La Posidonia oceanica es una planta endémica del Mediterráneo que se reproduce por semillas (planta fanerógama), tiene raíces, tallo y hojas de hasta un metro de largo. Florece en otoño y produce en invierno frutos flotantes conocidos como “aceitunas de mar”. Forma praderas submarinas que tienen una gran importancia ecológica y ejercen una considerable labor protegiendo a la línea de costa de la erosión. En el refugio que ofrecen las praderas de posidonia encuentran alimento y protección muchos organismos animales. Javier Romero es profesor titular de Ecología en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona y como tal combina docencia e investigación. Su principal área de estudio es la ecología en general y la marina y bentónica en concreto. Su grupo de investigación cubre tanto la investigación básica, entender procesos ecológicos usando las praderas de fanerógamas como modelo, como la investigación aplicada donde se busca la utilidad de los resultados para la sociedad.

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ID: 8574 P: ¿Qué relación tiene los avances en ecología marina con las necesidades de la sociedad?
R: Mucho. En lo que sería investigación aplicada o utilitaria ya llevamos años respondiendo una demanda concreta de la ACA, Agencia Catalana del Agua, cuya voz entendemos como una necesidad de la sociedad.
P: Y esta demanda es…
R: La creación de bioindicadores.
P: …Ahá…
R: Sí, se trata de obtener información sobre la calidad del entorno a partir de organismos vivos.
P: Y la posidonia es un bioindicador.
R: Exactamente. La posidonia y su ecosistema nos explican el estado de las aguas litorales.
P: ¿Y esta línea de investigación está marcada por la ACA?
R: No, no, esta línea de investigación no es un capricho de la ACA ni nuestro sino que responde a una directiva europea, la “Directiva Marco del agua” que exige que se vigilen las aguas costeras para mantener su calidad a través de unas herramientas que incorporan conceptos ecológicos.
P: ¿Y por qué se considera aplicada este tipo de investigación?
R: La investigación básica está enfocada a hacer avanzar el conocimiento. En este caso no se trata del análisis puro y duro de algo concreto como por ejemplo la presencia de un contaminante sino que el objetivo es conocer la integridad del ecosistema. Para ello utilizamos una aproximación comprensible para un gestor que al fin y al cabo es quien toma decisiones y a quien nosotros podemos asesorar. Lo que hacemos es: a partir de los resultados escalamos la salud de un ecosistema por ejemplo con un número que puede variar entre 0 y 1 de manera que si es 1 el ecosistema está muy bien y si es 0 está muy mal.
P: Ya veo… Y déjeme preguntarle ¿Es cierto que las praderas de posidonia están tan mal como anuncian muchas organizaciones ecologistas?
R: Yo creo que muchas veces las organizaciones ecologistas se quedan en la superficie de los mensajes y los problemas. Pese a tener toda la buena voluntad del mundo no aciertan en sus diagnósticos porque no analizan en profundidad.
P: ¿Entonces?
R: Bueno, pues el estado de la posidonia en la costa catalana podría estas mucho mejor pero también mucho peor. Si tuviera que ponerle una nota global le daría un 6 sobre 10 y con tendencia a mejorar. Por lo tanto… hombre, podría estar mucho mejor de lo que está pero no está en una situación irremediable irreversible o terminal.
P: ¿Y el problema de la posidonia es estrictamente la presión antrópica?
R: Así es y especialmente las presiones ejercidas por el ser humano a nivel local. De manera general lo más importante para la salud de la posidonia es la calidad del agua y con eso me refiero a los vertidos urbanos que provocan la eutrofización del agua. Este proceso de contaminación por aumento de la carga de nutrientes no sólo disminuye la calidad y la transparencia del agua sino que además provoca que crezcan más epifitos en las hojas de las posidonia y esto las acaba matando… también hay menos oxígeno disuelto en el agua y más acumulación de materia orgánica, entre otras cosas.
P: Vaya… ¿Y qué se puede hacer al respecto?
R: Sobre este tema hay una actuación clarísima que es el saneamiento y el uso racional del agua. El ACA ha estado muy por la labor en los últimos 10, 15 y hasta 20 años y hoy en día praderías por las que no hubiéramos dado un duro no sólo han sobrevivido sino que se observa una cierta mejoría. Eso sí, todo a un ritmo muy lento porque la planta tiene una gran inercia: se lo toma con muchísima calma.
P: ¿Y aparte de la eutrofización que nos comenta en qué otros efectos se refleja la presión del hombre sobre las praderías de posidonia?
R: Bueno, pues tenemos la pesca de arrastre, las piscifactorías y la regeneración artificial de playas. La pesca de arrastre está prohibida a menos de 50 metros de profundidad pero se ha efectuado durante muchos años, y es posible que eso aún ocurra de vez en cuando. Aunque probablemente en la costa catalana su efecto es mínimo, en la costa de Levante (Comunidad Valenciana) es muy importante. Respecto a las piscifactorías se deberían instalar allá donde no hubieran praderías. Y en la regeneración artificial de las playas el problema es que la arena que se añade muchas veces entierra literalmente las praderas cercanas a la costa.
R: Y… ¿sobre el fondeo? ¿Qué opina del efecto de las anclas de las embarcaciones de recreo?
P: Yo soy un poco crítico con el tema de los fondeos pues creo que las “famosas” anclas tienen un efecto sumamente local. Es verdad que es relativamente fácil incidir, pero me da miedo que se gaste mucho dinero en corregir esto con previsiblemente pocos efectos. Yo no pondría al fondeo entre las causas principales de la perdida de hectáreas de praderías.
P: ¿Y qué puede hacer la sociedad para cuidar más el litoral?
R; ¡Un montón de cosas! Yo te diría que en primer lugar, estrategias de protección o de defensa: gestionar bien los fondeos, sanear el agua, localizar las piscifactorías lejos de donde hay praderas… Y en segundo lugar una estrategia ofensiva: recuperar el terreno perdido. El problema es que los programas de reforestación de posidonia no han dado buenos resultados: son muy muy caros y sus efectos son a muy largo plazo debido a la parsimonia propia de la planta.
P: Y de la sociedad al ciudadano… ¿está en las manos del ciudadano de a pie mejorar la situación de la posidonia?
R: Claro que sí. Yo creo que en la actitud individual se ha avanzado mucho en los últimos 30 años. Con actos y pequeños esfuerzos personales se consigue lo que en ciencia se dice “upscaling”, a base de multiplicar las personas que los hacen se logra un efecto a escala mayor. Y a nivel colectivo hay medios. Lo que pasa es que en estas épocas de crisis el medioambiente baja su cotización muchísimo. Los políticos sólo hablan de crisis, mercado y paro, que no digo que no sea importante, pero el cuidado del entorno natural es un valor que a la larga tiene repercusión económica y desgraciadamente los partidos a las puertas de unas elecciones ni lo mencionan.
P: Tiene razón, es muy triste.
R: Uno de los primeros damnificados de los recortes en Catalunya ha sido la ACA. Todo el mundo habla de los emprendedores y cuando se refieren a la Universidad y a la investigación se refieren a producir cosas que se vendan en el mercado farmacéutico o electrónico. Nadie habla de hacer investigación para mejorar la calidad del entorno o al menos no empeorarla demasiado y eso a mí entristece un poco.
P: ¿Y qué podemos hacer?
R: Trascender de nuestra acción individual a una acción integrada en colectivos cada vez más amplios, desde asociaciones de vecinos a asociaciones de protección de calas, ONGs, partidos políticos… o al final sumarnos a las tiendas de campaña de los indignados en plaza Catalunya. Existe cierto campo de acción.
P: Y permítame una pregunta para volver a la posidonia y ya finalizar… ¿cuán importante es que la gente sepa que la posidonia es una planta y no una alga?
R: A ver, para un biólogo está claro que una alga y una planta no tienen nada que ver ¡La diferencia es abismal! ¡Es como comparar una ballena y un gusano! Saber llamar a las cosas por su nombre enriquece intelectualmente. Pero, puestos a escoger, me conformo con que se sea consciente de su existencia y de su importancia. Hoy en día la sociedad ya sabe que un bosque es un patrimonio de gran valor y cuando hay un incendio todo el mundo se tira de los pelos. Poco a poco, hay que ir entendiendo que lo que hay debajo del agua es igual de importante. Aunque no se vea.


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