Los pecios hallados en el muelle de Cádiz, a pesar de estar enterrados en el fango, son vigilados para evitar posibles expolios

El fango protege al posible tesoro -ya lo es desde el punto de vista histórico- encontrado durante las obras de la nueva terminal de contenedores del muelle de Cádiz. Esa capa gruesa de arena fue la culpable de que en 2008, cuando se hicieron las primeras pruebas geofísicas en la zona para comprobar la presencia de algún elemento de importancia arqueológica, los profesionales vieran frustradas sus hipótesis. Aun así, nadie dudaba de que en ese rincón de la Bahía pudiera haber algún pecio. El entorno y sus precedentes así lo indicaban. Pero no fue hasta finales de enero cuando la draga, una gigantesca embarcación que excava en la profundidad, trajo consigo un lingote de plata. Cuando se constató la presencia del primer pecio de los dos hallados hasta la fecha, los trabajos del contenedor se pararon y hasta allí llegó un equipo de la Guardia Civil para vigilar que las tareas de los buzos del CAS y de la empresa Tanit Gestión Arqueológica no fueran torpedeadas por posibles expoliadores.
Cautelas arqueológicas y policiales, un seguimiento «24 horas al día», como destacaron el lunes los máximos responsables de la Autoridad Portuaria y la Delegación Provincial de Cultura, Rafael Barra y Yolanda Peinado.
Todo es poco para proteger el patrimonio que, también por todos es sabido, ha sido en un numerosas ocasiones borrado. En cualquier caso, los saqueadores lo tenían de por sí difícil. Las aguas que abrazan el muelle de Cádiz son tan fangosas que la visibilidad en ellas es casi nula. Se necesitan medios sofisticados para su rastreo. Herramientas que pondrán a su disposición el CAS y la empresa Tanit para los próximos trabajos. Estas labores consistirán en realizar inmersiones en los dos pecios para tener un conocimiento «exhaustivo» de lo que hay y diseñar una estrategia de trabajo de cara a una segunda fase.

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