Las heridas del tsunami en Japón hace un año ya las conocemos. Destrucción, miles de muertos, y el mayor accidente nuclear sin resolver después de Chernóbil, pero esa ola destructiva no se quedó en la superficie
Yasuaki Kagi es una fotógrafo submarino acostumbrado capturar un el fértil paisaje de la región de Iwake, rica en marisco, erizos y algas wakame. Pero la primera vez que le dejaron sumergirse, un 1 mes después del tsunami, sólo pudo dar con esto: restos de lo que una vez fue una vida terrestre, y un solitario lumpo de apenas 5 milímetros. El hallazgo le pareció deprimente, pero luego pensó: "Ahí estaba, sólo en medio de un océano inerte. Luego me di cuenta de que eso significaba que la vida regresaría. Y que sería bueno que todo el mundo lo viera".
Yasuaki esperó, volvió a sumergirse más veces y aguardó a que los restos de la tragedia sirvieran de morada para el regreso de animales y plantas. Hace unos meses ya había avistado 10 especies de pez distintos. Pequeños descubrimientos que decidió sacar a flote y compartir con los vecinos de la zona.
"Sus fotos demuestran la resistencia de la vida submarina, y también nos han ayudado a soportar nuestros traumas tras el desastre". La labor de Yasuaki terminará cuando todo vuelva a ser como antes de aquel 11 de marzo.


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