiar cabeza en forma de T con ojos y orificios nasales en los extremos, que le permiten una visión panorámica e incluso de lo que sucede a sus espaldas mediante un continuo movimiento lateral de la testa.

Puede medir hasta seis metros de largo y pesar casi media tonelada, y su sentido del olfato están tan desarrollado que es capaz de detectar una gota de sangre a un kilómetro y medio de distancia, según los científicos.

El martillo es una de las pocas especies de tiburón que caza en grupo, característica que permite en Layang Layang, si se es afortunado, nadar cerca de un banco de casi cien ejemplares.

Las poblaciones del escualo en Asia se han visto gravemente reducidas por los pescadores furtivos, hasta el punto de que la especie se halla en grave peligro de extinción en esas aguas.

El tiburón martillo es muy apreciado por los restaurantes chinos, que no dudan en pagar grandes cantidades de dinero para poder ofrecer sus aletas en sopa en sus menús.

Los promotores del resort que comparte la isla con la base naval lo saben y cada año reciben entre 1.500 y 2.000 buceadores ávidos de contemplar al animal a entre 30 y 40 metros de profundidad, según el director del complejo, Eugene Foo.

"Swallow Reef ofrece la posibilidad única de explorar un fondo marino que no ha sido visitado por pesqueros ilegales o piratas en más de veinte años" explicó a Efe Foo, quien lleva una década al frente del complejo de Layang Layang.

Gracias a los patrulleros, que vigilan el área protegida declarada en un radio de dos millas náuticas respecto a la isla, el responsable comentó orgulloso que "nadie ha osado penetrar en la reserva en todo ese tiempo".

Sin embargo, se desconoce cómo el área se verá afectada en cuanto los gobiernos que reclaman su soberanía arreglen el contencioso y empiecen a perforar el subsuelo de las Spratly, que se cree esconde vastas reservas de petróleo y gas natural.

Las grandes empresas energéticas de esos países y hasta algunas multinacionales se han adelantado a los políticos y exploran ya por su cuenta los yacimientos situados entre los cerca de 650 atolones, la mayoría deshabitados, esparcidos a lo largo a más de 400.000 kilómetros en el Mar de China Meridional.