José Luis Álvarez y Rubén Blanco entregaron el animal, de más de dos metros de largo, al Museo Marítimo del Cantábrico

A José Luis Álvarez le gusta ponerse el buzo y sumergirse. Ya sabe lo que es fotografiarse junto a una de esas lubinas que llaman la atención por su tamaño y hasta con delfines. «En verano entran muchos». Lo suyo es bucear por la Bahía y, como todo pescador, contar buenas historias que siempre encuentran huecos en el álbum de fotos. Por eso, lo de ayer tardará en olvidarlo. Nada que ver con lo visto hasta ahora. La tarjeta de su cámara guarda las imágenes de un animal único y de una tarde irrepetible. No siempre se topa uno bajo el agua con un tiburón y, mucho menos aún, de más de dos metros de largo.
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En concreto, según sus cálculos y su relato, 2,10 metros de un tiburón del tipo zorro (esa fue su primera estimación). Junto a su amigo Rubén Blanco andaban ya cerca del espigón, pasado el Real Club Marítimo de Santander, en la parte exterior de Puertochico. Allí vieron, «casi ya varado en la arena», a un ejemplar que nunca habían tenido tan cerca. «Es en una zona conocida como Las Cuartas, con apenas metro y medio de profundidad. Estaba moribundo, casi ya muerto y, de hecho, tenía anguilas alrededor que se lo estaban comiendo ya», explicaban ambos ya sin el traje de buceo encima. Entre los dos capturaron al animal con sus propias manos, sin necesidad de utilizar el arpón, y lo subieron a tierra.
Luego llegaron las fotos y la curiosidad. Fueron los protagonistas de la Bahía. Los habituales de la zona se acercaron a verles y alguno más quiso mirar de cerca al animal y sacarse una fotografía con él. Los espectaculares dientes, los ojos y, por supuesto, la aleta y la cola tan características. Pero había prisa. De hecho, la idea de Álvarez y Blanco -de 30 y 31 años, respectivamente- era «cogerlo vivo» para llevarlo al Museo Marítimo del Cantábrico, pero no creen que el animal resistiera. «Ya estaba medio muerto cuando lo encontramos y, al sacarlo, hasta temblaba». En ese estado lo dejaron en el centro, con pocas esperanzas de que el tiburón pudiera recuperarse y sobrevivir.
Aunque no es habitual, no se trata del primer tiburón que 'recala' en la capital cántabra. En el año 2008 un joven ejemplar de tiburón peregrino llamó la atención hasta de los bañistas. De hecho, las autoridades tuvieron que salir al paso para asegurar que se trataba de un animal inofensivo. Curiosamente, esa misma semana se iniciaba en la ciudad una semana científica sobre los escualos.
Su gran 'medalla'
Y, entre tanto, Álvarez y Blanco terminaron la jornada presumiendo de historia. Porque hace dos años, y en la misma zona de San Martín, pescaron un calamar gigante, que también donaron vivo al Marítimo. «En un punto donde hace tiempo también apareció una ballena», decían. Pero nada que ver con lo vivido ayer. Y no por el peligro. Porque, de eso, ni el calamar ni el tiburón. «Es peor un congrio», advierten. Esos les han dado más guerra.

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