Miguel San Claudio puso un gran énfasis a la hora de destacar la riqueza que supone para Fisterra y la Costa da Morte el patrimonio subacuático. Ya no solo por su existencia en sí, sino por el valor añadido que puede suponer para la zona. «Muy pocas ciudades pueden ofrecer esto», dijo. La clave estaría en rentabilizar estos hallazgos, por ejemplo mediante turismo de buceo.
Los barcos, explicó San Claudio Santa Cruz, son objetos móviles llegados de todas partes del mundo que han ido a parar a esta comarca, con lo que es posible encontrarse de todo, algo que no ocurre con la arqueología terrestre. Otra diferencia es que los buques se hunden con toda la vida (y objetos de valor) a bordo, mientras que las exvacaciones de tierra se llevan a cabo en lugares que gradualmente se fueron abandonando y llevándoselo todo.
Las condiciones de trabajo, además, son magníficas: aguas claras, altura razonable y gran cercanía a la costa, nada que ver con lo que ocurre en otros puntos del mundo, donde hay que hacer travesías de dos o tres días para llegar a los lugares de interés. Por todo ello, San Claudio agradeció el esfuerzo y el apoyo de la Xunta y el Concello para la puesta en valor de todos estos elementos, que vuelven a la luz tras centenares de años sepultados en finos mantos de arenas blancas.



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