Expertos creen que el pecio hallado en Bakio en 1985 es un barco inglés de hace 300 años

(El Correo) Sucedió en 1985. Un grupo de submarinistas que buceaba en la ensenada de Bakio descubrió por azar varios cañones de bronce semienterrados en el fondo arenoso.
Las vetustas baterías de artillería parecían querer desvelar a gritos la existencia de un valioso pecio. Pero no fue hasta 1999, tras un fuerte temporal, cuando se extrajeron los primeros restos del lecho marino: munición pesada, dos mosquetes, palanquetas... En total fueron 33 objetos desconocidos, que apenas aportaron luz sobre las características del barco hundido. Bajo custodia del Ayuntamiento, las 33 piezas han conformado, desde entonces, un complejo rompecabezas.

Hasta ahora. Y es que el arqueólogo de Basauri José Manuel Matés Luque y su equipo están a punto de resolver el enigma que mantiene intrigados a no pocos vecinos de la zona durante las últimas dos décadas. El misterioso pecio de Bakio aún no tiene nombre, pero sí datación y forma.

El experto trabaja desde hace tiempo con una interesante hipótesis: «Es probable que el barco hundido se trate de un buque militar inglés del siglo XVIII, con una eslora de entre 20 y 30 metros», afirma en las conclusiones que ha presentado recientemente sobre la primera fase de un estudio encargado y financiado por la Diputación. «Posiblemente fuera una embarcación auxiliar que transportaba algún correo o tropas y tuvo algún problema en el Cantábrico. Puede que acudiera a nuestra costa para refugiarse tras una avería en alta mar», añade.

El arqueólogo basa esta teoría en el análisis del armamento extraído de la ensenada. Los cañones (algunos de ellos adornan en la actualidad el Ayuntamiento de Bakio) son característicos de la armada británica. «Son del tipo Armstrong. Calculo que la embarcación podría contar con entre 10 y 14. Por ahora, hemos encontrado 8», puntualiza el experto. Según ha constatado Luque, estas piezas de artillería dejaron de fabricarse hacia 1790, aunque siguieron empleándose varios años más. Ahí está la primera pista que habla de la posible datación del pecio.

Sin embargo, el indicio más sugerente tiene que ver con los dos mosquetes de chispa extraídos del fondo del mar. «Uno de ellos es típicamente inglés y el otro, el otro es la gran sorpresa de este naufragio», dice el arqueólogo, con cierto suspense. «Se trata de un arma hannoveriana, es decir, de origen centroeuropeo», apostilla.

Soldados centroeuropeos
A simple vista, ambos datos parecen contradictorios, pero Luque explica por qué británicos y germanos compartían barco: «Durante algunos momentos de la historia, el Reino Unido contrató a estas tropas centroeuropeas, eran soldados asalariados». Este hecho le sirve a Luque, además, para apuntalar su hipótesis: «Y uno de estos episodios fue durante el asedio español a Gibraltar (1779-1783). Así que es probable que la embarcación resultara hundida en alguno de esos años, de camino o regreso desde el Peñón», concluye.

En 2004, el arqueólogo vizcaíno dirigió una primera fase de exploración submarina en el lugar del pecio. Aunque ahora la investigación se abre camino lejos del agua, en los polvorientos archivos del Reino Unido. Luque ha recorrido los principales registros oficiales y militares de esta nación.

Teniendo como referencia los cuatro años que van de 1779 a 1783, el arqueólogo de Basauri cree poder hallar documentación decisiva sobre el navío hundido. «La marina británica siempre hacía consejos de guerra a los capitanes que perdían sus barcos, aunque los oficiales no tuvieran la culpa. Siempre se llevaban a cabo pesquisas para esclarecer por qué se había hundido un buque», afirma. Por ello, el especialista vizcaíno confía en dar en breve con los papeles definitivos que pongan nombre y contexto histórico al enigmático pecio de Bakio.