Marcelo Segade (33) se calza las antiparras, el tanque de oxígeno y las patas de rana. Se sumerge en las aguas de la pileta, permanece unos minutos en las profundidades y vuelve a la superficie con una sonrisa que parece capturada de los misterios acuáticos más remotos. Pero no. Es apenas una maniobra de práctica que ejercita una y otra vez en una pileta privada de la Ciudad con el único objetivo de conocer los secretos del buceo. "No quiero ser profesional ni dedicarme a esto -asegura-, pero desde que me anoté en el curso me doy cuenta de que me encanta bucear".
Marcelo es uno de los tantos platenses que en este último tiempo protagonizan una tendencia en alza: la de la gente que, fuera de cualquier ambición profesional, se interesa por hacer buceo recreativo y así estar preparados para cuando vacacionen en algún lugar que tenga al buceo como una alternativa de viaje.
Maximiliano López Doyhenard es instructor de buceo PADI (Professional Asociation of Diving Instructors) aquí en La Plata y cuenta que ya tiene a su cargo unas 40 personas que quieren aprender a bucear. "Y la mayoría es por una cuestión recreativa", aclara Doyhenard, quien además es instructor de buceo de fuerzas de seguridad y trabaja en la ciudad para Lobo Larsen, la empresa que apadrina este tipo de práctica deportiva en otros puntos del país.
En la pileta donde Maximiliano brinda sus clases, el curso completo cuesta 1500 pesos, más los 100 dólares que luego sale la certificación que impone la práctica. A ese curso hay que agregarle luego una salida a aguas abiertas (generalmente se hace a Puerto Madryn) para realizar cuatro buceos en un entorno real.
"Una clase sola sale 120 pesos -cuenta el instructor platense-, pero uno aprende a bucear recién con el curso completo, que son ocho clases. Claro que todo depende también de la capacidad del alumno, porque hay gente que por ahí necesita de unas clases más para bucear con tranquilidad. Yo en La Plata ya tengo unas 40 personas entrenando, pero la gran mayoría es gente que lo hace de manera recreativa, sobre todo para estar preparados para cuando salen de vacaciones".
Según se cuenta, en unas ocho clases los chicos ya pueden conocer el uso del equipo, maniobras de emergencia y solución de problemas debajo del agua. Para eso, los menores de 10 años realizan el curso en una pileta. "Con el avance de los equipos y la tecnología aplicada al submarinismo -explica Maximiliano-, el buceo deportivo se transformó en una actividad segura que cualquier persona con ganas y buen estado de salud puede practicar. Niños menores de 10 años pueden vivir experiencias controladas a poca profundidad con el equipo de buceo autónomo, y a partir de los 10 ya pueden tomar su primer curso de nivel internacional para ser reconocidos como buzos en todo el mundo y de por vida. Además, no hay límite hacia arriba con la edad, siempre y cuando el estado de salud sea óptimo. Incluso gente con diversas patologías toma la actividad como parte de un proceso de recuperación, siempre autorizado y bajo supervisión de su médico".
Lo que cuenta Doyhenard es cierto. Para aprender a bucear no se necesita ningún requisito, alcanza con saber nadar. Y la edad mínima es de 8 años. La pileta sólo se usa para aprender a bucear y tiene una profundidad de 6 metros en la parte más honda. Actualmente, hay que decir, existen estándares internacionales que regulan el aprendizaje y la práctica del buceo. Bucear es seguro y es tan sencillo que puede aprenderse en pocas clases. Después, si se elige un destino de mar para las vacaciones, pueden ponerse en práctica los conocimientos adquiridos. Incluso existen especializaciones como buceo nocturno, buceo de rescate o con scooter (moto para andar debajo del agua).
Para hacer cursos de buceo, lo aconsejable es elegir un centro de buceo de categoría cinco estrellas que cumpla con estándares internacionales: por ejemplo que tenga una piscina con la profundidad adecuada, compresores (para llenar de aire los tanques) de última generación, equipos de marcas reconocidas y profesores con título PADI. Si bien puede parecer aburrido aprender a bucear en las tibias aguas de una piscina cubierta, lo cierto es que resulta una efectiva manera de aprender las técnicas de respiración y de seguridad sin distraerse ni someterse a los riesgos que esta actividad puede implicar cuando se practica a mar abierto. Además, hacerlo de antemano permite que el alumno tome todas las clases que crea necesarias para sentirse seguro. Las únicas condiciones para poder bucear son: tener un buen estado de salud y saber nadar (no es necesario tener un buen estilo, sino sentirse seguro en el agua).
Bucear abre las puertas de un mundo fascinante -sostiene Maximiliano-, lleno de sensaciones extraordinarias en el que hay posibilidades para todos. Mi primer contacto con la actividad subacuática lo tuve a los 6 años en unas vacaciones familiares en Madryn. Vista después de tantos años, entiendo que la experiencia no debe haber superado el hecho de estar solo unos centímetros debajo del agua con todo el equipo de buceo, ya que mi edad en ese momento no permitía más que eso; pero fue suficiente como para descubrir una pasión que se transformaría con el tiempo en una forma de vida".
El éxito del aprendizaje, según se explica, radica en la repetición, y la condición principal es relajarse, ya que la respiración debe ser lenta y profunda. Hacerlo no es tan sencillo como decirlo: normalmente, la gente se tensiona porque no está acostumbrada a respirar bajo el agua y a moverse en ese medio. Sin embargo, una vez que esa idea pierde peso y se descubre que uno puede pasar largos minutos sin necesidad de salir a tomar aire, el agua se convierte en un medio nuevo pero disfrutable. La experiencia de respirar bajo el agua, dicen, es única. Y vale la pena descubrirla.


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