Günter Baumertel y su esposa Jutta llevan 14 años viviendo y enseñando los fondos marinos de El Hierro. Son propietarios de uno de los nueve centros de buceo de La Restinga y desde que se prohibió la práctica de esta actividad en el Mar de las Calmas han trasladado su centro de operaciones al puerto de La Estaca. Cada semana recorren 1.000 kilómetros para cargar las botellas y reponer el equipo para poder continuar ofreciendo a sus clientes «disfrutar de los mejores fondos del mundo».
Y sobre todo quieren que no se proyecte «una imagen errónea» de la isla, dice Günter, porque a su juicio «el volcán sólo está en La Restinga, pero no en el resto de la isla ni en el reto del mar». Por eso se ha empeñado en mostrar las imágenes que ha tomado de otros lugares de El Hierro donde se puede practicar el buceo y donde las inmersiones son «maravillosas» y los fondos están «llenos de vida», dice.
La Restinga está mal, pero el resto de la islas no. Este su lema ahora e intenta que sea el de sus compañeros buceadores para intentar trasladar el negocio a La Estaca mientras el volcán siga activo. Y sobre todo quiere que se traslade una información «exacta» de lo que está sucediendo para que «no se cree la confusión que existe».
Como Günter, otros propietarios de cetros de buceo, como Iñaki Cayón, están intentando promocionar inmersiones como las de La Caleta, Tamaduste o las de Roque Bonanza, que son distintas a las del Mar de las Calmas, pero «muy espectaculares», asegura.
Günter insiste en que «no es real lo que se vende» de que toda la isla está en erupción y eso afecta sobre todo al buceo, dice.


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