Cuando estás debajo del agua, tu cuerpo debe enfrentarse a dos grandes desafíos: la presión y la temperatura. La presión afecta a la cantidad de nitrógeno y oxígeno que se disuelven en tu sangre y tejidos. La presión también afecta los oídos y los conductos nasales. La habilidad del agua para absorber el calor del cuerpo puede hacer bajar la temperatura de tu cuerpo y ponerte en riesgo de una hipotermia.

El aire que respiramos es una mezcla de nitrógeno – en un 80 por ciento – y algo de oxígeno – un 20 por ciento. Cuando inhalas aire, tu cuerpo consume el oxígeno y reemplaza algo de ello con dióxido de carbono, y no hace nada con el nitrógeno. A una presión atmosférica normal, algo de nitrógeno y oxígeno es disuelto en porciones de fluidos en sangre y tejidos. Según vas descendiendo en el agua, la presión de tu cuerpo aumenta, por lo que se disuelve en la sangre más nitrógeno y oxígeno. Gran parte del oxígeno es consumido por los tejidos, pero el nitrógeno se mantiene disuelto. El aumento de la presión del nitrógeno tiene dos efectos problemáticos en tu cuerpo: nitrógeno residual y narcosis.

En principio, cuando la presión parcial de nitrógeno llega a niveles altos, usualmente cuando llegas a profundidades de unos 30 metros, empiezas a sentir una euforia llamada narcosis del nitrógeno. Es algo parecido a los efectos del óxido nitroso (gas de la risa). Esta euforia pueden confundir nuestro juicio para ciertas decisiones y hacernos sentir relajados o incluso soñolientos, lo cual puede llevar a que empieces a olvidar de mirar los instrumentos. La narcosis llega de repente y sin previo aviso, pero puede ser aliviada subiendo a menos profundidad porque el nitrógeno comienza a disiparse según cae la presión.

En segundo lugar, la cantidad de exceso de nitrógeno en los tejidos depende de lo profundo que bucees y la cantidad de tiempo que estés. La única manera de librar tu cuerpo de residuos de nitrógeno, exceso de nitrógeno en los tejidos, es ascender a la superficie, lo cual libera la presión y permite que bajen los niveles de nitrógeno. Si se asciende despacio, el nitrógeno desaparece lentamente. Sin embargo, un vez que llegas a la superficie, se siguen teniendo residuos de nitrógeno en el sistema, por lo que hay que relajarse antes de la próxima sesión de buceo, y dar tiempo al organismo para que librarse de estos residuos antes de sumergirse de nuevo.

En contraste, si asciendes muy rápido, el nitrógeno sale de tu cuerpo a mucha más velocidad, creando burbujas. Es como abrir un refresco en lata: Escuchas el sonido de la alta presión que hay en su interior y ves las burbujas que aparecen por el gas que sale de la lata. Esto es lo que pasa en tu sangre y tejidos. Cuando las burbujas de nitrógeno se forman en tu sistema, una descompresión bloquea los vasos sanguíneos. Esto puede llevar a ataques de corazón, embolias, ruptura de vasos sanguíneos en los pulmones, y dolores en las articulaciones. Una de los primeros síntomas de descompresión es un hormigueo en las extremidades.

La mejor manera de evitar la descompresión, es minimizar los residuos de nitrógeno haciendo caso de las tablas de buceo de no descompresión. Si haces caso omiso de los límites de no descompresión, tienes que estar más tiempo en el agua y en varias ocasiones a distintas profundidades determinadas en las tablas, para permitir al nitrógeno que salga de tu cuerpo lentamente. Esto puede presentar problemas porque el aire que llevas es limitado, y si ignoras las guías de descompresión, puede notar los efectos y tendrás que permanecer en una cámara de descompresión bajo tratamiento médico urgente. Realmente puede ser una situación que puede poner en peligro tu vida. Por tanto, hay que ser muy responsable y seguir los procedimientos marcados.


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