La historia de ‘Robinson Crusoe’ transcurre en el archipiélago de Juan Fernández, en Chile; Un escondite del que nunca se quiere volver

Si busca un destino donde perderse y le gusta la aventura y la historia, le sugerimos un lugar que no le defraudará: la isla Robinson Crusoe (antes isla Más a Tierra), en Chile, que compone, junto a la de Santa Clara y la más alejada, Alejandro Selkirk, el archipiélago de Juan Fernández.
En ninguna de las tres hay cobertura para teléfonos móviles. Lleve efectivo, no hay bancos ni cajeros automáticos, sólo Caja Vecina puede darle moneda, pero no siempre tiene disponible. Tampoco puede pagar con tarjeta de crédito. ¿Cree que podrá desconectar en este lugar?.
A algo más de seiscientos kilómetros de la ciudad de Valparaíso, dispone de un fácil acceso bien por barco o por vía aérea, gracias a las avionetas. La isla cambió su nombre original después de que la aventura de Robinson Crusoe se convirtiera en una novela de gran éxito. La historia estaba basada en el marino escocés Alejandro Selkirk, que pasó cuatro años allí como naúfrago, después de que lo abandonara el capitán del navío pirata en el que estaba embarcado.
Como es de esperar, las alusiones al personaje de la novela son constantes. No pase por alto visitar la Casa de la Cultura en Robinson Crusoe, en cuyo interior se encuentra el Museo Alfredo de Rodt y la Biblioteca Municipal Daniel Defoe. Tampoco se pierda lo que denominan la Cueva de Robinson Crusoe, que corresponde a una gruta de roca, en la que se supone que el marinero Alejandro Selkirk estableció su lugar de operaciones durante su estancia en la isla.
La cueva también es llamada Puerto Inglés, porque en la colina que domina la bahía aún permanecen los cañones del fortín que defendió a la isla del ataque de los corsarios británicos. Según cuenta la historia de la isla, Selkirk no fue el único náufrago que recaló en este bello paraje y a Hugo Weber se le conoce como el Robinson alemán. Este marinero sobrevivió en la zona al hundimiento del acorazado Dresden, durante la Primera Guerra Mundial. La Plazoleta del Yunque fue su refugio y la isla le sirvió de morada durante nada menos que doce años.
Flora y fauna exclusivas
La mejor época para visitar la zona es entre los meses de noviembre a abril. El archipiélago está considerado por la Unesco como Reserva Mundial de la Biosfera, una de las razones de que la segunda parte de la vigésimocuarta edición de la Ruta Quetzal BBVA, pusiera rumbo a la Isla de Robinson Crusoe, donde actualmente viven alrededor de setecientas personas.
La isla ha permitido a los jóvenes de más cincuenta nacionalidades de esta especial Ruta Quetzal BBVA, conocer especies vegetales singulares, de entre las más de cuatrocientas que existen y que se prodigan en la zona, como el manzano, la col, el canelo, el naranjillo, el mayu-monte o el olivillo. Además de observar el lobo de mar de dos pelos, un mamífero de casi tres metros, el chivo o el picaflor rojo.
La formación volcánica y su riqueza de flora y fauna convierten a las islas en un reducto exclusivo. En torno a un 70% de su vegetación y un 25% de los peces que viven en sus aguas son especies endémicas; incluso ciertos animales, como el colibrí o los magníficos lobos marinos, viven casi exclusivamente en ellas.
Para conocer cada uno de sus rincones, permítase el placer de pasear y detenerse para contemplar cada detalle inesperado que le asome en el camino. Paisajes, flora y fauna al alcance de su mano y de su vista. Perciba cada olor y sabor. No deje de visitar el cerro de Los Inocentes, el Camote, el Yunque y las Tres Puntas, en la zona más occidental de la isla Robinson Crusoe. Esta es la parte más seca y carente de flora. Los bosques y la densa vegetación se sitúan en el sur, en la zona más oriental. Haga una parada en El Mirador.
Los amantes de la naturaleza, el mar y la montaña tienen la diversión en la palma de la mano. Sus cristalinas aguas invitan a la práctica del buceo para contemplar el universo que se abre bajo el océano. Su accidentada orografía con quebradas profundas, acantilados, cordones montañosos escarpados y abruptos, descubren, por contra, un aspecto que pueden aprovechar los aficionados al trekking.
Pasear por la isla y sus parajes es un continuo detenerse a observar. Historia y naturaleza se dan la mano y las vistas desde cualquier punto son únicas.
Parque de Juan Fernández
Fue en 1574 cuando el marino español Juan Fernández descubrió en el Pacífico este archipiélago, que bautizó con su nombre. Con el fin de preservar estas costas para la corona española, el marino luchó contra piratas y corsarios.
Debido a los constantes ataques que sufrían las islas, especialmente la Robinson Crusoe, se estableció un sistema defensivo basado en la construcción de varios fuertes para que sirvieran de protección contra los piratas y corsarios que asolaban las costas de América.
Fuertes como el de Santa Bárbara, San José, San Francisco Javier, San Carlos, Español, Fuerte Inglés o Puerto Francés, se ven por los lugares más emblemáticos de las islas. El más curioso es el de Santa Bárbara, declarado Monumento Nacional en 1979, que se ubica en el pueblo de Juan Bautista, en Robinson Crusoe.
Otras construcciones o lugares de interés son: la Cueva de los Patriotas, ubicada frente al muelle de la isla más grande y que fue utilizada como refugio de piratas, y hoy convertida en Monumento Histórico Nacional. Toma el nombre del recuerdo de 42 patriotas chilenos que fueron desterrados a la isla por parte de los españoles, durante el período independentista. Este lugar fue testigo, también, del primer enfrentamiento naval de la Primera Guerra Mundial entre la armada inglesa y la alemana, que se saldó con el hundimiento del acorazado germano Dresden, frente a la Bahía de Cumberland. Este parque nacional lo conforman las tres islas y abarca una extensión de casi diez mil hectáreas, de las que la mayor parte se encuentra en la isla de Robinson Crusoe.



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