La Consellería de Cultura de Galicia iniciará en las próximas semanas los trabajos de arqueología subacuática promovidos para localizar los pecios sumergidos en las rías de Ribadeo y Viveiro, con el objetivo de documentar el patrimonio que ocultan las aguas de esa parte de la costa lucense. Estas actuaciones forman parte de las actividades incluidas en el convenio de colaboración entre la Xunta de Galicia y el Ministerio de Cultura, dotado con 75.000 euros, para desarrollar un Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.

Los trabajos arqueológicos fueron presentados hoy en Ribadeo por el director general de Patrimonio Cultural, José Manuel Rey Pichel; la delegada territorial de la Xunta en Lugo, Raquel Arias, y el director de las prospecciones, Ignacio Crespo. Arias recordó que apenas se ha explorado el territorio subacuático de esta parte de la costa gallega, de forma que los restos arqueológicos que vayan apareciendo serán toda una sorpresa. Esta es la tercera de los prospecciones llevadas a cabo por la Dirección General del Patrimonio Cultural, además de las ya realizadas en la ría de Vigo y en la ría de Corcubión

Tenemos constancia de los hundimientos y la presunción de que existen restos arqueológicos", explicó la delegada, que señaló que esta iniciativa no va encaminada a recuperar tesoros, sino una "parte importantísima de nuestra historia a la que hasta ahora no le habíamos prestado suficiente atención". Asimismo subrayó que estos trabajos también tienen como finalidad proteger los restos del patrimonio histórico del expolio y el tráfico comercial al que pueden verse sometidos si no están suficientemente bien documentados.

Evitar posibles expolios

Los trabajos comenzarán con una campaña de prospección geofísica por la costa, que se realizará con un sonar de barrido lateral, un magnetómetro, una cámara de circuito cerrado y un GPS, para configurar un primer plano de los fondos marinos y localizar anomalías magnéticas y restos patrimoniales. La segunda fase de los trabajos se centrará en la prospección visual con submarinistas para elaborar una cartografía específica, tanto de los pecios de los que hay constancia como de los encontrados casualmente.

Está previsto que los submarinistas realicen una inspección visual de la fragata Magdalena (1809), del bergantín Palomo (1809), de Galga Andaluza (1719) y del San Francisco (1719), pero, de estos cuatro pecios, solo del primero se conoce la localización exacta, mientras que de los otros tres hay referencias documentales aproximadas.

La fragata Santa María Magdalena y el bergantín Palomo formaban parte de una flotilla de buques hispano-británica que durante Guerra de

Independencia salió de Ferrol para liberar Santoña del ejército napoleónico, pero el día 2 de noviembre de 1810, en el viaje de regreso, la llamada Expedición Cantábra se encontró con un fuerte temporal que hundió ambos buques, con 550 marineros, oficiales y tropas, para convertir este episodio en la mayor catástrofe náutica de estas costas. Durante los años 70, diferentes expediciones realizadas por submarinistas de la Armada rescataron un número indeterminado de restos del lugar del naufragio, la mayoría depositados en el Museo Naval de Ferrol.