Su baja complejidad, debido al menor oleaje y mayor visibilidad, es un aliciente para principiantes.


El lago Todos Los Santos, a los pies del volcán Osorno, en la Región de Los Lagos, cobija uno de los parajes más espectaculares del sur. Considerado el límite norte de la Patagonia, el lago no sólo ofrece una belleza sobrecogedora en su superficie. Bajo sus aguas color esmeralda, existe un mundo casi inexplorado, que desde hace unos años ha concitado el interés de numerosos turistas, que hoy pueden conocerlo a través de una disciplina que hasta hace poco se asociaba sólo al mar: el buceo.
"Hay un bosque sumergido que se puede ver fácilmente", asegura Jorge Olivos, biólogo e instructor del Centro de Buceo Ecosub, que ofrece inmersiones en este paraje, en una expedición de tres horas y media, las que incluyen 45 minutos bajo el agua. "En verano triplicamos las solicitudes para hacer este tour", dice Olivos, ejemplificando el creciente interés de los chilenos por practicar buceo lacustre.
Según Daniel Malfanti, buzo táctico de la Armada, la inmersión en lagos ofrece varias ventajas respecto de la práctica en el mar y que ayudan a explicar el creciente interés en este deporte. "La densidad del agua es menor, lo que permite una mejor visibilidad", explica. "Puede llegar hasta 15 ó 20 metros, muy superior al mar", apoya Rodrigo Moreno, instructor de Divingsur, otra de las empresas que ofrece estos servicios.
Héctor Villa, aficionado al buceo desde hace 20 años, reconoce un aumento en el interés de aficionados, "especialmente en Pucón y Villarrica".
Moreno dice que a su negocio arriban bastantes familias: mamás, papás e hijos. También pololos. "A las parejas y las familias les gusta mucho porque pasan un buen rato", dice.
Sandra Gajardo es una. En 2010 hizo un curso de iniciación en Quintay, junto a su esposo y sus dos hijos. "Pero nosotros vivimos en Temuco, así es que averiguamos la oferta de la zona sur y encontramos Divingsur en internet". Así comenzó su buceo en lagos, especialmente en el Llanquihue, donde se maravilló con las cancahuas, formaciones de roca volcánica bajo el agua.
"Bucear en lagos es más sencillo que en el mar, es más cómodo, porque hay menos oleaje", sintetiza Malfanti, dando otra razón del fenómeno. "No hay tantas corrientes", afirma Villa.
De hecho, añade Olivos, los cursos en su centro parten en una piscina, continúan en un lago y terminan en el mar, jerarquizando el nivel de dificultad de la práctica. "El lago es una primera estación en el aprendizaje de la disciplina", señala.
Gustavo Rival comenzó a bucear en el invierno. Lo ha hecho en el mar y lagos, pero reconoce que este último es mejor para aprender, "porque a veces se traga agua y es más agradable la dulce que la salada. Además, las corrientes marinas cansan más".
Aunque la inmersión en lagos implica una menor oferta de flora y fauna, sí ofrece otras ventajas. "Puedes encontrar naufragios o árboles caídos, que bajo el agua ofrecen un bonito espectáculo. También hay farallones de rocas, que crean escenarios atractivos", dice Malfanti.
Según el experto, aunque se puede bucear en lagos de la zona central, su poca abundancia hace la oferta más limitada. Eso, sin contar su poca visibilidad. "Mientras más fría el agua, menos vida marina y mejor visibilidad", dice como regla general. "Yo buceé en el lago Rapel que, por no ser natural, sólo es fango y sedimento. Se ve muy poco. Es como bucear en una taza de chocolate. No lo recomiendo".
Otra alternativa es la Laguna del Inca, en la cordillera, pero sólo se puede hacer de manera particular.
Precauciones
La práctica del buceo en lago requiere precauciones. Se debe hacer en sectores donde no circulen lanchas. Especialmente, en lagos como el Villarrica, donde hay mucho tráfico.
"Pedimos permiso en la capitanía marítima y ponemos una boya para que las embarcaciones sepan que hay buceo en el sector", recomienda Olivos.
Además, se debe bucear sólo con certificación o junto a buzos que la posean.


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