Unos bañistas dieron el aviso el domingo pasado: en la playa de Canyet, en Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà), había un cadáver de una cría de cachalote encallado entre unas rocas. El pequeño cetáceo, que pesaba alrededor de unos 200 kilogramos, mostraba signos de llevar mucho tiempo muerto. "Olía a podrido y había sido devorado por otros animales", explicó un trabajador de la Cruz Roja que colaboró en las labores de traslado del animal.

La cría permaneció en el mismo lugar hasta las once de la mañana de ayer lunes, ya que los cuerpos de emergencia se encontraban bastante atareados en el puerto de la localidad, donde un barco pesquero se había hundido y ponía en peligro la zona por el riesgo de acabar vertiendo los más de 2.000 litros de fuel que llevaba en su depósito.
Tras desplazarse a la zona, los efectivos remolcaron el cadáver desde la playa donde fue encontrado hasta el extremo derecho de la playa grande de Sant Feliu de Guíxols, a la altura de Palm Beach.
En poco más de media hora, el animal, que fue empaquetado en una bolsa, fue izado por medio de una grúa que lo acabó cargando en un camión municipal y lo trasladó hasta un vertedero para ser destruido. Los técnicos municipales aseguraron desconocer las circunstancias por las cuales el animal pudo morir y aparecer encallado entre las rocas cercanas a una de las playas de la localidad.


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