El submarinista y fotógrafo Luis Ángel Díaz Álvarez muestra los secretos del litoral asturiano y defiende medidas de protección en el Cañón de Avilés «para la sostenibilidad del sistema»

«La creencia popular es que el mar Cantábrico es un lugar gris, sin apenas color. Pero nada más lejos de la realidad: en la profundidad se puede disfrutar del arcoíris, de vida, de una maravilla que poco tiene que envidiar a mares de otras latitudes como el Caribe», manifiesta Luis Ángel Díaz Álvarez, un joven de San Juan de la Arena (Soto del Barco) que hace cinco años decidió sumergirse en las frías aguas del litoral asturiano para fotografiar paraísos submarinos. La primera vez que se zambulló, Díaz Álvarez desconocía que a pocos metros de profundidad ya iba a encontrarse con gusanos planos, gorgonias, peces pipa, cabrillas... Por eso ahora quiere dar a conocer la riqueza que se esconde en el fondo del mar.
Hace tan solo unos días inauguró en el Corte Inglés de Avilés -sala Ámbito Cultural- una exposición que lleva por título «Los secretos del Cantábrico» y que podrá visitarse en horario comercial hasta el próximo sábado, día 24. «El objetivo de la muestra es fomentar el buceo en Asturias y dar a conocer nuestro mar, tan cercano y desconocido para muchos asturianos», manifiesta este joven que se considera un privilegiado por poder observar la riqueza submarina. Eso sí, igual que ve peces y corales, Luis Ángel Díaz es testigo del declive medioambiental del Cantábrico. «Las personas adultas que bucean conmigo aseguran que ya no hay apenas peces en comparación con hace veinticinco años», dice.
Añade: «La única forma manera de conservar el medio marino es dándolo a conocer». Por eso este joven buceador ha hecho del Cantábrico un escaparate gracias a su cámara fotográfica. El puerto de Cudillero es, a su juicio, «un paraíso de vida». También el entorno de la isla de La Deva, un peñasco declarado Monumento Natural que pertenece al concejo de Castrillón. Por eso ve con buenos ojos la probabilidad de que se declare el Cañón de Avilés como área marina protegida. «Este tipo de espacios son positivos para la sostenibilidad del medio ambiente y para los propios pescadores que faenan en estas aguas. Debemos valorar lo que tenemos, protegerlo y conservarlo. En sitios donde se bucea se hacen reservas marinas costeras y con esto se consigue generar vida y avivar el turismo», subraya el submarinista. Para Díaz, la orografía del cabo Peñas hacia Galicia es muy distinta de la existente hacia el País Vasco. «Es más salvaje, se parece a los Picos de Europa pero bajo el mar. Lo más triste de esta zona es, precisamente, ver la disminución de laminarias debido al calentamiento del agua cuando estas algas generan vida al fin y al cabo», puntualiza el submarinista.
El submarinista arenesco realiza inmersiones de aproximadamente cincuenta minutos, el tiempo de resistencia de las botellas de oxígeno. En el Cantábrico el tiempo óptimo para las inmersiones es de abril a noviembre, siempre según el estado de la mar. Aunque los primeros puestos como destino idílico en el mundo del submarinismo se los rifan las Islas Baleares y Canarias, Barcelona y Andalucía, Díaz defiende el litoral asturiano a capa y espada. «Muchos pescadores desconocen, incluso, algunos de los peces que están bajo el mar y que miden solo unos milímetros», señala. Para prueba, sus fotografías. «Me compré antes la cámara que el traje de buceo», manifiesta. Así dio forma a la exposición «Los secretos del Cantábrico» y quedó campeón de Asturias dos veces. «Todo esto demuestra que en Asturias se puede bucear y que tenemos unos sitios impresionantes para hacerlo», precisa.
Los puntos de buceo más conocidos de la comarca son: isla Erbosa, los Merendálvarez, la Gullada, la Tortuga, la Corverina, playa de Moniello, la Blimal, la Mina e islote el Bravo en Gozón. La isla de la Deva en Castrillón y los bloques de La Arena, en la desembocadura del Nalón. En todos estos puntos se pueden observar perlas de color tanto con botella con en apnea.
Un club con solera y 250 socios
Myriam MANCISIDOR
Luis Ángel Díaz es socio del club Geas de Castrillón, un colectivo que comparte nombre con los Grupos Especiales de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil, aunque no guarda relación alguna con la Benemérita. Este colectivo se fundó en 1967 al calor de Ensidesa y, a día de hoy, es una de las asociaciones más antiguas de Asturias y de España. Con más de 250 socios, el club Geas promueve ahora diversas actividades: campeonatos de pesca submarina, de fotografía, la limpieza del puerto de Cudillero o la procesión en honor a la Santina cada 8 de septiembre en la dársena pixueta. Pero si alguna misión tienen entre manos estos aficionados al fondo marino es, precisamente, la de preservar los tesoros del Cantábrico.
El club ofrece a los aficionados al submarinismo el equipo necesario para la práctica de este deporte. «En Asturias hay pocas infraestructuras y tal vez los sitios más cómodos para ejercitar este deporte son Lastres o Gijón, pero desde el punto de vista de belleza en Asturias hay muchos más», asegura Díaz.

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