Buceadores profesionales retiran piedras y todo tipo de objetos depositados en el fondo del río

«No lo hubiera imaginado nunca. Dice muy poco a nuestro favor. El río es lo más parecido a un cajón de sastre». Son las palabras de una señora que el pasado martes paseaba por la vega del Urumea y se detuvo a ver cómo una grúa sacaba una bicicleta del fondo del río.
A la misma hora y el mismo día en el que echaba a andar la comisión interinstitucional para poner remedio a las inundaciones provocadas por las crecidas del Urumea en los barrios de Txomin Enea y Martutene, un equipo de buceadores profesionales de la empresa Urpekolan de Orio se afanaba en limpiar a mano los fondos del río a la altura del puente de Mundaiz, junto al parque de Araba. La recompensa, horas después, se cifraba en un buen número de piedras, alrededor de medio centenar de planchas metálicas y alguna bicicleta. Esta actuación forma parte de la hoja de ruta que ha establecido el gobierno municipal para aliviar el cauce del río a su paso por San Sebastián después de que los clubes de remo que Urkirolak y Donosti Arraun, además de los vecinos de la vega del Urumea, reclamaran soluciones. «El gobierno nos ha escuchado y ha respondido», asegura el presidente de Urki, Ricardo Unzueta.
La actuación de limpieza de los fondos que quedan debajo del puente de la Este se complementa con el trabajo ya realizado a la altura de la pasarela Mikel Laboa, y los puentes de la Real Sociedad y Lehendakari Agirre. En estos puntos también se retiraron en el último mes grandes objetos con los que chocaban las embarcaciones y remos de los deportistas de Urki y Arraun. «Es obvio que estas actuaciones no evitan las inundaciones, pero sí mejoran la salud del río», apunta Unzueta. Sabe de lo que habla porque tanto los voluntarios de su club como los de Donosti Arraun se han especializado en sacar del río toneladas de residuos en los últimos años. Pero hay obstáculos que por su alto peso resultan imposibles de llevar a tierra sin la utilización de grúas o el trabajo de buceadores.
La penúltima operación de rescate del río se produjo el pasado martes. Dos buceadores provistos únicamente de trajes de neopreno, de 9 milímetros de grosor, y gafas de buceo, recorrieron a pie el fondo del Urumea a su paso por Amara. Con el agua a la altura de las rodillas, su trabajo arremolinó a decenas de curiosos en la acera del paseo Bizkaia más próxima al río. Junto a ellos un operario de la empresa Moyua encargado de conducir la pluma de la grúa con la que se sacaron los residuos del agua. El sentir de los curiosos era unánime: «Es triste que no cuidemos el río». Empezando por quienes trabajaron en la construcción del puente de Mundaiz. Los trames o pasillos metálicos que utilizaron durante la ejecución del puente acabaron en el agua. Se desconoce las causas pero lo cierto es que nadie ha hecho nada por remediarlo hasta esta semana. En esta zona hay puntos en los que el nivel del agua en marea baja llega por los tobillos debido a que los escombros que se generaron en la construcción del puente siguen ahí. El esfuerzo de los buceadores, que realizan inmersiones a pulmón, arranca el aplauso de los paseantes. «Su trabajo no tiene precio», advierte un joven mochila en mano. Él prosigue su camino a la universidad; los buceadores continúan en el agua. Tienen tarea por hacer porque el Urumea no se acaba aquí. Es sólo una píldora.

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