El buceo es una actividad realmente apasionante que te enciende la adrenalina y te refresca al mismo tiempo. Explora la cara oculta del planeta, la fauna y flora virgen del ecosistema submarino, sólo disponible al alcance de los más atrevidos. Eso sí, siempre acompañados de monitores que te ayuden en la inmersión, te guíen por el entramado de algas y grutas y puedan socorrerte en caso de que ocurra cualquier incidente.

Quienes disfruten este verano del exotismo de las Maldivas, aconsejamos que cambien unos minutos de sol por una excursión por el Atolón Ari. Piérdete por este dédalo de cuevas, aleros y cavernas de paredes resbaladizas cubiertas de una colonia de lapas, almejas y demás moluscos. La barrera coralina que enmarca el archipiélago es famosa por su población de peces loro, peces napoleón, barracudas y mantas-raya, como también por los siempre acechantes tiburones. ¡No bajes la guardia!
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El lecho de Port Sudán, en el Mar Rojo, es un aparcamiento marino de Toyotas abandonados junto a los restos del naufragado barco Blue Bell. Pero lejos de escandalizarnos esta muestra de contaminación, la ausencia de vertidos y restos de gasolina y la proliferación de algas los ha convertido en guaridas de los coloridos gusanos marinos, el pez mariposa, el pez loro o la escurridiza morena. Y también, en el destino turístico favorito de los amantes de la fotografía, que no temen pasar una hora respirando únicamente de una bombona de aire con tal de conseguir unas instantáneas de la fauna y flora marina, del esqueleto oxidado del barco hundido o de sus hélices casi devoradas por una hambrienta plaga de lapas.
El Scapa Flow, el puerto natural de las Islas Orcadas, fue famoso en su día por ser la base naval de Gran Bretaña durante las dos Guerras Mundiales. Pero ahora es un verdadero cementerio de barcos donde afloran abundantes erizos de mar entre 78 buques alemanes sepultados a más de 20 metros de profundidad, bajo las heladas aguas escocesas que lindan con los límites del Ártico.
No nos desplazamos mucho para llegar a nuestro siguiente destino, otro Triángulo de las Bermudas a pequeña escala que ha devorado su ración de barcos: las Islas Farne, en Gran Bretaña. Escenario de naufragios custodiado por una armada de focas grises y copetes noruega, se ha consolidado como una atracción que garantiza un cóctel explosivo de diversión y aventuras. Juega al abordaje en estas praderas submarinas mientras a tu alrededor las liebres de mar escapan del pez lobo.
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Otro tour submarino lleno de magia gélida, no apto para los más frioleros, es el que ofrece Spitsbergen, en Noruega. El contraste entre su helado suelo yermo y la riqueza natural del lecho del mar es impresionante. La ausencia de vegetación, que no puede sobrevivir en el exterior, se compensa con la selva de anémonas y corales que brotan bajo la superficie. Un paisaje único, coto de pesca privado de los osos polares -privilegiados en posesión de un cálido abrigo de pelo-, donde nadar en compañía de ballenas y morsas deja de ser un sueño para convertirse en realidad.
La reina de Saba es la cadena volcánica Monte Scenery, responsable de la intensa actividad sísmica del lugar y de la naturaleza rocosa que conforma su paisaje sumergido. Los restos volcanicos de las erupciones alternan con brotes de corales y esponjas, donde peces pintorescos y pelágicos nadan en vertical con los buceadores componiendo una especie de danza.

Pero tampoco es necesario salir de España para saborear la adrenalina de una buena inmersión. Entre los destinos más populares de turismo submarino, encontramos el Parque Natural de Cabo de Gata, un remanso de aguas cristalinas que alberga hasta mil especies diferentes; o el Cabo de Palos, un santuario natural donde nunca escasea el pláncton, lo que supone un banquete que atrae a pelágicos de aguas libres y bancos de boquerón y boga. Además, su posición estratégica lo convierte en parada de la ruta migratoria de colosos como la ballena común.
Y fuera de la península, destaca El Hierro en el archipiélago canario. Encajado entre las aguas del Atlántico, con 93 km cuadrados de plataforma costera que alcanza en algunos puntos los doscientos metros de profundidad, abundan el tamboril espinoso, el pejeperro, el sargo y la manta junto a una amplia variedad de peces naturales del atlántico. Una fauna desconocida para la mayoría que lo ha bautizado como reserva marina y lo ha convertido en uno de los principales museos del ecosistema acuático español.
Conviértete en un explorador de las profundidades. Descubre los secretos del mundo del capitán Nemo y embárcate en un viaje inolvidable entre algas y corales. Te sentirás como pez en el agua.