Un estudio del CSIC recomienda la creación de pequeñas reservas para que así crezcan peces de gran tamaño, diezmados por la pesca

El biólogo marino Enric Ballesteros, del departamento de Ecología Marina del Centro Superior de Investigaciones Científicas, elaboró entre 2007 y 2009 la cartografía de la Reserva Natural de es Vedrà y los islotes de Ponent. En aquellas inmersiones detectó algo curioso: no hay posidonia en ses Bledes. Y lo que es mejor, eso es bueno.


Que no cunda el pánico: en ses Bledes no hay Posidonia oceanica. «No pasa nada», tranquiliza Enric Ballesteros Sagarra, biólogo marino del departamento de Ecología Marina del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuya Unidad de Investigación de Biodiversidad y Ecología del Bentos Marino investigó hace dos años las profundidades de la Reserva Natural de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent y llegó a una conclusión: el fondo de ese espacio protegido es «bastante homogéneo», con praderas de posidonia por doquier... excepto en ses Bledes.

Esos peñascos de la reserva, situados frente a Platges de Comte, «son de las pocas zonas del Mediterráneo donde no hay praderas de posidonia», advierte Ballesteros, que junto a su equipo se sumergió en esas aguas durante los tres años (10 días en los meses de julio de 2007, 2008 y 2009) que duró la campaña en la que elaboraron la cartografía marina de las ???,? hectáreas de esa área marina protegida, que estos días cumple el décimo aniversario de su proclamación: «Podrías decir, oh, qué lástima, no hay posidonia. Pues no, qué bien, pues eso significa que son fondos muy rocosos, con grandes caídas verticales de rocas que permiten la existencia de toda una serie de ambientes marinos que son escasos en todo el Mediterráneo». Nada que temer entonces.

«Que haya posidonia está muy bien, pero también está muy bien tener algún sitio donde no la haya pues genera diversidad y le da un valor singular a este sitio», advierte el científico. Al no haber esas plantas «hay otras comunidades que en otros sitios son mucho más raras. Por ejemplo, hay allí grandes bosques de gorgonias», colonias que debido a su vistosidad son las preferidas por todos los escafandristas.

Un espacio «singular»
«Lo singular de ses Bledes es que no hay posidonia y las gorgonias dominan estos ambientes. En es Vedrà y en sa Conillera sí hay posidonia. Y esos ambientes de gorgonias son totalmente ausentes en la Reserva Marina de es Freus, donde solo hay prácticamente posidonia», detalla el biólogo. ¿Y por qué no hay posidonia en esos islotes?: «Porque es una zona muy profunda», apunta Ballesteros.

Para elaborar la cartografía de la reserva, primero usaron «la ecosonda para tener así cartografiada toda la batimetría de toda la zona. Luego, junto a una serie de fotos aéreas proporcionadas por el Govern balear, efectuaron una primera valoración del fondo: «Posteriormente, con buceo se realizaron o bien transectos (muestreos) o picadas (verificaciones puntuales) de las comunidades que hay en determinadas zonas», explica. Con todos esos datos, un sistema de información geográfica (SIG) permite elaborar el mapa final: «El resultado es igual que un mapa terrestre en el cual aparecen los fondos rocosos, los de arena, de posidonia, distribuidos en un mapa. En el medio terrestre es lo que podríamos llamar una cartografía de vegetación en la que además de situar las ciudades y carreteras destacas si hay bosques de encinas, de abetos o de hayas... No es solo una batimetría. Aparte hay un mapa de comunidades».

Del estudio sacaron varias conclusiones: primero, que aunque los fondos marinos «están en muy buen estado de salud», hay especies de algas introducidas, como la Caulerpa racemosa («muy abundante en es Vedrà y es Vedranell, y ausente en los illots de Ponent») y la Lophocladia lallemandii o alga roja, que hacen peligrar las variedades autóctonas: «Recubren el paisaje y desplazan a las especies típicas. Es como si los eucaliptos desplazaran los bosques de pinos blancos que hay en las Pitiusas», pone como ejemplo.

Hay pesca, luego no hay peces
Un segundo impacto detectado en el estudio es el que afecta a la pesca: «Hay fondos perfectos, de los mejores de Balears junto a Cabrera, para albergar grandes poblaciones de peces, pero con alguna excepción, los peces grandes brillan por su ausencia», indica. Y es en este aspecto donde el científico destila más crítica: «La zona no deja de ser un parque natural. No es una reserva marina en sentido estricto. La pesca está permitida. Y claro, no hay peces». Su apreciación coincide con la realizada por Jean François Marailhac, investigador de la Asociation Scaph Pro que estudió, precisamente, esta zona de la costa el pasado verano: «Esta parte de la reserva necesita más protección pues está relativamente cerca de la costa», advirtió el galo, que vio «demasiados buzos» por allí durante sus inmersiones.

Para paliar en lo posible ese problema, Ballesteros recomendó en el estudio cartográfico «la creación de una serie de pequeñas reservas», principalmente en los islotes de Ponent. «Es muy buen sitio para que haya pez gordo. Proponíamos esas pequeñas reservas para que esos peces pudieran criar y repoblar el resto de la reserva. Proteges así los mejores sitios con el fin de que haya más en todas partes», añade.

También recomendó el seguimiento y estudio detallado de los bosques de gorgonias: «Hicimos una valoración del impacto de los anclajes de embarcaciones y propusimos colocar boyas en sitios muy concretos para evitar el arranque de gorgonias y la destrucción de zonas más vulnerables. No vimos áreas destrozadas, pero era una recomendación porque esto del buceo va a más: es mejor prevenir que curar. Las precauciones siempre son pocas», señala.


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