Los herreños soportan temblores continuos desde el verano, asisten atónitos a una erupción submarina que anuncia el nacimiento de una nueva isla y no tienen más remedio que atender los consejos y explicaciones de las autoridades para actuar en caso de emergencia. Los herreños han dado una lección de civismo, de saber estar, de inmensa paciencia y, por encima de todo, de bonhomía. Decenas de vecinos de La Restinga y de Frontera han sido evacuados de sus casas y nadie ha dicho una palabra más alta que otra. Una lección auténtica que es necesario destacar.
Voces críticas han arremetido contra el Gobierno de Canarias por algunas de las decisiones tomadas durante la crisis volcánica, pero nuestros gestores han primado la seguridad por encima de otros factores y han actuado correctamente. ¿Se imaginan que no desalojan La Restinga y se produce una erupción explosiva? Las consecuencias hubieran sido trágicas. ¿Y si no cierran el túnel de Los Roquillos y ocurre una desgracia? Los actores de este acontecimiento geológico inesperado –responsables institucionales, militares, científicos, fuerzas de seguridad...– han actuado con sapiencia y firmeza.
Pero El Hierro agoniza, se agota económicamente por la fuga de turistas y por la paralización de la propia actividad diaria de la Isla, sobre todo del Sur. Puede que en el futuro se erija en un atractivo turístico para expertos y entusiastas de los fenómenos naturales, pero, hoy por hoy, la economía se ha desactivado y es preciso reclamar una asistencia urgente. El Consejo de Gobierno de Canarias aprobó el jueves ayudas económicas excepcionales para las empresas y los ciudadanos herreños afectados por la erupción volcánica que se abonarán directamente mediante un procedimiento administrativo simplificado a los diez días de presentada la solicitud. Se trata, si se concreta, de una gran noticia para el sostenimiento de las economías familiares y de los negocios, pero es preciso implicar a otras administraciones en la operación de rescate de los herreños. Los fenómenos naturales no son propiedad de nadie, y todos deben colaborar en la regeneración.
El Estado, que ha mostrado su constante preocupación por los efectos del fenómeno eruptivo, debe complementar las ayudas, como hizo con los afectados por el Prestige, ya que muchas empresas y trabajadores, sobre todo en La Restinga, llevan un mes sin ninguna actividad. Tampoco hay que olvidarse de los pescadores, que lo han perdido todo, y de otros negocios como el del Fotosub.
Cada armador, de los aproximadamente cuarenta con que cuenta La Restinga, recibirá mensualmente mientras se mantenga la imposibilidad de pescar, según los acuerdos del Gobierno de Canarias, entre 1.200 y 1.900 euros por barco, en función del tonelaje, y además 1.200 euros por tripulante. La ayuda de 1.200 euros por trabajador se hace extensiva al personal de apoyo que trabaja en la Cofradía de Pescadores.
La segunda medida es para el resto de empresarios de La Restinga, que percibirán una ayuda directa y urgente por cada trabajador que tengan contratado, hasta un máximo de 3.000 euros. Otras tres medidas aprobadas incluyen a los evacuados de sus casas de toda la Isla, la mayoría de La Restinga, pero también de Frontera, que percibirán una ayuda máxima por alquiler de 350 euros mensuales mientras no puedan regresar a sus viviendas. Además, las empresas de toda la isla de El Hierro recibirán una bonificación en los módulos del Impuesto General Indirecto Canario (IGIC) y en el Arbitrio a la Importación y Entrega de Mercancías (AIEM). La quinta medida aprobada por el Consejo de Gobierno de Canarias es un plan de choque y urgente contra el desempleo por importe de 200.000 euros para contratar y formar a quienes han perdido sus puestos de trabajo por el cese de actividad obligados por la erupción volcánica.
Canarias ha sabido gestionar la crisis y sólo resta que los gestores cumplan con sus promesas y acuerdos para que una de las siete islas deje de sufrir los caprichos de la naturaleza.

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