El científico británico James Lovelock, padre de la "Teoría de Gaia", propone recurrir a los océanos como tratamiento de emergencia para ayudar a la Tierra a que se cure ella sola de la "patología" del calentamiento global.

En un artículo publicado hoy en la revista científica británica "Nature", Lovelock sugiere instalar tubos gigantes en los océanos que provoquen la mezcla de aguas para fertilizar las algas de la superficie marina, de forma que puedan eliminar más dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera.

El famoso científico, cuya "Teoría de Gaia" establece que la Tierra funciona como un organismo vivo capaz de autorregularse y reaccionar a los cambios que le afectan, subraya que los océanos, que ocupan más del 70 por ciento de la superficie terrestre, constituyen un "espacio prometedor" para estimular el planeta para que se cure él mismo del cambio climático.

Junto al coautor de la "Teoría de Gaia", Chris Rapley, Lovelock propone instalar gigantescos tubos verticales o que floten libremente en los océanos para potenciar la mezcla entre las aguas de la superficie y las frías del fondo marino, ricas en nutrientes.

A juicio del octogenario científico, los tubos permitirían bombear las aguas que se encuentran a entre 100 y 200 metros de profundidad, con lo que las algas de la superficie llegarían a florecer y contribuirían a la reducción del dióxido de carbono.

Según esta teoría, todo el proceso también posibilitaría la producción de sulfuro de dimetilo, unas bacterias de los océanos que, al generar sulfuro y liberarlo a la atmósfera, fomentan la formación de nubes, lo que conlleva más reflexión de la radiación solar y, a su vez, la consecuente refrigeración del planeta.

"Semejante propuesta podría fracasar quizás en el campo económico o por la ingeniería", afirma Lovelock, pero la solución al calentamiento global del planeta, añade, tendría que pasar por la estimulación de la propia energía de la Tierra.

Lovelock asegura que la eliminación de 500 gigatoneladas de dióxido de carbono del aire escapa a las capacidades tecnológicas actuales del ser humano, por lo que sostiene que si no se puede "curar" el planeta de forma directa quizás se podría intentar ayudar a que se cure él mismo.

El científico británico, que concibió la "Teoría Gaia" en los años setenta mientras examinaba para la agencia espacial estadounidense NASA la posibilidad de que existiese vida en Marte, lleva tiempo descartando que sólo con las energías renovables pueda combatirse el cambio climático.