Los arqueólogos se pasan al neopreno
Especialistas de todo el mundo se reúnen en Cádiz en pleno conflicto por el caso 'Odyssey'
La mayoría de los tripulantes del 'Tetis' ya intuían, mucho antes de que se hiciera público, que el pecio saqueado por el cazatesoros 'Odyssey' era español. No necesitaban más datos, antecedentes ni referencias que su dominio científico de la Historia y su conocimiento preciso del litoral. Este antiguo buque oceanográfico alemán, con medio siglo de experiencia crujiendo en sus cuadernas, ha viajado por toda la costa al servicio del Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, el único que cuenta con embarcación propia. A cargo del maestro Javier Nieto, pionero de la arqueología submarina en España, el 'Tetis' fondeó a menos de un día de navegación de donde yacen los restos del 'Nuestra Señora de las Mercedes' para actuar de escuela flotante de 14 especialistas de todo el mundo, que han encontrado en la playa de La Caleta el campo de pruebas perfecto para pulir sus técnicas de prospección y excavación de yacimientos sumergidos.
Profesores y alumnos comparten el mismo diagnóstico: la arqueología subacuática vive un auténtico 'boom' después de décadas ejerciendo de hermana pobre de la terrestre. Si entre 1850 y 1950, Shielemann descubrió Troya, Carter excavó la tumba de Tutankamon y Leigman colocó las pirámides de Palenque en el mapa, es prácticamente ahora cuando acaba de empezar el Siglo de Oro de la investigación histórica bajo el mar. «Hay un componente de aventura que atrae mucho a los alumnos -explica Nieto-, pero sobre todo vienen a estos cursos con la certeza de que el patrimonio sumergido puede ofrecerles incentivos científicos difíciles de encontrar en tierra, porque aquí está casi todo por descubrir». Al margen de que 'Odyssey' haya centrado el foco mediático en la materia, «la verdad es que la concienciación creciente de las administraciones tiene que traducirse, poco a poco, en más programas y proyectos, y eso implica una mayor demanda de profesionales con experiencia».
Especialistas de Francia, Italia, Malta, Portugal o Cabo Verde, entre otros países, 'bajaron a doce metros de profundidad, hasta el yacimiento de Chapitel, uno de los más completos de Europa. A pesar de la aplicación de nuevas tecnologías, el método de inspección del terreno ha variado poco desde que Javier Nieto aprendiera las claves en la Italia de los 70. Gustau Vivar, uno de sus alumnos más aventajados, -monitor en este curso técnico organizado por la Junta de Andalucía-, explica que las peculiaridades del medio acuático obliga a prescindir de la mayoría de los procesos al uso en tierra: «Bajamos, con una tablilla para escribir y cintas métricas. Elegimos un punto y hacemos círculos concéntricos en torno a él, marcando la distancia a la que encontramos restos y su cronología estimada». Ese tipo de prospección circular -sólo una técnica de tantas- concluye cuando los datos se cotejan con documentalistas e investigadores, para sacar conclusiones. Otra singularidad de la arqueología bajo el mar es que «los yacimientos se mueven», explica Joshepine Lopes, de Francia. «Hoy puedes encontrar un determinado tipo de material y mañana, por el efecto de un temporal o por alguna corriente viva, otros distintos».
Para Javier Nieto, la trayectoria «breve, pero progresiva» de la arqueología subacuática en España, con sólo 30 años de Historia, puede resumirse en una expresión muy significativa: «Por ahora, sólo conocemos un rinconcito del mar».
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