Las medusas, las arañas de mar o las pastinacas son algunos de los componentes de la fauna marina que puede estropear un día de playa. Las lesiones por contacto con medusas son un desagradable y doloroso incidente. Además de estos organismos, en el mar se pueden encontrar otras especies que pueden hacer pasar un mal rato a sus víctimas. Las personas a las que les gusta practicar submarinismo o las aficionadas a nadar a cierta distancia de la playa pueden estar expuestas a mordeduras, lesiones por espinas venenosas o, incluso, descargas eléctricas.
Uno de los problemas es que las medusas pueden pasar desapercibidas ya que son casi transparentes. Suelen encontrarse en alta mar pero en determinadas circunstancias se aproximan a la costa, sobre todo en primavera y en días de tormenta. El más leve contacto con sus tentáculos provoca dolor, escozor y lesiones que pueden tardar en curar.
Otras especies que se pueden encontrar en las costas no suelen provocar mayores problemas, pero hay variedades como la 'carabela portuguesa', cuya picadura puede revestir cierta importancia. Este sifonóforo -organismo parecido a las medusas según los expertos- de extraño aspecto, suele hallarse en el Atlántico, en la superficie, pero puede ser arrastrada hasta la playa en caso de temporal. Su picadura se considera como potencialmente grave, ya que su veneno es neurotóxico, y puede provocar parálisis muscular y respiratoria.
Ante las medusas, el mejor remedio es la prevención, por lo que es de sentido común evitar el baño en las zonas en que se detecte su presencia. En este caso, el "yo controlo" resulta difícil ya que muchas especies son casi transparentes, lo que dificulta sobremanera su detección. Hay que poner especial cuidado si ha habido tormentas ya que puede haber restos de tentáculos que resultan de igual manera lesivos. Por otra parte, no hay que olvidar que las medusas muertas tienen el mismo potencial tóxico que las vivas.
En caso de practicar snorkel o submarinismo, es recomendable llevar el equipo adecuado para salvaguardar la piel. Otra posibilidad, de gran utilidad en el caso de los niños, es aplicar agentes repelentes (hay cremas solares que los incorporan).
Ante una picadura, el agua salada puede ser un buen remedio de entrada para lavar la zona y calmar un poco el escozor. Es importante no aplicar agua dulce ya que rompe las células urticariantes, que produce una mayor liberación de toxina. Tampoco se recomienda seguir los mitos populares, como aplicar orina o alcohol.
El frío local (un pañuelo con unos cubitos de hielo, por ejemplo), atenúa las molestias, aunque no es conveniente aplicar el hielo directamente a la piel. Una solución de vinagre al 50% o bien la aplicación de amoníaco puede ser efectivo para desactivar la acción de la toxina. En caso de que hayan quedado adheridos restos de tentáculos, hay que retirarlos con guantes o con unas pinzas, o bien intentar arrastrarlos con agua salada. Empapar una gasa con vinagre también puede ayudar a limpiar estos restos, y neutraliza, además, la acción de la toxina. No es recomendable frotar la zona afectada con una toalla ni con arena.
Una vez limpia la piel, se puede aplicar una crema con antihistamínicos o corticoides. En caso de que la víctima manifieste malestar general con nauseas o dificultad respiratoria, hay que consultar a los servicios sanitarios ya que podría ser una reacción alérgica.
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