El tercer cajón de la futura terminal se colocó ayer, y hay otros tres que quedan pendientes de que la delegación de la Junta decida qué se hace con el pecio hallado


"Hasta ahora no ha habido retrasos sino un cambio de programación". Éstas eran las palabras usadas ayer por el presidente de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, Rafael Barra, refiriéndose al transcurso de la obra de la futura terminal de contenedores en los antiguos terrenos de la Planta Delta.
Al parecer, tras descubrirse los dos pecios hace ya unos meses, nada más iniciarse la obra, la delegación de Cultura obligó a acotar la zona de dragado. Esto obligó a que la draga trasladara sus trabajos a otra zona, concretamente a la zona de los futuros diques de protección.

De hecho, ayer mismo quedó fondeado el tercer cajón y en La Cabezuela reposan ya dos cajones terminados y un sexto está en fabricación. Al estar restringida la zona del pecio, algunos de los cajones ya construidos no podrán fondearse, lo que obligará a habilitar una zona de fondeo intermedia. En cierta manera, el hecho de que estos cuarto, quinto y sexto cajones no puedan quedar en el sitio que les corresponde según el plan de trabajo significa ya un atasco de la obra.
El ansiado desatasco queda en manos de Cultura, ya que, según aclaró el propio Rafael Barra, se ha confeccionado un borrador de convenio que se está negociando con Cultura para trasladar al pecio a un lugar más seguro, lo que debería quedar listo para septiembre. Si esta negociación se fuera al traste o si se prolongara más allá de septiembre significaría el inicio de la acumulación de innecesarios y nunca deseados retrasos en esta crucial obra para el futuro desarrollo económico del puerto de Cádiz.

Y es que uno de los dos pecios hallados no afecta a la línea de atraque, por lo que se protegerá, se cubrirá y posiblemente quede ahí controlado. El segundo pecio sí que está en la línea de atraque, por lo que hubo que plantearse si modificar la ubicación del futuro muelle unos 40 metros o bien trasladar el pecio, que podría datar de finales del siglo XVII o principios del XVIII.
Se está preparando un proyecto de traslado por parte de un ingeniero naval que se pretende que esté finalizado a mediados de julio. Ese pecio se halla en la cota -12 (sumergido a 12 metros de profundidad), lo que provoca que la visibilidad en el lugar sea mínima y que haya que trabajar incluso "al tacto". Se pretende trasladar a una zona de menor profundidad, más o menos a una cota de -5, que podría ser una zona ya de la segunda fase de la obra, donde ya se ha preparado un recinto vallado por bloques.

El pecio se movería unos 600 metros y quedaría listo para una posterior investigación por parte de Cultura, que sería ya la que decidiría si se saca o se deja ahí y los términos de su futura protección patrimonial. De todas maneras, análisis efectuados en muestras del pecio dan casi la total certeza de que si se decidiera sacar el pecio, éste se descompondría automáticamente.


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