Llerena es una de las cunas de los familiares que reclaman a la empresa cazatesoros estadounidense el retorno a España del pecio de Las Mercedes

Muchos pensarán que los hechos del 'desastre' de Las Mercedes -la fragata española hundida en 1804 frente a las costas de Cádiz en un ataque de la armada inglesa- no regresaron del olvido hasta que la empresa cazatesoros estadounidense Odyssey recuperó del fondo del mar en 2007 el rico tesoro -un pecio valorado en 500 millones de dólares- que albergaba. Sin embargo, desde mucho antes, la llerenense Antonia Zambrano Jaraquemada se encargó de que sus hijos y nietos mantuvieran viva esta historia y la memoria de quien más perdió en aquel suceso, el almirante Diego de Alvear.

Desde que el Gobierno español reclamara ante los tribunales de Tampa (Florida) el tesoro de la fragata, los descendientes de Diego de Alvear luchan por el reconocimiento de su figura, sin ninguna pretensión económica.

José María Moncasi de Alvear es el portavoz de los familiares y reconoce que fue la extremeña Antonia Zambrano -su abuela- quien les inculcó este carácter luchador y el amor por sus descendientes. Estaba casada con José María de Alvear, fallecido en la Guerra Civil a los 36 años, por lo que se quedó sola para mantener el legado. La familia de Antonia tenía un gran peso en Llerena, pues fue propietaria del Convento de Santa Ana -en ella recayó su fundación y patronato antes y después de la Desamortización de Mendizábal y lo siguen preservando- y del palacio ahora Hospedería de Llerena.

Reunión en Extremadura

De los ocho hijos de Antonia -que era columnista de HOY en los años 60-, cuatro viven en Extremadura, y todos los demás también tienen casa en la región, repartidos por Mérida, Almendralejo, Llerena, Pallares... José María Moncasi -«extremeñoaragonés», como a él le gusta decir- explica que «ellos han delegado en mí la portavocía de la familia, pero están muy implicados en el asunto y me acompañarán a donde haga falta para luchar por la memoria de Diego de Alvear». No en vano, una vez al año, todos los descendientes del almirante se reúnen en Extremadura.

La familia Alvear ha creado la campaña de firmas Mi voto a España ante el expolio de Odyssey, que recorre todas autonomías para hacerle llegar a la Justicia de Florida que los españoles están en contra del expolio del Odyssey. Aunque algunos pocos de los descendientes de marinos de Las Mercedes se han puesto del lado de la empresa estadounidense -«que les ha prometido el 20% de lo correspondido a su descendiente en el tesoro»- los Alvear y otros muchos apoyan al Estado español por «coherencia con el legado de Diego de Alvear y su lealtad a la Corona y al país; porque fue ya indemnizado -6.000 libras, la mitad de lo que le correspondía-, siendo España la legítima propietaria de los restos del pecio de la fragata Las Mercedes y es el país que ha liderado la firma del Convenio para la Protección del Patrimonio Subacuático, promovido por la Unesco».

Además, 20 años después de la tragedia en aguas de Cádiz (1824) el Estado Español abrió la posibilidad a los descendientes de reclamar sus pertenencias de valor, cerrándose en 1870, por lo cuál, la única forma de lograr compensación económica ahora es estar al lado de la empresa cazatesoros.

Una vida de novela

El andaluz Diego de Alvear -hijo del creador de las Bodegas Alvear de Montilla- fue marino desde pequeño. España le encomendó en 1775 delimitar las fronteras hispanoportuguesas en la parte meridional de Sudamérica. Tras 18 años decidió volver a España en una flota conformada por cuatro fragatas. Junto a su mujer y sus ocho hijos debía capitanear La Mercedes. Pero por caprichos del destino, la enfermedad de su superior le hizo embarcarse, con su hijo mayor, en otro de los barcos.

Cuando los ingleses atacaron cerca de Cádiz a la flota española, Diego de Alvear vio, mientras lucha, que su mujer y siete de sus hijos morían al hundirse Las Mercedes. Aunque en ese momento fuera lo de menos, también perdió toda su fortuna. El rey británico Enrique III queda tan impresionado por la historia que decidió visitarlo en su cautiverio en Plymouth e indemnizarlo, un hecho histórico en la historia militar.

En Inglaterra conoció a su segunda esposa, Luisa Rebeca Ward, de cuyos hijos son descendientes los Alvear españoles del siglo XXI. Tras su regreso a España, la novela de su vida siguió dando interesantísimos capítulos: defendió durante la Guerra de la Independencia la isla gaditana de León, eligió el lugar donde se reunieron las Cortes de Cádiz de 1812 y fue exiliado en la época absolutista de Fernando VII, aunque luego se reconcilió con él llegando a asistir a su boda.

El descubrimiento en 2007 de Las Mercedes y las 500.000 monedas de oro y plata que albergaba ha despertado para la sociedad española la historia de este marino. «Creo que España va a ganar el juicio, aunque irá para largo; a partir de ahí, nosotros nos conformamos con que un museo y una fundación recuerden la figura de Diego de Alvear», expresa Moncasi.