Hay centenares de naves de los vikingos ahí abajo, centenares de viejos barcos mercantes, centenares de barcos de guerra", dijo, Vello Mass, el cazador de botines de naufragios, de 63 años. "El Báltico es el paraíso de los arqueólogos". El experto nacido en Estonia ya ha detectado el lugar donde se encuentra una docena de restos de naufragios, más recientemente el de Russalka, el primer barco blindado de la armada rusa, que se hundió entre Estonia y Finlandia durante una tormenta en 1893 y se ensartó en el lecho submarino como una espada gigante.
En el puente de su pequeño barco de investigaciones científicas anclado en Tallín, el corpulento navegante de ojos azules habla animadamente acerca del próximo tesoro que piensa encontrar: los restos del buque de pasajeros Vironia, torpedeado por los aviones alemanes frente a la costa de Estonia durante la Segunda Guerra Mundial.
La Guerra Fría obstaculizó en gran medida la exploración, y el bajo contenido salino de las aguas del Báltico impidió la llegada a este mar de los organismos que se alimentan de las maderas sumergidas.
El barco real sueco Vasa, el más celebrado del Báltico, estaba tan bien conservado cuando fue reflotado en 1961 -333 años después de haberse hundido- que muchos detalles eran claramente visibles.
El Vasa fue descubierto a unos 30 metros de profundidad en el puerto de Estocolmo por un explorador sueco, Anders Franzen.
"Si el Vasa se hubiese hundido en cualquier otro mar, uno hubiese hallado las partes sepultadas en el fondo marino, pero toda madera expuesta a la acción del mar hubiese desaparecido", dijo Stefan Wessman, arqueólogo del Museo Marítimo de Finlandia.
"El Báltico tiene un enorme potencial -y creo que esto es reconocido por los científicos internacionales", dijo. "No hay nada comparable en el mundo".
El científico estadounidense Robert Ballard, famoso por haber descubierto el Titanic, también reconoce el "potencial para descubrimientos del Báltico, dadas sus extraordinarias características para el mantenimiento de los antiguos barcos de madera".
El barco sueco Jonkoeping, hundido por un submarino alemán en 1916 y recobrado frente a la costa de Finlandia en 1998, llevaba a bordo casi 5.000 botellas de champaña francés destinados al último zar ruso.
Las botellas habían quedado perfectamente bien conservadas a temperaturas constantes de unos 4 grados centígrados.
Varias de esas botellas fueron subastadas en Londres por la casa Christie's y se vendieron a 4.000 dólares cada una.
El Báltico tiene sólo 55 metros de profundidad, con lo cual los restos de los naufragios resultan aquí mucho más accesibles que los del Atlántico, que en ocasiones se encuentran a más de 3.650 metros de profundidad.
Esto preocupa a Ballard, quien dijo en respuesta a un correo electrónico de The Associated Press que algunos artefactos accesibles podrían ser sustraídos por desconocidos antes de que los científicos tuviesen la oportunidad de estudiarlos.
Las nuevas técnicas de los equipos de sonar también mejoran las posibilidades de encontrar restos de naufragios.
Una tripulación submarina sueca que realizaba trabajos de rutina en el 2002 recibió la sorpresa de su vida al encontrar un barco del siglo XVIII al parecer intacto, con un majestuoso caballo de mar de madera erigido en su popa.
La presencia de algunos cráneos humanos en cubierta eran los únicos indicios de que había ocurrido un naufragio.
El barco misterioso no ha sido identificado ni extraído a la superficie.
Durante la Guerra Fría los gobiernos comunistas del Báltico, que incluían Estonia, Letonia, Lituania, Rusia, Polonia y Alemania Oriental, prohibieron casi toda exploración submarina.
"A los soviéticos todo les daba paranoia: que si podíamos ver equipos militares submarinos, que si podíamos escaparnos a Occidente", recordó Mass.
Sin cursos disponibles de arqueología marina, Mass se inspiró en las películas del explorador submarino Jacques Cousteau y se hizo autodidacta.
Al desplomarse la cortina de hierro, los estados del Báltico están nuevamente en contacto. Suecia, por ejemplo, ha donado un moderno equipo de sonar para el pesquero convertido en barco científico de Mass.
Ahora, Mass es uno de los escasos expertos regionales de ese campo y uno de los principales cazadores de naufragios del Báltico.