La protección del patrimonio es una las de las prioridades de la política cultural cubana. En este sentido se priorizan actualmente los estudios vinculados a las áreas submarinas, de acuerdo a la Convención del 2001 de la Unesco. Los vestigios que yacen bajo las aguas, fuera por accidente o por naufragios, son investigados a través de una disciplina como la arqueología subacuática, que permite obtener los datos in situ, estudiarlos en gabinetes para su interpretación, y posteriormente difundirlos.
Panamá fue el primer país de la región en ratificar en el 2003 la Convención sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de la UNESCO, acción a la que se han sumado varios países de América Latina, incluyendo a Cuba. Esto obliga a proteger dicho legado, a no negociar con los buscadores de tesoros y evitar su explotación comercial.
Los países latinoamericanos tienen una historia común en este ámbito. Desde épocas precolombinas, distintos pueblos hicieron de los depósitos acuíferos lugares para ofrendar a las deidades agrícolas. Así mismo, en las aguas continentales se encuentra también el patrimonio paleontológico.
En nuestra Isla sobresale la labor del Gabinete de Arqueología, institución de la Oficina del Historiador de La Habana, que cuenta entre sus logros científicos con el estudio de más de setenta sitios e inmuebles históricos.
El área costera de Cuba posee un patrimonio subacuático de características excepcionales resultados por una parte de las huellas del tráfico de las flotas y la acción de corsarios y piratas desde el siglo XVI, y por la otra por la formación de la flora y la fauna que identifican la región.
La prioridad de estas investigaciones permite la promoción turística y cultural de este patrimonio, la creación de parques submarinos que ofrecen una rica información a científicos e interesados culturales, y a la vez favorece la contemplación recreativa como base fundamental para el aprecio y defensa de los valores de nuestros fondos marinos.


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