Se ha descubierto una población -hasta ahora desconocida- de ballenas azules en el sur de Chile, en el golfo del Corcovado. El grupo de expertos que lo descubrió considera que es imprescindible para su conservación que se nombre a esta área zona marítima protegida. El avistamiento se produjo cuando tres científicos del Centro Ballena Azul, situados en lo alto de una colina, vieron sobre el fondo de unos picos nevados salir agua de sus aguas cristalinas en el horizonte. Ese agua venía del espiráculo de una ballena azul: el animal más grande de nuestro planeta, más incluso, que los dinosaurios. Para hacernos una idea, el tamaño del corazón de una ballena azul adulta es el mismo que el de un turismo. Puede medir 33 metros de largo y ha sido cazada casi hasta su extinción. Se cree que quedan, aproximadamente, unas mil unidades de esta especie…
La masacre llegó a su máximo en 1931, cuando 29.000 fueron asesinadas en una temporada. Se prohibió su caza en 1966, pero ya era tarde: su población se había reducido en un 99%. Pero empieza a haber luz al final del túnel.
En el Centro de Investigación Ballena Azul conviven 11 científicos que día a día esperan un avistamiento de estos ejemplares en lo alto de una colina. El biólogo marino Rodrigo Hucke-Gaete, director del Centro Ballena Azul, supervisa la investigación en el centro.
Es una vista espectacular: unos animales tan grandes y tanta facilidad de movimiento. Parecen que nadan a cámara lenta.
Un descubrimiento inesperado
Casi tan sorprendente como estas ballenas en sí es la historia de cómo se descubrió esta población. En 1997, un grupo de científicos abordaron dos barcos a peinar las 2500 millas de la costa pacífico de Chile y hacer un recuento de ballenas azules. En todo ese tiempo, se encontraron tan sólo 40 ballenas. Pero luego un pequeño grupo de los científicos decidió quedarse para disfrutar de un viaje en barco por el Golfo de Corcovado… y allí estaban.
Al parecer, los científicos habían tropezado con una población de ballenas azules, pero no era fácil para confirmar sus hallazgos. Cada año, desde 2003, los científicos han estado en Corcovado, de enero a abril del Sur de verano y así pueden observar a las ballenas. Corcovado es un refugio previamente desconocido que podría ayudar a salvar la especie.
Normalmente, las ballenas tienen que ser estudiados en aguas profundas y de gran costo. Corcovado ofrece una oportunidad única para realizar un seguimiento de las ballenas cerca de la tierra durante un largo tiempo. Los científicos están de acuerdo en que hay que nombrar èste área zona marítima protegida para ayudar a su repoblación.