El tour para ver los restos del barco cuesta US$ 60.000; organizan también cruceros y cenas
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Uno baja y baja, durante dos horas y media, apretujado con otras dos personas en un diminuto sumergible, hasta el fondo del océano Atlántico? y todo para echar un vistazo, a través de un ojo de buey de 15 o 20 centímetros, a los estragados restos del gigantesco barco en el que los Astor y los Straus se divirtieron, cenaron y, en algunos casos, murieron. El viaje no es para claustrofóbicos, ni tampoco para "el otro 99 por ciento" de la gente: un crucero de dos semanas, incluyendo una zambullida que dura entre ocho y diez horas, cuesta 60.000 dólares.
Pero para los fans del Titanic, ningún precio ni ninguna privación es demasiado grande. En especial ahora que se aproxima el aniversario número 100 del naufragio, que se cumplirá el próximo 15 de abril.
"Es una oportunidad única en la vida", dijo Renata Rojas, una banquera de Nueva York, sobre la posibilidad de descender más de 3,2 kilómetros hasta el lodoso fondo del mar. "He estado obsesionada por el Titanic desde que tenía diez años", contó.
Considerando la proximidad del centenario, se espera que por lo menos 80 personas se sumerjan hasta los restos del naufragio, según la empresa que organiza el viaje, Deep Ocean Expeditions.
Y aunque seguramente ésta sea la expedición más extrema que se esté preparando, hay muchísimas más: habrá cruceros que navegarán exactamente hasta el mismo lugar del Atlántico en el que se ahogaron más de 1500 pasajeros del Titanic. Se están organizando cenas temáticas, todas vinculadas al Titanic, incluso con servilletas bordadas con la bandera de la White Star Line. Además, la Titanic Historical Society organizará una cena de gala en la que los interesados podrán vestirse como oficiales, miembros de la tripulación o como pasajeros "para crear el ambiente festivo de un viaje inaugural".
Ya están en venta los libros sobre el centenario, joyas y cientos de objetos conmemorativos.
La última oportunidad

En cuanto a una visita submarina al barco, esta próxima temporada puede ser su última oportunidad. Aunque las inmersiones vienen siendo ofrecidas esporádicamente a los turistas desde que se descubrieron los restos del Titanic, en 1985, Deep Ocean Expeditions dice que planea discontinuar permanentemente el tour a los restos del naufragio, sin duda para desilusión de futuras generaciones de devotos del Titanic y de fans de Leonardo DiCaprio.
"Este es nuestro último año de excursiones submarinas para pasajeros", dijo Rob McCalumm, el guía de la expedición.
En abril, sin embargo, los pasajeros abordarán sumergibles rusos Mir, que pueden soportar las enormes presiones de las grandes profundidades. Adentro, un piloto y dos turistas ocuparán un espacio inferior a dos metros de ancho y deberán usar varias capas de ropa para protegerse del frío. Los viajeros llevarán un almuerzo liviano y se les recordará que no hay baños.
"Su Mir se deslizará por encima del naufragio para mirar la caverna en donde estuvo situada alguna vez la famosa escalera, grande y lujosa, del Titanic", promete Deep Ocean Expeditions. "También explorará el icónico puente y las áreas de paseo."
Ese viaje tiene sus peligros -dos personas murieron en un sumergible que se enredó en los restos de un naufragio en Florida- y también ha suscitado controversias. Los científicos y académicos se preocupan por la posibilidad de que puedan infligirse nuevos daños al famoso barco y advierten sobre una nueva deshonra a un cementerio donde proliferan zapatos y otras pertenencias de tantas personas ahogadas.
Sin embargo, consideran que el centenario no es sólo una potencial amenaza, sino también una oportunidad para presionar por un acuerdo global que establezca reglas para la protección del Titanic.
"Necesitamos un acuerdo básico", dijo James Delgado, director de patrimonio marítimo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, que monitorea los restos del naufragio.
El lugar ya está repleto de basura. Los cruceros que pasan arrojan latas de cerveza y bolsas de residuos. En el lecho marino, los minisubmarinos dejaron placas conmemorativas con flores artificiales. En algunas oportunidades, los submarinos chocaron accidentalmente con los restos del naufragio, cada vez más frágiles.
"Se podría poner bastante atestado allí abajo", dijo Delgado, en referencia a las actividades por el centenario.
El Titanic siempre ejerció una gran fascinación, porque simbolizó el fin de una era de inocencia tecnológica y porque pareció algo así como un reproche cósmico a los privilegios. Había diez millonarios a bordo, entre ellos el financista John Jacob Astor IV, el empresario Benjamin Guggenheim e Isidor Straus, de Macy's. Los tres murieron.
Durante su viaje inaugural, el opulento barco chocó contra un iceberg y se hundió el 15 de abril de 1912, a 600 kilómetros de Terranova, en aguas internacionales. Descansa sobre el lecho marino derecho y erguido, pero partido en dos. Se abrieron enormes agujeros en las cubiertas, y las paredes de metal se desplomaron. El casco está cubierto de óxido.
Sin embargo, la atracción es lo suficientemente grande como para generar reiteradas inmersiones. Se dice que James Cameron, el director de Titanic , se sumergió más de dos docenas de veces.
Otros tendrán que conformarse con un único vistazo. De hecho, tantos turistas quieren ver el Titanic que Deep Ocean Expeditions, la única empresa que ofrece la inmersión, aumentó el número de cruceros previstos de dos a cuatro, y considera un quinto.
La demanda sigue siendo alta debido a que las expediciones son muy infrecuentes: la última fue en 2005. Y los turistas hacen cola pese al fuerte incremento de los precios: en 1988, la empresa cobraba 32.500 dólares; hoy, 59.680 dólares. Mike McDowell, fundador de Deep Ocean Expeditions, citó los altos precios del combustible y otros factores como justificación.
Las expediciones se publicitan como viajes de lujo de dos semanas, que parten desde St John's, Terranova (Canadá), y ofrecen conferencias de expertos y "cocina cinco estrellas". La empresa dice que el viaje del Titanic atrae a una clientela mixta, que va desde los súper ricos hasta personas de medios mucho más escasos.
Rojas, la banquera de Nueva York, hace buceo y es una fan del Titanic. Cuando estaba en el colegio secundario, hizo muchos trabajos de investigación sobre el naufragio. Rojas no logró hacer la expedición de 2005 por falta de lugar, y ahora es la primera de la fila.
"Será una oportunidad para presentar mis respetos. Si pudiera, me quedaría allí abajo durante días."


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