"Mi teoría es que los peces que aparecieron muertos fallecieron por falta de oxígeno pero hay que analizar si ha sido por la presencia de algún tóxico", Alberto Brito, catedrático de la ULL

Considerado una de la máximas autoridades de la Biología Marina en las Islas, Alberto Brito presentó ayer un informe a la comisión de seguimiento de la Reserva Marina de la Punta de La Restinga-Mar de Las Calmas, que él mismo diseñó en su día. Brito explica en esta entrevista las características de esa reserva, así como el impacto "tremendo" de la actividad volcánica en ella.

–¿Cuáles son las características básicas de la reserva marina del Mar de Las Calmas?
–Es una de las reservas marinas más particulares de Canarias. Son las aguas más cálidas de las Islas porque existe un gradiente, debido al afloramiento de aguas frías en el Sahara, que hace que a medida que las Islas están más lejos de África, sus aguas estén más calientes. De modo que El Hierro es la que tiene la flora y la fauna más tropicales de Canarias, y por supuesto, de la Unión Europea. Otra cosa es que los pescadores han cuidado muy bien el medio marino y han hecho un uso muy responsable de él siempre. Y a partir de un momento, se crea la reserva para conservar aún mejor esa biodiversidad extraordinaria, pues se trata de que los pescadores puedan seguir viviendo de la pesca. La creación de la reserva marina le ha dado, además, un prestigio de tal magnitud al mar de Las Calmas y La Restinga que se ha convertido en un núcleo mundial de buceo, creándose muchos clubes. Por lo demás, los pescadores ven también que la reserva produce una gran biomasa que se exporta hacia afuera.

–¿En qué sentido?
–La reserva tiene zonas donde no se puede pescar, las llamadas reservas integrales, y son como un criadero, desde el cual el pescado sale hacia fuera en forma de larvas, que produce la reproducción de tanto pescado, o por migración, porque está la llamada capacidad de carga, en este caso, la cantidad de peces que puede soportar ecológicamente un determinado espacio marino. Entonces los peces tienden a moverse hacia fuera conservándose, con todo, una gran biomasa reproductiva en la zona protegida. A los pescadores de La Restinga esto les favorece porque durante gran parte del año, por los vientos alisios, por las bocas de viento, no pueden salir a pescar hacia fuera, así que les viene muy bien tener esos criaderos dentro de la misma reserva marina que envían hacia fuera peces. Esto, unido a los clubes de buceo, los alojamientos, restaurantes, al consumo creciente de un pescado abundante cogido de una forma artesanal y muy valorado, ha creado una economía sostenible importante. Pero ahora la hemos perdido momentáneamente.

–¿Qué consecuencias tiene esa calidez de las aguas? ¿Más volumen de pescado, más variedad, la proliferación de cierto tipo de peces más o menos singulares?
–Produce más diversidad de especies, no más biomasa porque las aguas no tienen mucho plancton, al ser más calientes, es decir, no hay por ello más volumen o cantidad de peces. Al contrario, hay poca biomasa, porque las aguas son pocas productivas.

–Es un banco de pesca pequeño, entonces, singular y diverso, pero apto sólo para una pequeña economía local.
–Es un banco local, en efecto. Ahora, lo que la reserva hace es incrementar la biomasa, de modo que la gente puede pescar sin tener que salir en las épocas en las que el mar no lo permite.

–¿Y que tipo de pesca hay?
–La pesca de bajura, que serían las viejas, los alfonsiños, los meros, las cabrillas...

–El pescado de bajura típicamente canario...
–Sí, sólo que ellos tienen además otros, como los pejeperros, que han desaparecido en otras partes. En Tenerife o Gran Canaria no se encuentran ya. La pesca en El Hierro depende extraordinariamente del bonito, que son migradores y suelen entrar a Canarias por el este desde los trópicos, y es lo que más aporta; a los pescadores herreños, con una flota de pequeño porte, ese túnido que se acerca a la orilla le representa un recurso importantísimo en volumen. Aunque el precio no sea muy alto, se cogen muchos kilos. Pero hay años en que el bonito no entra, y entonces los pescadores tiene que tirar de los recursos pesqueros propios de las Islas. Sin embargo, si eso ocurre años seguidos, la cosa va a peor, así que la reserva ha sido como un amortiguador para cuando a los pescadores les fallan los recursos pesqueros migratorios.

–En relación con los peces muertos se apunta a una pérdida de oxígeno en el agua.
–Probablemente, hay que confirmarlo aún, y se están haciendo los análisis. Lo que apunta la situación es que toda esa turbidez sulfurosa, llamémosla así, que ha soltado el volcán consume oxígeno del agua, es decir, gasta oxígeno para transformarse, y seguramente los peces grandes en primer lugar que han muerto lo han hecho por esa razón. Pero, insisto, hay que seguir analizando porque cabe la posibilidad de que exista algún tóxico en el agua, alguna sustancia.

–¿Esas sustancias podrían llegar a hacer peligroso o inviable el buceo un cierto tiempo?
–No lo sabemos, hoy en día está prohibido en las cuatro millas en el entorno del volcán,de la zona de la erupción, como también lo está navegar, y quienes único lo hacen son los barcos de investigación.

–¿Es cierto que algunos peces, además de muertos por ahogamiento, han quedado literalmente cocidos?
–No, no, vamos, eso ha sido el caso de los peces a 200 o 300 metros de profundidad que estaban por donde sale la lava, en esos casos. Eso fue el efecto inicial, pero después la mancha sulfurosa se metió en el mar de Las Calmas y eliminó a los peces de costa, sin que hubiera en ese caso impacto de calor. Parece, insisto, asfixia, es mi hipótesis porque, los veo boquear y salir del agua como buscando oxígeno, pero hay que aguardar a ver si hay algún tóxico, para que la gente esté segura cuando se coma el pescado, no el que murió, sino el que quedó vivo.

–La verdad es qué mala pata que en Canarias, en donde tanto se ha destruido entornos naturales, resulte que haya un lugar ejemplo de sostenibilidad y que la naturaleza lo hunda...
–Sí, desde luego, hasta mis hijos bromean conmigo, y me dicen: "Mira que diseñar una reserva marina donde había un volcán. Menudo fallo..." Claro, era impredecible. Y, bromas aparte, va a tener un impacto socioeconómico tremendo sobre las personas. Nunca había visto a La Restinga tan desierta. No todo el mundo ha vuelto y los barcos siguen en el puerto de La Estaca. Nuestros barcos de investigación, cuando los sacamos del agua, los llevamos a El Pinar. Si pasa por El Pinar hallará ahora barcos por la carretera. Los pescadores mismos pidieron oficialmente que se creara la Reserva cuando, una vez diseñada por mí, la discutimos y se resolvieron una serie de problemas. Y estaban muy orgullosos de tenerla.

–Aún cuando los análisis y las conclusiones sobre el estado de la reserva marina están pendientes, ¿existen elementos comparativos, por la experiencia de otros lugares, que permitan indicar el tiempo que puede llevar la reserva en recuperarse y volver a la normalidad?
–Depende de lo que dure la emisión de lava, si sigue echando hacia el mar de Las Calmas y también si surge otro volcán en la Isla, porque parece que en el norte hay movimientos... Esto último nos podría estropear lo que queda en el sur que no está afectado, porque para recuperar el sur de la isla necesitamos que el norte y el este estén bien, pues ése va a ser el criadero desde donde nos tiene que llegar el pescado; pero, si no, va a ser mucho peor. Y luego habrá especies que se recuperen mucho más rápido porque en sólo un año alcanzan ya una talla de reproducción.

–¿Cuáles, por ejemplo?
–La vieja, por ejemplo. Y en el extremo opuesto estaría el mero que, según las ciencias y también según dicen los pescadores, crece a un kilo por año, de modo que para coger 10 kilos tarda 10 años, y los meros llegan a pesar hasta 45 kilos. De manera que quizás, si finalmente vemos que murieron muchos meros, probablemente haya que traerlos de otras partes.


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