El 7 de diciembre de 1941, Japón mató a 2.390 estadounidenses en Pearl Harbor. «Eso es la guerra, un puro infierno», resume uno de los supervivientes reunidos allí esta semana

Vernon Olsen, fallecido el pasado 29 de abril, regresará hoy a su barco, el 'USS Arizona'. Un equipo de buceadores llevará sus cenizas allá abajo y las depositará en el casco del acorazado hundido, donde todavía reposan muchos de los 1.177 camaradas que murieron en él hace justo 70 años, cuando una bomba alcanzó el almacén de munición durante el ataque a Pearl Harbor. El 7 de diciembre de 1941, domingo, cuando faltaban siete minutos para las ocho de la mañana, un infierno de fuego se abatió sobre la flota americana fondeada en la bahía hawaiana: la historia nos cuenta que la devastadora acción japonesa provocó la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y marcó el camino a la política internacional del siglo XX, pero en esa perspectiva tan amplia se pierden la angustia, el miedo y el dolor de quienes estaban allí. Un centenar de veteranos han regresado al lugar esta semana para dar testimonio de su experiencia y rendir homenaje a quienes murieron.
Siete décadas después, el 'Arizona' -símbolo por excelencia de aquel desastre, en el que perdieron la vida 2.390 estadounidenses y 64 japoneses- sigue soltando fuel, que brota de sus depósitos de popa, asciende a la superficie y forma cada medio minuto lo que se ha bautizado como «lágrimas negras». Nadie sabe cuánto combustible contienen los tanques, pero parece seguro que seguirá manando cuando ya no quede ningún superviviente de la tragedia: se calcula que hay actualmente unos 2.200, cifra que desciende de forma llamativa en cada aniversario, y los reunidos estos días en Hawai tienen edades que oscilan entre los 88 y los 96.

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