Los dos turistas olvidados en alta mar la semana pasada mientras practicaban submarinismo a tres millas de Key Biscayne aún no han podido reponerse del susto. En las noches tienen pesadillas. No saben si se atreverán a bucear de nuevo. Pero lo principal ahora es saber por qué la compañía de buceo que contrataron los dejó abandonados a su suerte.
“Estoy decepcionado de que nadie haya asumido plena posibilidad por lo que sucedió ni nos han dicho exactamente cómo se olvidaron de nosotros”, señaló el lunes Paul Kline, de 44 años. “Estos días han sido un torbellino de emociones”.
Kline, buzo certificado para nadar en aguas profundas, y Fernando García Puertas, turista español, se aferraron a una pequeña boya más de dos horas hasta que pasajeros de un yate que regresaba de Cayo Largo los divisaron.
García, de 43 años, regresó a Madrid tras haberse reunido con el capitán Mike Beach, de RJ Diving Ventures, quien los abandonó inadvertidamente. La compañía le devolvió el dinero y le pidió disculpas.
“Te piden perdón, tratan de darte una explicación que no la hay. ¿Qué te van a decir? No tienen justificación”, dijo García a El Nuevo Herald. “Fue un accidente a todas luces evitable, y que por no haber seguido un protocolo tan fácil como contar a la gente cuando sales del puerto y cuando vas a regresar genera una situación de riesgo que le puede costar la vida a alguien, ya sea por cansancio o simplemente por pánico”
Tanto García como Kline dijeron que estudian si presentarán una demanda contra la empresa de buceo. Sin embargo, no han tomado una decisión.
“No quiero hacer más daño a nadie, pero lo cierto es que las aseguradoras están para cubrir este tipo de accidentes”, declaró García al diario español ABC. “No olvidemos que podía haber sido realmente grave”.
Beach dijo el lunes que la compañía con sede en Miami Beach está cooperando con la investigación del Servicio Guardacostas, que se ha negado a ofrecer detalles del caso.
“Me siento muy mal con todo lo que ha sucedido”, confesó Beach. “Pero hasta que el Servicio Guardacostas no termine la investigación no hay nada que podamos decir”.
La noticia de los turistas olvidados en mar abierto ha recorrido el mundo desde que salió publicada en El Nuevo Herald la semana pasada y fuera citada en la página principal de Yahoo.com. Desde entonces, los representantes de RJ Diving Ventures han recibido incontables insultos que los obligaron a sacar de la red la página de la compañía, al igual que su perfil en Facebook. También dejaron de responder el teléfono.
Robert J. Arnove, propietario de la compañía no respondió llamadas de El Nuevo Herald. En una entrevista con el Sun-Sentinel dijo que estaba conmocionado por la “animosidad y odio” de las personas.
“No sé cómo los dos buzos fueron registrados sin que estuvieran a bordo del barco y de quién es la culpa”, declaró Arnove. “Todavía estamos tratando de dilucidarlo mientras establecemos un sistema sin fallas para prevenir que algo así vuelva a suceder”.
Debido a que casos como este raramente se reportan, no hay estadísticas sobre cuántos submarinistas han sido olvidados en el mar, afirmó Dan Orr, presidente de Divers Alert Network (DAN), entidad no lucrativa en Durham, Carolina del Norte, que promueve la seguridad en el submarinismo.
Agregó que las empresas de buceo tienen normas muy estrictas y diferentes métodos de conteo para asegurar que todos los buzos estén de regreso antes abandonar el área donde se han zambullido.
“La gente tiene el prejuicio de que el buceo es un deporte peligroso, pero la realidad es que estos accidentes son muy raros”, explicó Orr. “Lamentablemente, cuando sí suceden se perjudica el turismo”.
Según Orr, Kline y García acertaron al aferrarse de la boya para quedarse en un punto fijo, ya que de lo contrario hubieran sido desviados por la corriente. Mantenerse calmados también fue esencial para que sobrevivieran.
Kline, de Austin, Texas, dijo que trataron de mantener el buen espíritu mientras esperaban que alguien los rescatara, pero al mismo tiempo no podían dejar de pensar en Open Waters, un famoso filme de horror basado en hechos reales que narra la historia de una pareja de buzos abandonada en un mar infestado de tiburones en las costas de Australia.
“No sé cómo no se dieron cuenta de que nos habían olvidado, si cuando llegaron a tierra vieron que nuestros bolsos que cargan los equipos de submarinismo estaban vacíos”, precisó Kline. “¿Qué pensaron, que nos habíamos llevado todo el equipo cargado en las manos?”