Las Islas Vírgenes Británicas destacan entre sus vecinos del Caribe por ofrecer un espacio íntimo, inspirado en la naturaleza, especial para un buen retiro turístico. Es una tierra para admirar las laderas verdes cubiertas con antiguos árboles de caoba y cactus, playas prístinas de aguas turquesa, frescos vientos, amplios arrecifes coralinos y una vasta vida animal con santuarios que acogen a especies en extinción.
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Más de 60 islas conforman el distintivo paisaje alrededor del Canal Sir Frances Drake, incluyendo la isla principal, Tórtola, y Virgin Gorda, que se extiende formando la frontera este. Cuentan, además con Jost Van Dyke hacia el oeste y Anegada al norte, así como también una serie de islas más pequeñas que resaltan como puntos hacia el sur. Las Islas Vírgenes Británicas dejan ver sus diversos secretos en cada una de sus ensenadas y bahías.
Con una historia de piratas que incluyó al afamado Blackbeard, las fantasías de la infancia de Robinson Crusoe empiezan a cobrar vida al llegar a las Islas Vírgenes Británicas. A medida que se avanza en la aventura sobre su superficie, se encuentran playas retiradas que parecen no haber sido tocadas por siglos.
Las Islas Vírgenes Británicas proporcionan una visión mística, ya que desde casi cualquier punto se puede divisar otra isla tan cerca que pareciera que sería posible nadar hacia ella.
Con una columna de montañas que se extiende por unos 1.500 pies y a cuyos pies yacen playas de arena blanca que se funden con aguas de tonos azules y verdes totalmente cristalinas, lo único que resta es asombrarse ante tal belleza natural.
El colorido pueblo de Tórtola, con sus casas pequeñas con techos de madera empapados de sol, y las callejuelas con aromas a naranjas y vientos suaves, en donde de vez en cuando se escuchan a algunos gallos de los parques, ofrece un panorama que hace retroceder en el tiempo, siglos atrás.
Al ser la isla más grande y la principal de toda la cadena de islas (con el 80% de la población total), Tórtola ofrece de todo, desde espacios para la total tranquilidad hasta cualquier actividad acuática imaginable, incluyendo paseos en yates o veleros. Al contar con cientos de bahías, esta isla ofrece aventuras marítimas en el Sur desde Nanny Cay y Road Town Harbor hasta el elegante Soper’s Hole, donde se congregan asiduos navegantes.
Las opciones de alojamiento van desde pequeñas casas a orillas de la playa hasta lujosos hoteles con restaurantes de comida local e internacional. El día comienza con un cappuccino y un croissant, luego un Roti hindú para el almuerzo y durante las noches se puede disfrutar de frutos del mar recién pescados o carnes importadas acompañadas con alguna de las cervezas del Caribe o con una excelente selección de vinos.
La isla de Anegada, ubicada a 11 minutos de distancia de Tórtola en un vuelo de VI Air Links, recibe a los visitantes con 37 kilómetros de playas vírgenes, suculentos platos de langosta, posadas para descasar, un pequeño hotel y muchos retos en cuanto a navegación se refiere. Incontables embarcaciones se han perdido entre sus arrecifes de coral, que la convierten en un paraíso para los amantes del buceo y el snorkelling.
Nuestro primer día de paseo se inició con una visita a un conservatorio donde preservan iguanas, establecido para proteger a la cada vez más reducida población de iguanas debido a la acción de felinos y otros depredadores.
El sitio está dirigido por Fort Forth Zoo (Texas), por cuya actividad dedicada a la protección de los huevos de iguanas e iguanas bebés se ha conseguido salvar a la población de esta especie.
En nuestro paseo alrededor de la isla nos topamos con cuatro hombres de mediana edad y barbas grises, que estaban asando cabezas y sesos de cabras en preparación de una fiesta que tendrían esa noche...
Con nuestros jugos gástricos revueltos, nos dirigimos al Anegada Reef Hotel y de ahí al restaurante al aire libre para disfrutar de una deliciosa ensalada de langosta, una cerveza caribeña y una amena conversación con el dueño, Lorraine Wheatley, bien conocido por sus langostas asadas y por una salsa especial, que atraen a turistas y navegantes provenientes de islas cercanas, incluyendo las Islas Vírgenes de Estados Unidos.
Después de almorzar y de sumergirnos en los océanos de las cabañas de Big Bamboo, regresamos a Tórtola.
Segundo día... Tomamos un paseo en ferry de 45 minutos y llegamos a Peter Island, donde se encuentra Peter Island Resort, que forma parte de la Lista de Oro de Conde Nast Traveler’s, un hotel al que se accede solo por bote o helicóptero.
La isla está predominantemente desierta, sin desarrollos y sólo cuenta con un resort, espacios para escalar y caminos para andar en bicicleta a través de los cuales se puede descubrir la flora y fauna tropical autóctona del lugar.
Lo que Peter Island ofrece es un espacio para relajarse, más que un resort, y allí la tranquilidad, el consentimiento y el descanso mental son las actividades del día. La popular playa Deadman, bastante cerca del bar y del restaurante, es el lugar perfecto para acostarse en una hamaca y dejar que el mundo siga su curso.
Si está en búsqueda de masajes, yoga diario, meditación y descanso con un libro frente a la playa, 7 o 10 días aquí serán suficientes para volver a estar listos para regresar a la carrera diaria, pero las memorias de estas jornadas, sin duda, le acompañarán luego de su regreso.
El resort tiene 52 habitaciones y villas de muy buenos acabados construidas sobre un terreno de 1.800 acres. Algunas son de los años 70’s, otras son las nuevas Beach Front Junior Suites, con lujosas bañeras dobles y hamacas.
Deportes acuáticos sin motor como kayaking y veleros están incluidos en el precio, así como el tenis y el gimnasio. Las cinco millas de las islas con sus montañas, cabras salvajes, halcones, lagartos e iguanas, mantendrán a los interesados en la naturaleza y la salud en un excelente espacio para el cuerpo y la mente.
La culpabilidad que podrá sentirse por la comida, puede ser minimizada recorriendo estos paisajes antes de disfrutar de la cena compuesta de tres platillos o el buffet. En la preparación de estas comidas sólo se utilizan las carnes certificadas Angus más finamente producidas, langostas capturadas manualmente y delicados vinos.
Algo que destaca en este resort es su spa de 10.000 pies cuadrados, ubicado entre vastos acres de flora y fauna con vista al océano. Suites lujosas con vista al océano, donde se pueden disfrutar de tratamientos de spa especializados, ayurvédicos y masajes Thai, así como de jacuzzis al lado del océano y un gran gimnasio.
Peter Island es el lugar para el buceo y el snorkelling, con 30 sitios para bucear ubicados a una distancia de 20 minutos en bote. El afamado bar y restaurante flotante “Willie T’s” se encuentra cerca y ofrece una bebida en el bar submarino en el viejo Baltic Schooner o saltar desde el techo del bote con o sin ropa. Bien sea que se esté en búsqueda de relajación total o actividad, Peter Island encantará a sus visitantes.
A las 10:00 AM abordamos un yate de 46 pies (Power Boat Rentals BVI) en preparación para un día de recorrido por las islas. La primera parada es Jost Van Dyke, una pequeña isla ubicada al noroeste de Tórtola.
Con apenas unos pocos de cientos de habitantes, playas espectaculares y algunos bares y restaurantes a orillas del mar, éste es un lugar para relajarse y brindar por la belleza de la isla, sus hermosas bahías, amigos, familia, y cualquier otra cosa que venga a la mente, después de degustar un “mata dolores” Rum concoction... o dos.
Luego, una breve parada en el “Soggy Dollar Bar”, que recibe su nombre porque sus clientes después de desembarcar pagan sus tragos con billetes empapados (soggy). Era un poco temprano para un “mata dolores”, así que tras tres cuartos de la bebida, ya era hora de almorzar.
Siguiendo nuestro camino por la playa, a 200 yardas, nuestra próxima parada fue el restaurante Foxy’s, que queda a la orilla del mar y al aire libre. Allí hablamos con el dueño y almorzamos deliciosamente acompañados con una cerveza fría. Foxy ha estado en el negocio por un largo tiempo y es bastante conocido por su compromiso con la comunidad.
La siguiente parada... Virgin Gorda, la segunda más grande de las Islas Vírgenes Británicas, con aproximadamente 3.500 residentes y distinguida por sus exclusivos resorts.
Tuvimos el placer de hospedarnos en el Rosewood Little Dix Bay Resort, previamente propiedad de Laurence Rockefeller. Es un resort boutique atemporal, donde la tranquilidad se vive como en ningún otro lugar del Caribe. Exquisita cocina, un spa ganador de premios, villas de lujo y habitaciones y suites frente al mar escondidos entre árboles tropicales y esencias exóticas hacen resaltar esta joya oculta.
Después de una noche de sueño profundo, nos esperaba una cita para masajes en “Sense”, el Spa Rosenwood, con vista al Canal Sir Francis Drake. El spa ofrece una variedad de especialidades del Caribe que combinan fuentes botánicas indígenas locales con prácticas terapéuticas y conceptos avanzados en salud y bienestar.
Tratamientos que llevan el sello de este spa incluyen la Envoltura Corporal de Leche de Cabra y Miel y la Exfoliación de Sales de la Isla, así como clases de yoga, pilates y meditación.
Luego de 50 minutos, comencé a despertar de uno de los masajes más relajantes que haya recibido jamás... con cielos azules, nubes blancas en lo alto e islas distantes que me recibían mientras regresaba desde aquella habitación de masaje situada en la cima de la montaña. Fue una hora de separación de la tierra, realmente un antídoto de la sociedad.
Little Dix Bay resort ofrece cenas privadas en la playa iluminadas con antorchas, paseos en botes por un día alrededor de la islas en catamaranes o lanchas rápidas, con paradas en 8 diferentes playas de Virgin Gorda, paseos en Jeep y visitas a los mundialmente famosos Baños.
Los caminos naturales en Cow Hill y Savannah Bay proporcionan el ejercicio necesario para poder disfrutar de la extraordinaria cocina del Pavilion Terrace, con vista a la bahía.
Este resort cuenta con una discreta elegancia, combinada con playas maravillosas, privacidad, seguridad (no se usan llaves), tranquilidad, fina cocina, deportes acuáticos y tranquilidad, hacen de este lugar un sitio especial apartado del bullicio de la sociedad.
No sorprende que el propietario de Virgin, Richard Branson, comprara su propia isla en las Islas Vírgenes Británicas... y en estas islas se le puede ver a menudo vestido con ropa casual y compartiendo con los locales, sin seguridad. Eso dice mucho de las Islas Vírgenes Británicas y es parte de la razón por la que cuentan con un 80% de visitantes que regresan.
Vea los videos relacionados:
Acompáñenos en un vuelo a Anegada, en las Islas Vírgenes Británicas:
http://www.youtube.com/watch?v=sw2T4WxVBtw
Visite el proyecto Rock Iguana de Anegada y vea la entrevista al biólogo del conservatorio, Kelly A. Bradley
http://www.youtube.com/watch?v=a9Avo76LVkk


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