Los niveles de contaminación acústica de las Islas Canarias, el Estrecho de Gibraltar y Baleares son tan altos que los cetáceos mueren por sordera. El aumento de muertes por esta causa sigue una preocupante línea ascendente que, incluso, puede acabar con la especie.

En la familia de los cetáceos se encuentran los delfines, las ballenas, las marsopas, los cachalotes y los zifios. Todos usan la bioacústica como medio de comunicación entre ellos, además de ser un modo de localizarse. Actividades como la pesca, el tráfico -cada vez mayor- de barcos, yates y otros transportes marítimos, así como la contaminación química están afectando negativamente a esta especie que corren el riesgo de desaparecer.

Leemos en El Mundo:

“Sólo en las aguas de las Islas Canarias, fallecen cada año entre seis y diez cachalotes por el impacto con barcos, una cifra alarmante teniendo en cuenta que en esta zona habitan unos 300 de estos ejemplares, divididos en grupos de diez a quince individuos, que alcanzan la madurez reproductiva sobre los treinta años.

Lo cierto es que esta problemática no afecta sólo a España, pues la actividad del hombre ha perturbado el silencio de todo el fondo marino del planeta, sin excepción. No existe ya ningún rincón del mundo donde no haya contaminación acústica.”

Con el fin de hacer frente a este desastre, 14 estaciones situadas entre Malgrat de Mar y Badalona analizarán la contaminación acústica submarina y su influencia en delfines, ballenas y otros cetáceos, según un proyecto de la Fundación La Caixa.

Desde el velero el Íbero, se van a llevar a cabo estudios con el fin de elaborar un mapa acústico de la zona partiendo de escuchas con micrófonos acuáticos. Este seguimiento permitirá distinguir las zonas donde la contaminación acústica es mayor y determinar su impacto en el ecosistema y en la vida marina.