La muerte de un segundo atún en poco menos de tres días ha disparado las alarmas en el Monterrey Bay Acuarium, el segundo acuario del mundo que exhibe atunes de varias especies (el primero está en Japón). El lunes 23 una hembra de Tunnus tynnus de casi dos metros apareció muerta por la mañana y tras visionar el vídeo de seguridad se vio un comportamiento anómalo y nervioso de un grupo de 4 atunes que nadaba a toda velocidad por el estanque y en un momento determinado la hembra se separó del grupo y se estrelló contra el cristal de seguridad.

Es la segunda vez que ocurre exactamente lo mismo: 72 horas antes, durante la noche, media hora de agitación y carreras locas de un pequeño grupo del que destaca esta vez un macho adulto que, sin más se estrella de frente contra el cristal blindado (de casi 30 cm de grosor) a unos 30 kilómetros por hora.

Los expertos no entienden qué puede haber ocurrido y se barajan teorías como el estrés por la sobrepoblación de ese estanque en el que estos atunes conviven con otras tres especies de atún, además de barrcudas delfines, tiburones martillo, tortugas negras y un sinfín de peces pelágicos de gran tamaño.
Otros apuntan a que la cristalera despiste o atraiga de alguna manera, a pesar de que hay sensores luminosos y acústicos que alejan a los animales del cristal y se evita la refracción de luz para anular el efecto espejo, utilizando cortinas y una iluminación especial.
Según la doctota Petra Stinger bióloga de la Universidad de Columbia, “hay noticias de que algo parecido ocurrió en el acuario japonés hace unos meses, y se determinó una situación de estrés que impulsaba a los atunes (sólo atunes) estrellarse con las cristaleras”. Opina que “es muy probable que la teoría sea cierta ya que son lo suficientemente inteligentes como para diferenciar la piedra del cristal. Saben que tras éste hay otra dimensión y en el estrés de la desesperación por más espacio vital, tratan de huir. La teoría del “suicidio” no me parece muy viable, si quisieran hacerlo, los muros no tienen avisadores ni sistemas para repeler. Creo que es la “locura del confinamiento” en un animal que nace para recorrer cientos de miles de kilómetros durante su ciclo vital”.

Fuente: www.buceo-virtual.com