Hubo un tiempo en que los capitanes de los barcos se acercaban a la costa para saludar o para demostrar su temeridad. Hubo un tiempo en que era más rentable hundir un barco que seguir navegando con él... Espera, todavía se hace esto. Hubo un tiempo en que no había tantos buzos capaces de bajar a ver el estado en que estaba la parte hundida de un barco. Ahora esto ya no pasa.
En nuestro viaje a São Miguel, Azores, descubrimos uno de esos barcos hundidos. Hundido cuando, como ahora, era mejor cobrar el seguro que seguir navegando. Hundido cuando, a diferencia de ahora, las compañías aseguradoras no tenían buzos que confirmaran o desmintieran la versión del capitán.
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El barco en cuestión es el Dori. Su nombre original era Edwin L. Drake, el padre de la industria petrolífera de los Estados Unidos. No se puede decir que no pasara cerca de la costa, está a menos de cinco minutos en lancha del puerto de Ponta Delgada. Se trata de un carguero de 130 metros de eslora y de bandera Nigeriana. La historia del barco da para un libro, baste decir que fue de los pocos navíos de este tipo que participó en el traslado de tropas en el desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial. Sigue el diseño de Liberty Ship, el diseño de barco más reproducido del mundo, símbolo de la marina de guerra de los Estados Unidos.
Durante su último viaje, en 1964, chocó contra unas rocas que abrieron una vía de agua y se hundió. Eso fue lo que dijeron el capitán y la tripulación y eso bastó para la aseguradora. Con los años se ha convertido en un centro de vida marina, debido a que se encuentra en mitad de la más absoluta NADA. Es imposible que chocara contra una roca, porque está en mitad de una enorme llanura de fina arena marina. Por si fuera poco, la "herida" del casco va hacia el exterior... Pero no había tantos buzos para comprobar los timos.
Una de las cosas que más complicada me pareció cuando sacamos el título de buceo era hundirse. Suena extraño, pero con el traje de neopreno se flota demasiado fácilmente. Me dije a mí mismo que tenía que hacerlo bien en mi primera inmersión oficial y nada más saltar al agua me concentré. Antes de saltar nosotros había saltado otro grupo que nos avisó de que el agua estaba frequinha. Diciembre en mitad del Atlántico...
Comencé a bajar con soltura. Estaba encantado de haberme conocido siguiendo el cabo del ancla, hasta que miré hacia abajo y vi que a pocos metros sobresalían los hierros oxidados del barco. Estaba bajando justo encima del pecio y no era cosa de acabar atravesado. Con un poco de movimiento de brazos salí de la vertical y empezó la aventura.


Sofiane, de Nerus Azores, nos había dicho lo que encontraríamos pero no estábamos preparados para tanta vida en nuestra primera inmersión de verdad. El pecio está protegido, la pesca está terminantemente prohibida a su alrededor, lo que lo convierte en un punto clave de vida marina. Durante media hora, nuestras habilidades como buceadores todavía no dan para sacar mucho más rendimiento de una botella, lo rodeamos y atravesamos. ¡Qué sensación atravesar un agujero del casco y acabar sobre las turbinas de los motores!
Una experiencia inolvidable. Levantar la vista hacia la superficie y ver la claridad del Sol cubierta por cientos de peces es algo que hay que vivir.


Se trata de una excursión relativamente sencilla. El pecio está a una profundidad de unos 20-22 metros, aunque varía con las corrientes que se llevan parte de la arena del fondo.
Lástima que el mar estuviera picado, de hecho el día anterior no pudimos bucear, y tuviéramos que esperar un rato a que saliera el otro grupo en la barca. Mi estómago no estaba preparado para tanto subir y bajar... Pero ésa es otra historia.
Más información Amigos do Dori (en portugués)
Todas las fotos son propiedad de Nerus Azores, todavía no hago fotos bajo el agua...


http://queriendomoverse.blogspot.com/