En las profundidades de El Hierro hay mucha vida esperando a que los turistas de buceo vuelvan a verla y fotografiarla. Sin embargo, desde que el volcán entró en erupción y se prohibieron las inmersiones en el Mar de las Calmas los centros de buceo languidecen esperando buceadores.
El volcán de La Restinga sigue creciendo, pero no parece que vaya a emerger ni a quedarse a una distancia suficiente como para que, cuando concluya la erupción, los centros de buceo puedan incluirlo en su catálogo de inmersiones como un atractivo más del Mar de las Calmas. «Hasta en eso vamos a tener mala suerte», lamentan los buceadores, que hasta el pasado mes de octubre constituían uno de los sectores que más contribuía a la economía no sólo de La Restinga, sino de El Hierro.
Hoy están «arruinados», asegura Iñaki Cayón, presidente de la Asociación de Centros de Buceo de La Restinga, que integra a la docena empresarios del sector. «Llevamos cinco meses sin ingresos y soportando unos gastos fijos por centro de 2.500 euros de media», relata, al tiempo que advierte que tres centros están en venta porque «han agotado los ahorros y no pueden hacer frente a las deudas». El resto sobrevive «como puede, con la ayuda de familiares o con lo poco que queda ahorrado, porque los bancos no dan crédito». Además, asegura que se sienten abandonados por la administración, que «nos da apoyo dialéctico, pero no impulsa ni un solo proyecto» para ayudar al sector «a sobrevivir mientras espera la llegada de buceadores», agrega, Y recuerda que la única ayuda que han recibido ha sido «1.000 euros cada centro y una única vez».


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