Cada vez más gente en Argentina y en el mundo se anima a probar la experiencia de bucear, una actividad que otorga nuevas sensaciones en un mundo subacuático que no transitamos periódicamente.
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La actividad se reservaba hasta hace poco a una elite específica y estrictamente profesional, como los que realizaban investigaciones científicas o militares, sin embargo la cantidad de participantes incrementa año a año, aunque todavía no hayan estadísticas oficiales que lo respalden.

“Más del 70% de nuestro planeta es agua; así que, si no te animás, te estás perdiendo todo un mundo realmente fascinante”, expresó Claudia Pastorino, directora del Instituto Argentino de Actividades Subacuáticas (IAAS).

En tanto, Guido Moroni, instructor del Diving Center, explicó que el buceo está contemplado entre los deportes extremos, pero advirtió que “si se practica con los conocimientos y las precauciones adecuadas, es sumamente seguro”.

Desde los 10 años está aceptado el buceo a nivel internacional, aunque la mayoría de las escuelas admite alumnos a partir de los 12. En tanto, “para la edad máxima no hay límites, excepto la voluntad y un buen estado de salud, certificado por un médico”, explicó Hugo Sorbille, del Centro de Estudio del Buceo.

El curso inicial de buceo deportivo es el “Open water diver”, que permite bucear hasta 18 metros de profundidad. Según la escuela y la disponibilidad de tiempo de cada uno, dura entre 2 y 4 meses, y se divide en módulos teóricos y prácticos en piscinas. Los costos pueden variar entre los 1.100 y 1.900 pesos, según la escuela. Dicho precio incluye elementos.

Para quienes deseen ir más allá y obtener la certificación que habilita a bucear, es necesario cerrar el curso con inmersiones en aguas abiertas –mediante viajes organizados por las mismas escuelas–, en las que se demuestren los conocimientos adquiridos.

La certificación consiste en una credencial de validez internacional que permitirá bucear en cualquier parte del mundo, contratar excursiones, alquilar equipos y sumergirse hasta profundidades de 18 metros sin necesidad de ir acompañado por un instructor, aunque siempre en compañía de al menos una persona más.

Los buzos, al igual que los pilotos de avión, suman la cantidad de inmersiones realizadas, y deben mantenerse actualizados realizando al menos dos sumergidas por año. Si el titular no pudiera realizarlas, la actualización puede hacerse en una escuela –con clases teóricas y prácticas–.

Existen además, cursos complementarios al de buceo, como algunos de primeros auxilios, rescate, instructor auxiliar o Master Diver; o especializaciones como buceo nocturno, fotografía, buceo en cavernas, reconocimiento de peces y especies, buceo profundo, traje seco y muchos otros.

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