El Acuario de Gijón es el de mayor volumen de contenidos de todos los acuarios públicos de España. Entre sus muros pueden contemplarse 9.000 ejemplares y 420 especies. Cada fin de semana, cientos de personas se adentran en sus profundidades para presenciar de primera mano esa realidad submarina que en Gijón sale a la superficie. Los tiburones y los pingüinos siguen siendo las estrellas, pero la riqueza que de despliega ante los ojos de los visitantes es riquísima. Pero, ¿Que se esconde en las tripas del Acuario? Andrés Loza, jefe de Bilogía del centro, y la veterinaria Susana Acle, ejercieron ayer de cicerone ante los medios de comunicación gijoneses para desentrañar los misterios ocultos del Acuario.
Las catacumbas del centro son, en sí, un universo paralelo. A diario, nueve personas se afanan en una tarea gigantesca: reproducir a escala las condiciones de vida del océano. No sólo eso: también cuidar de la salud de las especies que habitan intramuros. Es el caso del cangrejo de río asturiano, en grave peligro por la proliferación en nuestras aguas de dos “intrusos”: el cangrejo americano y el cangrejo señal. “Si no se pone remedio, estos intrusos podrían terminar con la vida de los cangrejos asturianos en 24 horas”, explica Andrés Loza. Todo por un hongo “importado” que causa una letal enfermedad: la afanomicosis, mortal para nuestros cangrejos pero inocua para los “infiltrados”. En el área de cuarentena del Acuario se aisla a los cangrejos asturianos para evitar que enfermen.
En la sala contigua se halla el laboratorio biológico, auténtico centro de operaciones de la instalación. La tarea es ingente: los técnicos deben tratar y analizar hasta 25 tipos distintos de aguas. “Aquí cuidamos todos los aspectos para que las especies sobrevivan: la calidad del agua, la intensidad de la luz, los sustratos o la comida”, explica la jefa de veterinarios del Acuario. “Lo importante es la prevención. Cada vez que un animal llega al Acuario se le hace un diagnóstico completo”, añade Susana Acle. Pero, ¿Cómo se alimenta un tiburón? Los escualos del Acuario gijonés se alimentan por dos vías: la comida a base de xarda, merluza y potarro que les proporcionan los responsables del centro... y todo lo que pilla por su cuenta. “Nos cuidamos de que el tiburón toro, el más depredador de los que tenemos aquí, viva en un entorno lo más parecido al fondo marino para minimizar su instinto agresivo, pero algún mero y alguna lubina se ha zampado”, señala Andrés Loza.
Especies extrañas Otro de los atractivos de la trastienda del Acuario es su zona de cuarentena para especies tropicales: un auténtico rosario de rarezas que, aunque suene extraño, comienzan a proliferar en la costa cantábrica. Peces globo, rayas (algunas de las cuales se han reproducido en el acuario gijonés) o pastinacas, una especie que sólo un calentamiento de las aguas podría permitir que apareciera en las profundidades del Norte de España.
Con esta visita guiada, que incluyó la ya tradicional imagen de un buzo limpiando el interior de un tanque, la nueva dirección del Acuario quiso presentarse en sociedad. Joaquín Jiménez Lagares, licenciado en Historia del Arte y que procede de la Filmoteca de Sevilla, es el nuevo director del centro. Aunque aún está aterrizando en su cargo, Jiménez tiene claras sus intenciones: atraer al mayor número de niños posible con actividades didácticas y convertir el Acuario en un centro de investigación.


http://www.lavozdeasturias.es