Los arqueólogos no están seguros, pero sospechan que podrían pertenecer al “DOLPHIN”, construido en Warren en 1850.

Un pecio que permanece semienterrado en el fango y la arena de una bahía en Agentina, podría pertenecer a un barco ballenero construido y despachado desde Warren (Estado de Rhode Island) durante la etapa declinante de la actividad ballenera estadounidense.
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Un arqueólogo marino del Instituto Nacional de Antropología argentino, cree que pueden haber encontrado los restos del “DOLPHIN”, una barca ballenera de 110 pies construida en 1850 por Chace and Davis, un astillero constructor activo durante buena parte del siglo XIX, ubicado entre las calles Company y Sisson, de la mencionada localidad.

El pecio está embancado en las playas de Bahía Nueva, en Puerto Madryn, Argentina, a 5.900 millas de Warren. Algunas de sus partes muestran signos de haber sido quemadas, y son parcialmente visibles en bajamar. La mayor parte de la estructura sobre la quilla ha desaparecido, quedando una sección de alrededor de 80 pies de longitud.
El arqueólogo argentino Cristian Murray explicó que aun cuando algunos lugareños supieron de la existencia del pecio por muchos años, recién fue advertido por primera vez por arqueólogos en el año 2002, cuando la remoción natural de las arenas dejó al descubierto una porción más extensa de los restos.

El trabajo de campo en el sitio está mayormente completado, y la atención está ahora puesta en la elaboración de un plan de preservación, para prevenir su deterioro, y para identificar positivamente el hallazgo.

En la investigación han estado colaborando la Sociedad de Preservación de Warren, y Walter Nebiker, autor de una completa historia de la actividad ballenera del pueblo, que todavía no ha sido publicada.

“La evidencia arqueológica es consistente con la documentación que hemos encontrado acerca del buque, pero no podemos confirmar su identidad hasta que hagamos la comparación con otros documentos, como los planos de construcción, que todavía no hemos logrado encontrar”, contó Murray esta semana a través de un mensaje de correo electrónico. “A veces es difícil imaginar los vínculos que pueden existir entre dos ciudades tan distantes como Warren y Puerto Madryn. Pero, naufragios y ballenas están presentes en amplias áreas oceánicas y, por cierto, también en la historia de mucha gente que vivió sobre sus costas”.

Hallazgo invalorable

Si bien los restos carecen de riquezas –el trabajo de campo estuvo más dedicado a los detalles de la construcción del barco que al muestreo de artefactos, de los que quedan pocos-, el pecio está arrojando luz sobre las técnicas de construcción de embarcaciones en el siglo XIX.

También está reabriendo lo que constituye mayormente un capítulo olvidado de la historia marítima de Warren: su importancia como exitoso puerto ballenero en Nueva Inglaterra.
Según cuenta en su manuscrito el Sr Nebiker, al momento de su botadura, en octubre de 1850, el “DOLPHIN” era “probablemente el velero de aparejo en cruz más veloz de la época”.

Así lo sostenían los diarios de la época, al afirmar que “el DOLPHIN mostró ser un barco de ultramar de primer nivel y un velero sorprendentemente rápido que ha superado en velocidad a cuanto barco se le ha cruzado”.

En 1850, la competencia por el aceite de ballena se hacía más y más dura, y aquella velocidad resultaría muy útil. Zarpando para su viaje inaugural desde Warren el 16 de noviembre de 1850, el “DOLPHIN” se dirigió a las islas Azores, embarcó cerdos, pavos y bananas –entre otras provisiones-, y se lanzó hacia el Océano Índico.

Durante los siguientes dos años y medio, navegó entre Madagascar y las Seychelles y otras áreas cercanas, en busca de ballenas. Era un trabajo duro, peligroso y solitario, con períodos de creciente angustia cuando no aparecían las presas.

Así lo describía el Capitán Cutler, comandante del barco, el 8 de junio de 1852: “Nos estamos quedando sin aceite. Dios nos ayude y nos envíe muchas ballenas para que podamos volver a estar una vez más en tierra cristiana con mi querida esposa y familia”.

El barco regresó a Warren el 14 de marzo de 1853, con una carga de 259 barriles de aceite de “esperma de ballena” (N de FNM: cera aceitosa que se extrae de un órgano llamado «espermaceti» ubicado en la cabeza de los odontocetos).

Durante los siguientes cinco años, el barco realizó otras tres expediciones balleneras entre Azores y Seychelles, Zanzíbar y Australia.

Inició el que sería su último viaje desde Warren, el 2 de octubre de 1858, y hay informes que dicen que se perdió frente a las costas de la Patagonia hacia fines de ese año. Aunque es poco lo que se registró sobre su desaparición, una carta de su último comandante, el Capitán Norrie, dirigida a sus propietarios una vez regresado a Warren, afirma que el barco “yace sobre las rocas en la parte sudoccidental de Bahía Nueva”. En total, fueron rescatados 42 marinos.

No solo ostras

Que un hundimiento solitario desde Warren haya sido encontrado a medio mundo de distancia no debería sorprender. Hubo mucha más actividad ballenera y de construcción de barcos en Warren, Bristol y la actual Swansea, que lo que mucha gente se imagina.

Un documento perteneciente e la Colección Especial de la Biblioteca Pública de Providence, destaca ya en 1766, que “varios barcos utilizados en la caza de ballenas desde la industriosa ciudad de Warren en la colonia de Rhode Island han regresado recientemente, después de alcanzar un considerable éxito. Uno de los barcos, trajo 300 barriles de aceite”.

Warren perdió 14 barcos balleneros durante la guerra revolucionaria, y no retomó la actividad hasta el inicio de la década de 1820. Durante las siguientes cuatro décadas, zarparon desde Warren un promedio de 16 balleneros por año, con alrededor de 400 tripulantes. El documento de Providence, señala que en promedio, los productos ingresados anualmente –esperma de ballena, aceite de ballena y huesos de ballena- habrían tenido un valor actualizado cercano a los USD 8,5 millones. La construcción naval fue también muy importante para la economía local, y los barcos construidos en Warren fueron utilizados desde muchos otros puertos, incluidos Nantucket y New Bedford.

El “DOLPHIN” fue construido en el astillero Chace and Davis. Había otros en la ciudad, como el Sylvester Child's, el Trink's yard y el James J. Cady's shop. De acuerdo con la información disponible, el último ballenero que zarpó desde Warren fue el “DROMO”, en 1861.

El pecio del “DOLPHIN” no está cargado con un tesoro perdido, pero su riqueza radica en otras cosas, sostiene el arqueólogo Robert Cembrola, curador del Museo Marino del Naval War College, en Newport.

“La historia del DOLPHIN debería recordarnos a todos el importante rol que la construcción naval y la actividad ballenera jugaron en la historia de Warren”, sostuvo. “Nombres como Cutler, Miller, Bowen y Luther todavía están con nosotros como calles, pero 150 años atrás eran hombres que personificaron el espíritu emprendedor que hizo grande a los Estados Unidos. La próxima vez que conduzca o camine a lo largo de la calle Water, trate de imaginar cómo lucirían los muelles bulliciosos y astilleros, y siéntase orgulloso de nuestra herencia marítima”.

http://www.nuestromar.org/