• El nombre de la playa, al parecer, se lo puso un cartógrafo italiano que en tiempos de Felipe VII se encargó de hacer un mapa cartográfico de la zona


Fue por los sesenta. Casi por casualidad cayó por Almuñécar un alemán alto y fuerte que era marino mercante. Había hecho miles de millas y había recorrido medio mundo en su barco. Se quedó prendado de un lugar de la costa almuñequera, justo donde esta playa Cabria. Allí se compró una casa. Se llamaba capitán Rolf y hacía la ruta marítima entre Hamburgo y Alejandría. En su trayecto, cada vez que su barco pasaba por la costa granadina, ordenaba echar el ancla y se pasaba unas horas en su casa de la playa. Así de enganchado tenía al capitán esta playa almuñequera a la que se llega, vía rambla, por un camino de polvo y piedras, más polvo que piedras. Igual de enganchado tuvo a un delfín que apreció un verano y se quedó a jugar con los bañistas. Fue en el verano de 1989 y al acabar la temporada estival, sin saber el porqué, un día desapareció. Hay quien dice que aún se le ve por allí en las noches de mar calma, pero yo creo que eso a lo que se parece es a un deseo.
En la mañana que voy hacia playa Cabria mi destino se parece a un haiku de Ángel Olgoso: un salto de agua que se zambulle en un remolino y se desvanece en una neblina pasajera. Hay un banco de niebla espeso que deja el ambiente lechoso. Una vez oí de un amigo que hizo un curso para manejar un barco, que la niebla aparece en el mar cuando la temperatura del agua y de la tierra es la misma. José Antonio Barbero, que así se llama mi amigo, dice que no sabe si es cierto o no, pero que aquello se le quedó grabado en la memoria.
Para llegar a playa Cabria el lugar más seguro es el desvío que hay en la rotonda de la carretera nacional en Taramay que conecta con la autovía. Luego hay que bajar despacio con el coche por la rambla y aparcar en un sendero sin asfaltar que desemboca en la playa.
El nombre de la playa, al parecer, se lo puso un cartógrafo italiano que en tiempos de Felipe VII se encargó de hacer un mapa cartográfico de la zona.
-Le puso playa Calabria porque él procedía de esa región de Italia. Pero con el tiempo se perdió la sílaba 'la' y se quedó en playa Cabria.
La aclaración me la hace Antonio Díaz, que lleva 58 años (la edad que tiene) viviendo en la zona y que durante muchos años regentó uno los bares que allí hay. Antonio me cuenta que hay otra teoría en la que entra en juego un pozo de donde se sacaba agua de una especie de cabria como las que se utilizan en las minas.
Antonio comenta que antiguamente era la playa de los muchos cortijeros que por aquellos pagos tenían tierras, casi todos pertenecientes al municipio de Ítrabo. Allí pasaban muchos veranos los vecinos de este pueblo que terminaban la temporal estival el día 7 de septiembre con la llamada 'Noche de las lumbres'
-La gente bajaba a la playa todo lo que no servía o las retamas de las limpiezas de sus campos, y las quemaba junto al agua. De esta forma esperaban que el año que siguiente fuera mejor.
Así hasta que la descubrieron los extranjeros (sobre todo alemanes) en los años sesenta y comenzaron a comprar terrenos para hacerse sus viviendas, como el capitán Rolf de la anécdota.
El chiringuito
Otro de los habitantes de playa Cabria es Eladio, que regenta el chiringuito Tito Yayo y que proviene de una estirpe de hosteleros. Su tío Eladio fue uno de los restauradores pioneros en la zona, junto con Antonio Díaz y Casa Juan, que ya tenían negocio aquí en los años sesenta. Él tiene una estadística particular de los visitantes de la playa.
-En verano, el 70% es turismo de aquí, sobre todo de Granada, y el 30%, extranjeros. En invierno es al revés. El 70% son extranjeros y el resto de aquí.
-¿Y eso?
-Es que a los extranjeros les gusta mucho la tranquilidad de la playa en invierno.
El cocinero del chiringuito es cubano y entre guiso y guiso echa a rodar la memoria hacia su país de origen. Se llama Luis Castro y es de Baracoa, de donde era el boxeador José Legrá. Lleva cinco años trabajando en Tito Yayo y está esperando que llegue diciembre para ir su mes de vacaciones a Cuba. Su especialidad es el bacalao al ron.
-Algunas de las recetas de los platos que servimos aquí las traigo de Cuba. A la gente le gusta el toque cubano.
-¿Y cuál es?
-Bueno. pues conseguir que sean un poco más sabrosonas, no sé si me entiende. Les echo a algunas comidas ingredientes naturales que son característicos de mi tierra.
-¿Y si pido un lenguado para comer?
-Muy rico. Se lo hago también a mi estilo.
-¿Cómo es?
-Está claro, toque cubano y mucho cariño.
Piedras
La playa de Cabria es más bien pequeña y algo incómoda en su parte más septentrional porque está llena de piedras en las que rompen las olas. Dijo Gómez de la Serna en una de sus greguerías que las olas mueren en espuma de impotencia al no poder pasar a tierra adentro. En playa Cabria se puede alcanzar el éxtasis de la tranquilidad. Aquí puede sentarse uno en el chiringuito o en una piedra, y entrar en una especie de trance en el que no se echa de menos a nadie excepto a uno mismo. En nuestra provincia puede que no existan las playas desiertas o los mares de color turquesa. Y puede que las playas tengan muchos días las aguas oscuras y frías.
Esto no es el Caribe, claro está, pero es lo que más a mano tenemos y donde podemos comprar un trozo de esa calma con la que entrar en el trance de que hablaba antes. Afirmó Pascal que «todas las desgracias del hombre provienen de una cosa, de no saber quedarse tranquilo en una habitación». Sin embargo, Schopenhauer razonó que «nuestra naturaleza está en movimiento, el descanso completo es la muerte». Visto lo visto en playa Cabria, yo prefiero a Pascal. Eso pienso mientras la emprendo con el lenguado que me ha preparado con mucho cariño el cocinero cubano. Y mañana, que salga el sol por Antequera. O por playa Cabria.

http://www.ideal.es/granada/costa/201408/08/lugar-eligio-delfin-para-20140806174946.html