Jean-Ives Blot está considerado como una de las eminencias de la arqueología submarina en el mundo. Su amplio bagaje está ahora al servicio de la exposición conmemorativa "Rande 1702: arde o mar", con la que se inaugurará el próximo 26 de julio el Museo do Mar de Galicia, en Alcabre (Vigo). -¿Se puede afirmar que Rande esconde uno de los yacimientos arqueológicos submarinos más importante de la franja atlántica?
-En la ensenada de Rande hay una gran riqueza histórica, hasta tal punto que el Museo del Mar podría no tener más temas que los galeones de Vigo y estar completamente lleno de piezas de éstos. Pero hay que pensar que la manutención de esta riqueza es carísima y sólo puede ser gestionada con una gran inversión de la administración y la manera de recuperar esa inversión tiene que ver con museos. La realidad es que la riqueza es un viaje en el tiempo, lo que tienen aquí es un pedazo del año 1702 completamente congelado por el fango y eso es lo que hace bellísimo este yacimiento. Si estuviésemos hablando hace cien años, estaríamos hablando del valor económico, pero ahora hablamos de su valor histórico y científico. Lo que queda en el fondo es muy rico pero complicadísimo de recuperar. Por un lado está el fango, que es el gran protector de todo ese material, que es extremamente frágil. Por eso el rescate tiene que ser una auténtica cirugía. La madera parece nueva, pero si se deja a secar al aire, pasado un mes está totalmente destrozada y algo parecido pasaría con una bala de cañón de hierro, pues si quieres salvar el hierro sólo tienes 10 minutos para ponerlo en un baño químico de estabilización. A partir de ese tiempo la estructura del metal queda destrozada.
-Si no es factible la recuperación de esos yacimientos, al menos en su totalidad, ¿habría que plantearse protegerlos en su hábitat actual?
-Si estuviésemos hablando hace veinte años, la posición de la arqueología sería sacarlos y conservarlos, pero esta disciplina es muy joven bajo el agua. En los últimos 30 años se ha verificado que los gastos de conservación son colosales y se están descubriendo más barcos que capacidad hay para gestionarlos. Rande ultrapasa la capacidad de gestión de una sociedad normal. Sería necesaria un inversión de toda Europa durante años y años para conseguir gestionar Rande en su totalidad. Hay una manera de pensar las cosas y es hacer cirugías. Es decir, si se va a investigar un pecio hay que hacerlo de una manera quirúrgica. Hoy es impensable sacar un pecio completo, es una utopía. Lo que se tiene que hacer aquí es sacar una parte significativa y el resto hay que protegerlo in situ de dos maneras: la más económica es dejarlo en el fango, que ha sido el mejor protector hasta hoy y tenemos que pensar en Rande como una reserva de conocimiento y de donde se pueden extraer muestras; otra versión es la del nuevo turismo, los buceadores, que sólo en EE UU ya son más de tres millones y hoy hay un concepto diferente que es el de visitar los pecios in situ, lo que permite poner un sitio invisible dentro de su catálogo de atracciones.
-Sin embargo, en Suecia se recuperó el Vassa...
-Pero hay que ver cuál fue la situación. Mientras en Vigo continuaba la ilusión por las sacas de dinero de los pecios, en Suecia se plantearon gastar un tesoro para sacar el pecio fuera. El resultado final es visible, pues el museo que lo acoge es el más visitado de Suecia. Hay que tener en cuenta que toda la nación participó en este tema. Los suecos pagaron durante años un impuesto para rescatar ese pecio. ¿España, Galicia, están dispuestas a pagar un impuesto para los pecios de Rande? Sólo sería posible rescatar los pecios si todos los gobernantes de Galicia se envolviesen en esta cuestión como lo hizo el rey de Suecia en el caso del "Vassa".
-Así que usted ve más factible aquí un museo submarino...
-Yo creo que no es algo utópico, pero hay problemas técnicos. En Rande existe el problema de la visibilidad submarina. Pero para resolverlo se pueden crear cápsulas de agua químicamente transformadas. Un estabilizador permite coagular las suspensiones orgánicas y dar visibilidad. Pero éstas son decisiones que tienen que ser tomadas localmente. Yo lo tengo claro, si fuese un promotor turístico le pedía al alcalde de Vigo la autorización para llevar a la gente de paseo por la ría.
"Si destrozamos los pecios, destrozamos la historia"
-¿Qué hay de leyenda y qué de realidad en la historia del navío Santo Cristo do Maracaibo, del que se dice que se hundió en Cíes?
-Esto empezó en mil ochocientos sesenta y pico, cuando un coronel inglés con una gran capacidad para organizar buceos de rescate en el Mar Negro durante una guerra entre la Europa occidental y Rusia, fue invitado a venir aquí. Y en su documentación plasmó que uno de los galeones que los ingleses habían apresado se perdió a la salida de las islas Cíes, donde chocó y se hundió. El galeón, según los testimonios escritos, estaba intacto, pero sin las riquezas oficiales de la Corona. Esto fue relanzado por el equipo del americano John Potter en los años cincuenta. Empezaron a bucear al sur de las Cíes. El problema que tuvieron es que no investigaron y pensaron que el navío se hundió inmediatamente en las cercanías. Pero por la investigación hecha por el Departamento de Arqueología Naval del V Centenario, en la que se examinaron la totalidad de los diarios de abordo de los navíos ingleses que acompañaban al galeón nos dicen que éste se hundió mar adentro, muy lejos de tierra.
-¿Todavía hay cazatesoros en busca del botín de Indias?
-Creo que esta parte ya acabó. Hoy hay una conciencia colectiva de lo que es patrimonio y si un político deja destrozar una cosa de éstas... La arqueología es uno de los elementos de la identidad propia y si destrozamos los pecios, destrozamos parte de nuestra historia.